Capítulo 7. ''Leigh.''

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Cerré los ojos y respiré profundamente. Volví a abrir los ojos y pestañeé varias veces intentando acostumbrarme a la luz del Sol. Perrie y Jack dormían como lirones mientras Jesy mirada desesperada por mi saco.

— Buenos días a ti también, Jess. —dije sarcástica.

— Ha desaparecido la mitad de la comida. — informó, dejando de buscar, pero sin mirarme.

Bufé y le ayudé a buscar.

Como ella había dicho, faltaba mucha comida.

— ¡Qué casualidad que aparezca tu amigo y desaparezcan cosas! — exclamó mirándome fijamente. — ¿Así es como nos paga nuestra hospitalidad? Pues es mejor que se vaya.

Una Jesy enfadada dejo mi saco y salió de la cueva. Suspiré y vi como Perrie se levantaba perezosamente.

— Hola Jadey. — me saludó bostezando y estirándose.— ¿Qué han sido esos gritos?

— Ha desaparecido comida y Jesy cree que ha sido Jack el culpable de todo. — expliqué dramátizando con mis manos.

— Ve con ella...— bostezó. — Yo hablaré con Jack.

Levanté pesadamente mi cuerpo del suelo y andé en la dirección en la que había visto a Jesy desaparecer. No conocía mucho a Jesy pero podía ver que era una maniática del control, ella quería todo ordenador y si faltaba algo se enfadaba muchísimo. Lo cual era considerado una virtud por mucha gente, ¿cuántos conocemos que adoren estar ordenando cosas?

¿Alguna vez habéis sentido en un instante determinado no haber estado en ese lugar, poder dar la vuelta y no volver? Como si nada hubiera pasado... Eso me pasó a mí cuando encontré a una Jesy rota, sentada en el suelo apoyando su espalda en una gran roca mientras tenía las piernas elevadas a la altura del pecho y escondía allí su cabeza mientras dejaba salir sollozos. Estos se hacían cada vez más fuertes. Tenía delante de mí a una Jesy totalmente diferente a la que salió hace escasos minutos de la cueva. Me había quedado paralizada, quería abrazarla pero mi cuerpo no respondía, tenía un bloqueo. Todo lo que había vivido hasta ahora se me amontonaba en la cabeza y no sabía como actuar. Sentía que en cualquier momento mis piernas fallarían y caería. Empecé a temblar y a morder mi labio inferior con la poca esperanza de sostener las lágrimas en mis ojos. Sabía la razón por la que Jesy lloraba o más bien creía saberla. Cuando mi cuerpo reaccionó la abracé quedando a su altura.

— Jesy. — Susurré cuando ella me abrazó de vuelta. — sé que esto es demasiado para todos.

Ella sacó la cabeza de mi cuello para limpiarse las lágrimas y de este modo quedar cara a cara.

— Estoy cansada de esto, Jade, quiero dejar de tener que desconfiar de todos, ¿no podemos volver a la normalidad? — preguntó susurrando dejando que las lágrimas recorrieran sus dulces mejillas.

— Nada volverá a ser como antes. — seguí susurrando mientras le limpiaba las mejillas. — Estamos en medio de una gran guerra, cariño, nada va a ser lo mismo. Claro que no podemos confiar en nadie, sólo en nosotras, estamos juntas en esto. Los cinco. Perrie, Leigh, Jack, tú y yo. Somos en los únicos que puedes confiar, cuéntame lo que sea que te atormenta Jesy.

— El día que estalló la bomba. — la morena cerró los ojos dejando caer lágrimas mientras sus labios se convertían en una línea delgada. — Mi padre estaba hospitalizado por un posible tumor en el hígado. Ese día iba de camino al hospital, pensaba que la vida de él daría un giro de 360 grados. Que ironía ¿verdad?. Llegué al hospital y... — abrió los ojos y me miró. — Nunca llegué a decirle lo que tenía pensado decirle.

La abracé sin más, sentía el dolor de Jesy al no poder decirle sus últimas palabras a su padre ya que ya no podría.

