¡Burn it down!

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Narra Seth.

Vi como Dean se marchaba a paso rápido para luego flexionar mis rodillas y recoger el collar del suelo, sentía un nudo en mi garganta que hizo que soltara un par de lágrimas que cayeron sobre el pequeño objeto plateado que sostenía en mi mano. Me senté en el suelo recostando mi espalda en unos de los barriles para luego abrazar mis piernas.

Tal vez Dean tenga razón en que yo soy una mierda de persona, pero en algo se equivoca, yo sí le extrañé pero no pude hacer nada para ir a verle ya que tenía las amenazas de mi padre a mis espaldas, pero un día mi madre y yo armamos un plan y ese era drogar a mi padre como la última, yo tenía planeado ir a ver a Dean un par de días pero mi padre se rehusó a tomar el zumo con tranquilizantes que mi madre le preparo.

Yo iba tranquilo al aeropuerto y estaba apuntó de pedir un pasaje pero mi padre apareció y me tomo por la nuca para luego tomar mis hombros y jalonear me mientras me gritaba en frente de la gente de aeropuerto, al llegar a casa me llevo hasta mi habitación y me dio una tremenda bofetada, mi padre estaba colérico en ese momento conmigo y con mi madre porque lo intentamos drogar otra vez.

Días después de ese incidente estuve 3 días encerrado en mi habitación, como tenía tan solo 16 años y sin dinero no me quedo de otra que resignarme. Como necesitaba los brazos y el calor de Dean para sentirme protegido se me ocurrió la idea de enrollar mi edredón y ponerlo alrededor de mi cuello cada noche pensando que eran sus brazos.

Le echaba mucho de menos, necesitaba escuchar las tonterías que decía para volver a tener una sonrisa, lo mas triste de todo es que no tuve la oportunidad de tomarle una foto y tenerla conmigo a donde sea que vaya y así no olvidarme de su rostro. En mi cumpleaños 17 le rogué a mi padre que me dejara ir a América pero con tan solo mencionar el nombre de Dean me mandaba a callar y me mandaba a mi habitación a estudiar.

Durante todo ese tiempo me la pasaba en mi habitación con una caja llena de caramelos de sandía ya que el color e incluso el sabor me recordaban a los labios de Dean. Tenía el animo por los suelos ya que no tenía a mi lindo cacheton para que me diera amor.

A los 18 años mis padres se cansaron de tener un hijo deprimido todo el día encerrado en su habitación comiendo caramelos de sandía, mi madre me aconsejo de que pasara página de una vez y me dijo que me diera la libertad de ser amado otra vez, mi madre también me recordó que en casi tres años Dean tampoco no hizo nada para venir a verme ya que según ella de seguro el se olvido de mí.

Comencé a ir a la universidad lo cual me ayudo a mantenerme distraído pero en las noches se notaba la ausencia de Dean, conocí a varíos rubios cachetones e incluso pelirrojos que me invitaban a salir pero yo siempre los rechazaba ya que ninguno de ellos era como el cacheton que yo deje en América. Quizás suene raro pero me daba como asco que otro hombre que no fuera Dean me pusiera las manos encima, tenía un gran hoyo en mi corazón que era imposible llenar y difícil de cicatrizar.

Cuando iba a mitad de carrera mi padre invito a unas personas que yo no conocía a merendar a nuestra casa, ellos tenían una hija llamada Sarah, nuestros padres se hicieron muy buenos amigos y cada vez que nosotros íbamos a su casa o ellos a lo nuestra tanto el padre de Sarah como el mio intentaban como forzarnos a estar juntos. Tenían un interés de que entra ella y yo hubiera un vínculo.

Nuestros vínculo no se dio debido a la presión de nuestros progenitores, en realidad se dio porque yo en realidad me enamoré de ella, Sarah es muy dulce y amable, ella nunca se mostró engreída ni grosera conmigo ni con nadie, incluso se ponía a saltar cada vez que me veía. En ella encontré la forma de pasar página y fuimos novios desde entonces, y hace unos 3 meses nos comprometimos.

Soy feliz con ella pero si soy sincero su cariño solo es un parche que tapa el hoyo de mi corazón, parche que se despego en el momento que encontré a Dean en el granero, cuando lo bese lo agarraba del cuello de su camisa con firmeza porque anhelan y extrañaba la llama que encendía en mí cuando me besaba, una llama que Sarah no ha podido encender.

Whiskey (Ambrollins)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora