Capítulo 2. ''Libertad''

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{N/A: Por favor, os agradecería mucho que os pasaráis por mis otras fics y me digáis que os parecen, sobre todo ''Save Her'', es un fic que llevo algún tiempo pensando en hacer, así que lo tengo como propuesta para ver lo que os parece. Otra cosa que quería decir, es que voy a escribir este capítulo desde el punto de vista de un personaje para no mezclar las historias. Muchas gracias :)}

Base Militar de humanos, Viernes, 13:45 PM.

Caminé lentamente por esos temibles pasillos con medio peso de mi sangriento cuerpo recargado ligeramente en la pared de color blanco hasta el momento, a que el torniquete de mi brazo no tapaba bien la herida y dejaba un rastro rojo rubí que llegaba hasta las baldosas grises del pasillo. Voces se escuchaban al final del pasillo, así que decidí pararme y ocultarme como bien pude.

— Joder, no me digas eso. ¿Y dónde vas a parar? — aquella voz grave dejó de hablar. — Te he dicho que no te alejes mucho, pero tú ni caso, ¿sabes lo qué hará McCarter? — hubo otra pausa más larga que la anterior. — Solo date prisa y engáñalas de alguna forma.

Aquella llamada se cortó y ahora solo se escuchaban leves suspiros. Mi brazo ardía más y más cada minuto que pasaba. Malditos humanos. Trataban como basura a los mutantes golpeandolos a su antojo y obligándolos a trabajos forzosos cuando no teníamos culpa de nada. Sentí mi sangre hervir por dentro de mis venas, cuanto odiaba aquella situación.

Seguí andando como bien pude, para llegar junto a aquella grave voz. Una cabellera morena muy oscura estaba de espaldas a mí. Caminé lentamente cruzando aquella parte del pasillo. Logré hacerlo sin hacer ningún sonido, lo que hizo que me diera una palmadita en el hombro mentalmente. Seguí mi trayecto, tenía que salir de ahí, no podía dejar que me atraparan o tendría bastantes problemas y probablemente nuevos mortones y cortes. Bufé.

Pasé al lado de unas celdas con unos barrotes ya oxídados pero se mantenían aun fuertes. Mis ojos se abrieron de par en par al ver a la señora Robinson allí sentada mirando a algún punto inexcto de la celda. ¿Qué hacía allí?

— ¿Robinson? — musité.

Ella giró la cabeza lentamente hasta posar sus ojos rojos y grises en mí dejando ver un moratón en su mejilla derecha. Bajé mi vista hasta su cuerpo que solo cubría una fina camisa ancha, esta mucho más delgada y con muchos cortes, algunos ya cicatrizando y otros en ello. Seguí mi recorrido hasta sus piernas lleganas de arañazos y más moratones, hasta caer en sus descalzos pies. Ella pareció estar analizándome también y pequeñas lágrimas se desprendieron de sus ojos ya cansados de llorar.

— Perrie, escapa, tú puedes, no te rindas, no dejes que te atrapen, eres más fuerte de lo que piensas, Perrie, ahora vete. — animo en un sútil susurro.

Apartó la mirada y la colocó en otro punto del cubículo que la rodeaba. Asentí aun que no pudiera verme y le regalé una pequeña sonrisa. Seguí mi camino, parándome levemente en las pequeñas celdas para ver si encontraba alguna cara conocida pero de momento nada. Cogí el torniquete y lo volví a atar más fuerte, pudiendo así tapar de una vez por todas la herida. Me sentía mucho mejor y sin razón alguna. Los animos de mi antigua monitora hicieron que mis esperanzas revivieran. Al final, resulta ser una buena persona dentro de una armadura fría.

Me paré de repente al llegar al final del trayecto, allí se encontraba una puerta. Me acerqué lentamente, como si de un animal salvaje se tratase. Puse mi oído izquierdo en la puerta para oír algo pero no pude oír nada. Abrí la puerta lentamente hasta asegurar que nadie se encontraba allí. Era una sala pequeña con una mesa, una silla y un mueble. Revolví en los cajones del mueble en busca de algo útil, y encontré un pequeño botiquín y un espejo. Fue entonces cuando me analicé a mi misma.

III World WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora