Capitulo XII

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La apertura del testamento se hizo conforme a lo establecido, Lord Cavendish fungió como representante legal de Ana, pedido que hizo John antes de su muerte. De acuerdo a la lectura hecha por el Sr Dawson:

Todos los bienes la propiedad y el título serán para mi hijo Alexander, Mi hermano Lord Alexander Walker será el tutor  ejercerá  y administrará los bienes del menor hasta que cumpla su mayoría de edad. En caso de que él se excusara, nombró a Lord Cavendish  para que cumpla dicha función. En cuanto a mi viuda la Duquesa de Essex le dejó la propiedad que poseo en Brigton, así como 10.000 libras. Es todo en cuanto deseo.

John hasta el final pensó en su hermano, hecho que conmovió a Alexander, de alguna forma lo impulsaba   a quedarse junto a Ana y su sobrino. Lord Cavendish no objetó, sabía que las cosas irían bien de ahora en adelante.

París, Francia....

—Ese malnacido, me las pagará, pero dentro de todo me hizo un favor, viuda y rica que más puedo pedir— mientras hablaba con su doncella.—Eso es todo gracias—Puedes retirarte, se recostó en su cama mientras planeaba su encuentro con Alexander.

Hope House, Hampshire.

—Oh mi querida Ana qué alegría verte—Lady Cavendish abrazo muy efusivamente a su vieja amiga—Dime dónde está el pequeño Alexander, estoy ansiosa por conocerlo.

—Lucrecia, lo está cuidando—muy contenta

—Quiero verlo.

—Claro, en unos minutos lo traerá Lucrecia.

Cuando Lucrecia trajo al bebé, Lady Cavendish se acercó e inmediatamente lo tomó en brazos, aquel pequeño era precioso tenía unos ojos profundamente azules, era el vivo retrato de su padre. El bebé jugueteaba con los dedos de su tía mientras sonría de forma muy pícara. La salud del pequeño había mejorado considerablemente siendo un alivio para todos.

—Viste a John— preguntaba Ana con un tono preocupado.

—Aun no, me imagino  que está con Paul en su despacho— con cierto nerviosismo, pero lo desvió agarrando las manos del pequeño.

—Son varios días que no lo veo— me siento triste, temo que tanta atención hacia mí lo haya agobiado.

—¡Tonterías! Seguramente en cualquier momento vine a verte, debe estar organizando algunos asuntos— y continuo jugando con el pequeño.

Ana se quedó pensativa, aún tenía lagunas mentales, no podía recordar bien el accidente y tampoco podía entender la mejoría de John.

—¿Ana?

—Si si, disculpa, me quedé pensando en algo.

—Si es por John pronto subirá a verte—balanceando al bebé, quién parecía disfrutarlo.

Ana después de una horas de conversar se quedó dormida, Lucrecia junto con Lady Cavendish abandonaron la habitación.

—No sé por cuánto tiempo pueda sostener está mentira—con cierto pesar.

—Todo por el bien de Ana—replico Lucrecia.

Lady Cavendish se dirigió al comedor y antes de que Alexander tomara asiento lo interceptó.

—¿Porque no has ido a ver a Ana?

Alexander se agarraba la cabeza de un lado al otro. —No puedo... Me duele el corazón de sólo verla, no puedo resistir no tocarla, tengo unas ganas inmensas de tenerla entre mis brazos, pero en cuanto me llama John me lleno de irá deseando que esa mujer sea mía.

—Entiendo, pero al igual que nosotros, queremos que Ana este fuerte y se recupere; para eso es necesario que te comportes conforme a la situación y seas un buen esposo aunque de forma ficticia. Ánimo deja de pensar en el asunto la solución se abrirá ante tus ojos.

Pasada la cena le tomo la palabra a Lady Cavendish y subió a la recámara de Ana, quién dormía profundamente, se acercó sigilosamente y se sentó a su lado extendió una mano para acariciarle el rostro y retirarle un mechón.

—Eres tan hermosa, pareces un ángel—dándole un beso y salió de la recámara.

Alexander no pudo dormir y prefirió encerrarse en el despacho, no pudo evitar beber todo el whisky que encontró mientras golpeaba el escritorio.

—Es tan difícil pensar con calma, quiero ser tuyo, ser tu dueño.Me vuelves loco no lo puedo evitar—pensando en Ana.

De pronto arrojó el vaso—No soy de piedra ¡Maldita sea!, Y fue a desplomarse al sillón.

—John espera.

—Eres muy lento Alexander.

—Sabes que nunca fui tan veloz como tú.

—Date prisa ya llegamos

—Te alcance— respirando aliviado.

—Donde estamos

—Acaso no recuerdas, jugábamos de niños en este paraje

— Claro que recuerdo estoy muy contento de estar aquí.

Cuando John viró bruscamente y agarró con mucha fuerza los brazos de Alexander.

—Ana es mi mujer, no lo olvides!!!!

—Alexander, despierta— era Lord Cavendish que lo zarandeaba para que reaccionara.

—Te encuentras bien?

—Bebí demasiado

—Párate hombre, pediré al mayordomo que te preparé un baño traes muy mal aspecto.

—Gracias —agarrándose la frente.

Subieron a su recámara y Alexander entró a la tina dándose el baño que tanto necesitaba, cuando terminó se vistió con la intención de ir a cabalgar, debía pensar y eso le ayudaría. Inconsciente se aproximó a la recámara de Ana qué tenía la puerta entre abierta.

Ana escuchó pasos y dijo

—¿John?

Alexander quiso dar media vuelta, pero finalmente entró.

—Querido me tienes abandonada—jalándolo de su chaqueta.

Alexander se acercó a regañadientes.

—Porque no viniste a verme, te extraño tanto.

—No quise perturbarte.

—Nunca lo haces, pronto estaré bien y daremos las caminatas que solíamos hacer—mostrando una sonrisa.

Alexander asintió y estaba apunto de marcharse, cuando Ana lo atrajo hacia ella, sus labios se rozaron  el deseo estaban en el aire.

—Dame un beso—susurro Ana toda sonrojada.

Alexander acarició sus mejillas y la beso.

Desesperanza - 1ra Parte de la Saga Sentimientos [PRÓXIMAMENTE RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora