Epílogo.

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Me desperté en mi casa y confundida, me dolió el cuello y recordé lo que paso, baje a velocidad vampírica pero me encontré con Jeremy en la puerta.

-Te escuche despertar- dijo serio- no iras.

-¿De qué hablas Jer?- dije molesta- es nuestra hermana.

-Maia, tienes que tranquilizarte- me dijo Jeremy.

-No puedo- dije enojada.

-Tranquilízate- me ordeno, lo mire molesta- tus ojos están azules.

-No me importa, déjame salir- dije acercándome.

-Maia, escucha- dijo tranquilo, lo mire furiosa- escucha con atención- no dije nada y comencé a escuchar, se escuchaban cinco corazones en la casa.

-¿Quién está aquí?- pregunte con el ceño fruncido.

-Stefan y Damon- me contesto Jer.

-Se escucha uno más- dije confundida.

-Sube- me dijo- tus ojos ya no están azules.

Subí hacia la habitación de Elena y los mire desconfiada, seguí escuchando hasta que escuche el corazón de mi hermana latir.

-¿Cómo rayos?- pregunte confundida.

-Está en transición- me contesto Damon.

-¿Qué?- pregunte sin asimilar.

-Cuando llevaron a Elena al hospital las heridas eran peores de las que creímos y Meredith le dio sangre de Damon, murió con la sangre de Damon en su sistema- me explico Stefan, sonreí y luego me puse seria- Tenemos que hablar Maia.

Stefan y yo salimos de la habitación y bajamos a la sala.

-Habla- dije cerrando los ojos y suspirando.

-Jeremy, el hablo con Alaric- fruncí el ceño- Alaric vino a despedirse de Jeremy y le hablo de tus ojos.

-Continua- dije seria.

-Esther puso una maldición en ti- me dijo- no puedes beber sangre de vena, solo puedes beber sangre de una bolsa.

-¿Esta bien no?- pregunte con una mueca.

-En parte si, ella... en la maldición que ella te puso, sentirás dolor cada vez que mates a alguien o que intentes hacerlo- me dijo- cuando Elena murió, la maldición se activó, por eso cuando ella se pegó en la cabeza tus ojos se pusieron azules, cuando te enojes también se pondrán azules o cuando estés frustrada.

-Wow- dije calmada- tratare de o matar a nadie.

-Bien- me sonrió- ¿estás bien? Perdón por quebrarte el cuello.

-Estoy bien, gracias- dije con una mueca. Nos quedamos en silencio un rato, solo nos mirábamos, hasta que Jeremy carraspeo.

-Despertó... 

Maia Gilbert III: ResterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora