Capítulo 8. ''Maratón'' (1/2)

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Para que todo tenga sentido nos tenemos que remontar al día después de que Jade y Jack trajeran las moras. No las pudimos comer porque eran venenosas. Patanes. Y acabamos sin comer nada. Jack nos contó la historia sobre porque faltaba comida. Yo creía que era cierto y ellas también. Nos dijo que Leigh estaba sana y salva, sólo tenía unos pequeños moratones por sus extremidades. Nos contó lo de su momento íntimo, fue un par de besos, no pasaron de eso. Perrie no creía lo del momento o más bien no quería creerlo. Lo del casi beso la dejó muy descolocada y que Jack la tratara muy bien después de eso, no ayudó mucho. Entonces, cuando pensábamos que Jack se había inventado lo de Leigh, apareció Leigh por la cueva. Al principio la pareja actuaba como amigos pero de la nada empezaron a tener tensión. Leigh lo provocaba de mil maneras diferentes y Jack no se negaba. Hasta que un día Perrie los pilló en un momento... digamos donde estalló esa tensión. Perrie se enfadó con Jack y no le habló en semanas. Leigh no lo tomó en cuenta, pensó que era un simple enfado por haberlos pillado así. Y pasó. Lo peor que podía pasar. Jack besó a Perrie cuando estaban yendo a pescar. Desde ese entonces, Perrie inició una "batalla" para conseguir a Jack. Lo que Jade nombró como una pelea de zorritas. Que acabó con un Jack harto de las insinuaciones de mi amiga pelirrosa y acabó gritandole que no la quería, que fue un error. Y hemos llegado hasta aquí, donde Perrie llora y Leigh se entera de todo.

[...]

Hacía un mes que Leigh se había enterado de todo y todo iba mal. Perrie no se hablaba con Leigh ni con Jack y esos dos no hablaban con Perrie. Habíamos hecho turnos para buscar comida o algún río o algo que fuera útil y Perrie acababa de llegar con Jade. Esta últimamente estaba muy pensativa, se perdía con frecuencia en cualquier conversación. Estaba como ida. Tenía la mente puesta en otro lado y no se parecía dar cuenta de absolutamente nada.

- Vamos a comer. - anuncié.

Los cuatro se sentaron en su saco y empezaron a comer sin dirigirse a penas una mirada. Bufé, tenía que hacer algo urgentemente.

- ¿Jesy, le puedes decir a la furcia que tienes al lado que me pase mi cuchillo? - me preguntó Perrie con una falsa sonrisa en la cara.

- Leigh, pásale el cuchillo a Perrie. - suspiré.

- Jade, dile a la perra que tienes a tu lado, si quiere que se lo lance a la cara. - rodé los ojos.

Jade no dijo nada solo miró al suelo y se encogió de hombros.

- Perrie, dice Leigh si te l...- la interrumpí.

- ¡Y basta! - exclamé. - Estoy harta de esta tontería. ¡MIRAOS! Sois adultos, pues actuar como tales y dejar de ser unos inmaduros de mierda. Resolver este problema o aquí no seguiréis viviendo. Y Jade, aviva el fuego, por favor. -

Los tres jovenes se me quedaron mirando fijamente y en cuanto analizaron mis palabras se levantaron.

- ¿Y a dónde voy a ir, Jess? - preguntó Perrie en un susurro.

- Buscaros la vida fuera, pero no os separéis, puede que os encuentren los humanos así que todos juntos buscar un lugar donde estar hasta que resolvais este maldito problema. - dicho eso me giré y me quedé mirando como Jade avivaba el fuego.

Sentí pasos abandonar la cueva y sollozos, seguramente de Perrie. Odiaba ser tan dura pero si no lo hacia yo no lo iba a hacer nadie. Jade me miró mordiéndose el labio para no reír.

- ¿Qué es tan gracioso? - arqueé una ceja.

- ¿Crees que esos idiotas van a lograr algo juntos? - respondió preguntando.

Tan sólo suspiré y me metí en mi saco para poder descansar pero los sollozos de Perrie no dejaban de taladrar mi mente. Sentí a Jade moverse hasta su saco y acostarse. 

— Tranquila. — susurró dulcemente mientras cerraba sus ojos.

Seguía observando con detención cada punto de la cueva y preguntándome que seria de ellos tres hasta que, sin darme cuenta, caí en brazos de Morfeo.

[...] 

Había pasado unos minutos desde que habíamos abandonado el refugio y ya quería volver, no me gustaba estar caminando con Perrie y mucho menos los silencios incómodos. Nadie decía nada. Llegamos hasta unos árboles que nos cubrían de la lluvia que estaba cayendo, dejamos ahí nuestros sacos y nuestras reservas. Me cruce de brazos para darme algo de calor pero aún seguía con frío, tenía que haber cogido una chaqueta antes de irme. Jack nos dijo que le dijesemos nuestros poderes, pude notar a Perrie un tanto nerviosa. 

— Hielo. — susurré tiritando.

Al parecer Jack no se daba cuenta de que me moría de frío y Perrie no me iba a ayudar.

— Yo... — agachó la cabeza. — Veo el futuro a base de visiones.

Jack reprimió las ganas de reír con todas sus fuerzas pero se le escapó una carcajada, así que le dí un codazo. 

— A lo mejor se te está desenvolviendo. — susurré.

— Yo puedo levitar objetos. — informó el rubio.

Mis labios se habían vuelto morados y no dejaba de temblar, aun así nadie parecía querer ayudarme. Pusimos turnos para vigilar si aparecían humanos, primero yo; después Jack y al final Perrie. Estos dos últimos se fueron a dormir nada más decidirnos. Sentí a alguien posar una chaqueta alrededor de mis hombros, tenía esperanzas de que fuese Jack. Me giré y pude ver a Perrie mirándome sin expresión alguna. De un momento a otro la rubia se dio la vuelta y se volvió a acostar.

— Perrie. — la aludida levantó la cabeza. — Gracias. — ella sonrió y se durmió.

Mi turno pasó más lento de lo que hubiese querido, ya no tenía frío con la chaqueta de Perrie pero se escuchaban ramas crujir y estando a oscuras pues asustaba. Mis párpados me pesaban demasiado y poco a poco se iban cerrando. Intenté mantenerme despierta el mayor tiempo posible pero sin saber como ni porque todo se volvió oscuro.

III World WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora