Capitulo XI

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Lucrecia, casi se había desmayado al ver que Lord Alexander Walker era idéntico a John, la misma gesticulación, la voz grave;  eran dos gotas de agua. Tuvo que sentarse en el sillón y tratar de recuperar la compostura.Antes de que pudiera decir algo, Alexander se sentó a su lado y la observó muy preocupado.

—No sabía que la situación de la Duquesa fuera tan delicada—tomando aire —Perdone que recién hoy la haya mandado a llamar, pero tengo entendido que mi sobrino tiene una salud precaria y a falta de su madre tenía usted que velar por él.

—En efecto su excelencia, desde la muerte del Duque, Ana no volvió hacer la misma, estuvo delirando muchos días. Para serle sincera es un milagro que siga viva—con lágrimas en los ojos.

Alexander se mantuvo en silencio durante unos segundos —Vera hay una situación que me preocupa, cuando la Duquesa despertó me confundió con mi hermano, yo no la saque del error y por el contrario fingí ser él.

Lucrecia sabía que estaba mal estar de acuerdo, pero temía que se volviera hacer daño y está vez logrará su objetivo.

—Entiendo su excelencia, además Ana no está para otro golpe—respiró profundamente.

—Por lo pronto, le pido que traiga al bebé y todo lo necesario, estoy seguro de que la Duquesa se recupera óptimamente si la tiene cerca a usted y a mi sobrino— cruzando los dedos y con un tono bastante serio.

Así se hizo, Lucrecia se traslado a Hope house, para estar cerca de Ana, por su parte Alexander estaba inquieto, le agobiaba la idea de que pronto se sepa la verdad de su inesperada aparición así como lo acontecido en Francia. Por alguna extraña razón cuando veía a Ana esos pensamientos se disipaban y sólo lo embargaba la felicidad.

Los días siguientes, Alexander prefirió acompañar a Ana quién se alegraba mucho de verlo; cuando Lucrecia subió con el pequeño Alexander vio a la pareja conversando de una forma muy amena y con el niño más podían simular una familia feliz. Sin embargo, Lucrecia tampoco tuvo el coraje de decirle la verdad, y por lo tanto  el engaño continuo y  la Duquesa creía tener a John a su lado.

Entretanto Lord Cavendish, arribó a Hampshire, cómo se lo había pedido Alexander, naturalmente éste último se mostró preocupado, pero a la vez  se alegró debido a las atenciones mostradas hacia Ana, estrecharon las manos y pasaron al despacho

—Me alegra tanto verte— con una sonrisa de alivio —Toma asiento, gustas servirte una  copa de vino.

—Prefiero Whisky.

—Como quieras.

Lord Cavendish bebió un pequeño sorbo de whisky mientras miraba fijamente a Alexander y se aventuró a decir.

—Que es lo que pasa—apartando el vaso e incorporándose.

—Veras...Ana— tragando aire— piensa que soy John,  no pude sacarla de su error— tomándose todo el contenido de la Copa. —Se que estoy cometiendo un error, pero aun está muy delicada— sus facciones se endurecían por los nervios. Su mirada se perdió y se acercó a la ventana a escuchar trinar a los pájaros.

—Te encuentras en una situación difícil, no tengo un consejo que darte, veo que por lo menos haces el intento de proteger a la dama, como tu hermano siempre pensó que podías hacerlo. Sin embargo, como  bien sabes la lectura del testamento está próxima, debes tomar tus recaudos— tomando un sorbo del whisky que había sido el más áspero que había probado.

—Lo sé— con tono distante y frío—Pensare en algo.

—Te puedo sugerir algo.

—Claro— con pesar en los hombros.

—Pediré a mi esposa que venga, es muy buena amiga de Ana y estará más que encantada de cuidar a su hijo.

—Esta bien, por lo pronto estás en tu casa y disfruta de la estadía— retirándose del lugar.

Alexander caminaba de un lado al otro no podía evitar pensar que pasaría cuando Ana estuviese recuperada, podría tener necesidades y querer estar junto a su esposo. Si bien aún principio le parecía divertida la idea de tener a la mujer de su hermano en su cama, está carecía de sentido; no podía tener sentimientos hacia su cuñada le aterraba que lo descubriera y lo peor que se diera cuenta de sus vicios —Que puedo hacer— murmuró —tal vez si me fuera una larga temporada, las cosas hallarían su camino.

Finalmente decidió entrar a la habitación de Ana y contárselo todo pero al verla aún tan frágil no pudo,  quiso abrazarla y decirle que las cosas irían bien que serian felices, pero todo era una mentira y es lo que más le disgustaba.

Desesperanza - 1ra Parte de la Saga Sentimientos [PRÓXIMAMENTE RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora