— La sangre es roja porque...– Cameron y Hayes me miraban expectantes.— Porque lo digo yo.– Resople dejando el bolígrafo en la mesa mientras me dejaba caer en el respaldo del asiento. Estaba ayudando a Hayes a estudiar. Tiene un profesor de repaso en... No se donde. La cuestión es que tenia que estudiar. Haría el examen por Skype. Raro, ¿verdad?
— ¿Pongo eso en un examen no?– Rodó los ojos Hayes.
— Joder para algo sirve Google a parte de ver porn...– Nash le tiro una zapatilla en la cabeza a Cameron para que no continuase. Yo hice una mueca de asco.
— Porque las venas son azules, o lilas, o como las tengas tu. Y la sangre no. Es diferente.– Habló Taylor con los ojos cerrados. ¿Por que duermen tanto?
— Búscalo en internet.– Le aconsejó Johnson mientras asentía con la cabeza.— No te fíes de estos.
— ¿En serio te preguntarán... si la sangre es roja?– Pregunté sentándome al lado de Cameron, el cual pasó su brazo por mis hombros.— ¿Que tema estas dando?
— Los climas.– Dijo y yo me lo quedé mirando en silencio.
— ¿Como?– Respondí después de unos segundos de silencio. Los demás empezaron a reír.— ¿Entonces que mierda tiene que ver la sangre aquí?
— Mis compañeros me dijeron que me estudiara eso.– Se encogió de hombros. Yo mire a los demás sin saber que decir.
— Que le follen a la de sociales, aparta, he de comer.– Sam se sentó en los taburetes y apartó los libros de Hayes.
— Maddie.– Me llamó Aaron.— ¿Tu madre aceptó para que vinieses con nosotros y entrar en Magcon?
Y la pregunta que tanto me temía llegó.
— Uh... Eh... Pues si, claro.– Antes de contestar cogí un puñado de cereales y me los metí en la boca, así no se me notaría la voz temblorosa.
— Bueno da igual si se lo ha dicho o no, pero, ¿por lo menos sabe si estas bien?– Continuó Johnson.
— Si, si que lo sabe. Está un poco enfadada por no habérselo informado pero nada más.– Mentí. ¿Como le diría la relación con mis padres o demás?
Ellos me sonrieron como a modo de respuesta. Todos menos Nash, que me miraba con un semblante serio. Retiré rápidamente la mirada de esos ojos azules que tanto intimidaban.
Mi móvil sonó en la otra punta del autobús. Lo miré vibrar en mi chaqueta y reaccioné rápidamente. Me levanté de allí y casi corrí hacia allá para huir de ese momento tan incomodo. Descolgué sin saber quien era.
— ¿Si?– Mis amigos me miraban curiosos. ¿Es que han de enterarse siempre de todo? Cotillas. Me puse de espaldas a ellos.
— ¡Maddie!– Escuche por el móvil. Me quedé estática. No podía ser ella. Mire a los chicos de reojo, estos me miraban aún más curiosos por mi comportamiento y silencio.
— ¡Hola mamá!– Disimulé mientras salía del autobús sonriendo falsamente. Les eche una ultima mirada, esta vez ya estaban en sus cosas.
Cerré la puerta del autobús y me alejé un poco.
— ¿Madison?– Pregunté desconcertada.
— La misma.– Casi me gritó de nuevo. Yo cerré los ojos y me senté en un banco.
— ¿Como conseguiste mi número?– Pregunté mientras buscaba en mi bolsillo alguna que otra golosina que podría haber en ella. Suspire al no notar nada, ¿como era posible? ¡Si ayer tenia 5 golosinas! Espera... ¡Estupido Matthew! Busque un poco más y encontré una, sonreí triunfante y me la metí en la boca.
— Maggie me lo dio.– Me contestó alegre y yo escupí la golosina al escucharla. ¿¡Maggie!?— Y a ella se lo dio Carter.– Continuó al ver lo perdida que iba.
— ¿Que pasa, Madison?– Pregunté cansada mientras suspiraba.
— Solo quería llevarme bien contigo, pareces buena persona y encima, eres muy guapa por lo que veo en Instagram. ¡Deberíamos de ser amigas!– Contesto aún más alegre que antes.
— Pues...– Hablé muy desconcertada. ¿Que hago yo ahora? ¿Que digo? Pensé en los comentarios de los chicos. En los "le hizo daño a Gilinsky. Es Madison Beer, no cambiará" pero automáticamente ese pensamiento se esfumó. No podía juzgarla sin conocerla, no puedo. Me pensé bien la contestación.— Si, claro. ¿Por que no?
— ¡Sabía que ibas a decir que si!– Se río. ¿Soy yo, o su risa es muy pegadiza?
Me levanté del banco y me giré hacia el autobús. Vi unas cabezas que se asomaban por la ventana del autobús. Fruncí el ceño y la cortina se cerró rápidamente. Reí internamente.
— Bueno, Maddie.– Reí al recordar que nos llamábamos igual.— ¿Hablamos luego, si?
— Claro, luego te escribo.
— Un segundo. No hagas que los...– Escuche como colgó dejándome con la palabra en la boca.— Chicos se enteren.– Complete para mi misma. Suspire y me metí de nuevo en el autobús.
No podía dejar que los chicos se enterasen de que hablábamos, me matarían. Se que todo esto está mal, pero... No puedo juzgarla. ¡Tal vez hasta es buena persona! Solo se que nadie puede enterarse de nuestra "amistad" por el momento.
— ¿Que hacías?– Me saco de mis pensamientos una voz. Solté un bote por el susto. El me miró preocupado.— Yo... Perdona, no quería asustarte.
— No es nada Shawn.– Le sonreí aún un poco nerviosa por el susto.
— Quería hablarte de...– Y en ese momento alguien me agarró de la cintura elevándome y colocándome en su hombro. Sabía que sobra quien era. Vi como Shawn sonreía forzadamente y se cogía de las manos para luego asentir y darse la vuelta.
— ¡Cameron bájame!– Grite aún con la mirada en Shawn. ¡No podía hacer eso! ¡Es Shawn! Sentí tanta tristeza al ver su mirada. Cameron no me soltaba.— En serio que me dejes en el suelo.– Soné seria y esta vez me tomo en serio. Me dejo con cuidado en el suelo y sin girarme para verlo salí disparada hacia Shawn.
Le agarré del brazo haciéndolo parar. El me miró sorprendido.
— ¿De que querías hablarme?– Comencé de nuevo la conversación aún agarrándolo del brazo. El me sonrió, esta vez fue una sonrisa real, esa que tanto me gustaba.
Baje mi mano a su mano y le sonreí. Apreté su mano para que andará a uno de los asientos. Me senté y palmeé el asiento que tenía al lado. El me imitó.
— Pues que...