Cerré los ojos intentando quedarme a dormir pero como los últimos diez intentos que en vano. Me destapé y me quedé mirando hacia algún punto inexacto del lugar hasta que por fin me digné a levantarme e ir a dar un paseo nocturno. Todas mis compañeras dormían, así que intenté hacer el menor ruido posible. Recogí mi pelo enmarañado en una coleta alta y me lavé la cara en el baño. Me calcé con mis zapatillas de deporte que usaría mañana en el entrenamiento con Leonard. Ya había pasado un mes desde que empezó a darnos clases y seguía viva de milagro. Realmente prefería ir a las clases de Robinson antes que a las de Leo. Jesy y Leonard habían cogido confianza, parecía que Jesy quería ir en serio con aquel hombre pero yo no los veía. Pero eso no importa ¿no?, puedes estar con una persona con la que no pegues porque lo que cuenta es lo que sientas por esa persona. Y si Leo hacía feliz a Jesy me bastaba.
Cuando me quise dar cuenta estaba en la orilla de un lado que hay cerca de las cabañas. ¿Sabes ese momento en el que te das cuenta de lo insignificantes que somos?. Parece increíble que debajo de todas aquellas constelaciones estemos nosotros. Nos creemos muy importantes y somos seres muy diminutos con problemas diminutos que a nadie importan. Somos frágiles como el papel, con un simple golpe nos venimos abajo. Todo lo que hacemos con nuestras frágiles vidas viene repercutiendo en el futuro. El futuro. Ese tiempo en el que todos pensamos. Pensamos en él como un tiempo en el que todos nuestros problemas se resolverán y todo será más fácil hasta trabajamos en el presente por y para el futuro. Malgastamos nuestra vida en el futuro. Me gustaría decir que yo estoy haciendo lo mismo pero ya no me queda ningún futuro por el cual levantarme cada mañana. Tan sólo me queda prepararme para lo peor. La guerra. Dentro de nada saldré de este entrenamiento con el fin de vencer a los humanos y así poniendo fin a todo esto. ¿Y después qué?.
- Bonita noche, ¿verdad? - habló una voz masculina.
Me giré y observe a Leo, venia vestido con unos vaqueros y una camiseta azul marina que la noche convertía en negra. Le sonreí.
- La verdad es que si. - me senté y él imitó mi gesto.
- ¿No puedes dormir? - preguntó con preocupación.
- No. - bufé y dirigí mi vista al pasto sobre el que estaba sentada. - Me siento mal.
- Cuéntame, Perrie. - se sentó más cerca de mí.
- Pues, tengo miedo ¿sabes? - bufé de nuevo. - Y sé que tener miedo está bien, todos hemos sentido miedo en algún determinado momento de nuestra vida, pero yo vivo con miedo desde hace meses. A veces ya ni noto, pero sé que sigue ahí. No sabría especificar que tipo de miedo es porque es un poco de todo. Tengo mucho miedo, Leo. - coloqué un mechón de pelo tras mi oreja derecha. - Siento que lo voy a perder todo, voy a perder a mis amigas y a mi familia, a la que por cierto no puedo ver desde que los humanos se los llevaron, tengo miedo a morir en la guerra. Tengo tanto miedo. No hay un día en el que me levante y no piense en mi futuro, pero ¿qué futuro?. No tengo futuro, Leonard. Esta estúpida guerra ha quemado mi futuro. Doy gracias cada día por llegar viva al siguiente. Estoy cansada. No quiero seguir teniendo miedo. - concluí con lágrimas descendiendo por mis mejillas.
Leonard me abrazó instantáneamente y yo dejé caer mi cabeza en el hueco de su cuello mientras el me acariciaba la espalda intentando callar mis sollozos sin lograrlo. Al cabo de unos minutos mi llanto iba cesando pero ese típico nudo en mi garganta no parecía querer desaparecer.
- Perrie, te entiendo. - me acarició la mejilla borrando el rastro de lágrimas. - Lo creas o no, sé lo que se siente al vivir aterrado continuamente. Pero al final, es algo con lo que aprendes a convivir. Tienes que hacerle frente a ese miedo que llevas incrustado en ti, Perrie. Y quiero que dejes de temer por tu vida, yo nunca dejaría que te hicieran daño. - me miró tiernamente y una sonrisa surcó su rostro.
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III World War
Teen FictionAcaba de explotar una bomba en el sur de Japón. Una bomba nuclear. Lo que hace morir a media pobloación mundial o mutarlos. Algunos salen ilesos. Ya que el número de ilesos es mayor que el de mutantes, la gente empieza a despreciar a los mutantes ha...