— Mis padres estaban divorciados en aquel entonces. Mi padre se pasaba el día bebiendo desde que firmó el papel del divorcio, lo llegaba fatal. Mi madre no dejaba que me acercara a él ya que temía que me hiciese algo, pero yo sabía que no me haría nada. Aún así nunca pude ir a junto él. Cuando la bomba estalló, mi padre fue uno de las afectados letalmente. Jamás me perdonaré no haber podido decirle un 'te extraño' o un 'te quiero'. — cuando me quise dar cuenta, yo también estaba llorando y Jesy me rodeaba con sus brazos.

Estuvimos abrazadas un buen rato hasta que oímos gritos provenientes de nuestro pequeño 'hogar'. Jesy y yo nos miramos por un momento y fuimos caminando lentamente hasta la cueva. Asomamos nuestras cabezas para poder ver quienes eran.

— Jack, tanto tú como yo estamos bien hundidos en esta mierda, así que deja de gritarme y culparme de todo. — gritó la pelirrosa.

— Tú solita fuiste la que te aliaste con Jesy y Jane para que Leigh y yo desaparecieramos del mapa siendo unos señuelos. — gritó Jack acercándose a Perrie.

— Jane nos engañó, ¿qué no entiendes de eso? — siguió gritando Perrie.

— Jane no te engañó, Perrie, admite de una maldita vez que tú querías deshacerte de nosotros. — Susurró Jack cerca de la chica. Demasiado.

— No. — negó alejándose. — Leigh es una jodida espía, y tú la besaste. ¿Cómo sé que no estaban aliados para destruirnos y llevarnos a los humanos?.

— Perrie, si hubiera querido, ya lo habría hecho. — el rubio pasó una mano por el pelo en señal de nerviosismo.

Perrie miró sus botas como si de repente fuera la cosa más interesante de aquella cueva mientras pequeñas lágrimas salían de sus ojos. Si una cosa pudiera describir a la chica sería sensible, ella odiaba pelearse con alguien porque le dolía mucho las cosas que podían decirle y lo estaba demostrando.

— Oye, yo quiero recuperar a Leigh. — susurró Jack levantando el mentón de Perrie para que la mirara. — Juntos seguiremos el plan de Jane para tener más reclutas, conseguiremos formarlos y así acabar con esta estúpida guerra de una maldita vez. 

Los chicos empezaban a juntar sus rostros cuando Jesy entró tosiendo en la cueva conmigo siendo arrastrada por su brazo.

— Creo que me deben una explicación sobre la falta de espacio. — dijo Jesy firmemente cambiando de tema. — Quiero decir, de comida.

Los dos jovenes de separaron rápidamente y a la vez se les tiñeron las mejillas de un rojo cobrizo. La morena me miró y me guiñó un ojo. Yo reí y negué con la cabeza. Jesy era tremenda.

[...]

Perrie y Jesy se habían quedado toda la tarde ordenando la cueva, según ellas porque vivimos allí y nuestro ''hogar'' tiene que estar limpio. Jack rodó los ojos y terminó por acompañarme para coger alguna fruta de aquella selva, ya que a ninguno nos apetecía cazar nada. Pasamos toda la tarde riendo mientras recordabamos viejos momentos o hacíamos cualquier chiste. Pero no fue hasta bien entrada la noche cuando encontramos moras y pudimos llevar algún alimento a la cueva. Así que ahora estabamos de camino a ''casa''. Llevábamos mucho rato callados disfrutando de la compañía mutua. 

— Jade, eres mi amiga desde hace mucho tiempo y creo que puedo confiarte un secreto... —dijo cabizbajo.

— Oh no, todas las personas que empiezan las frases así van a decir algo horrible. — hice una pausa para pensar. — ¿Te estas muriendo? Oh no, eso es demasiado horrible...¿Eres gay? No me digas que Leigh te hizo gay. Pobre Leigh, que mal lo va a pasar cuando se entere de qu...

— ¡Deja de decir tonterías! — exclamó algo molesto. — Lo que pasa es que... Ayer de madrugada vi una silueta en la entrada de la cueva. Como pude me acerqué, pues aun no ando bien ya que estoy medio cojo. Y vi a Leigh. — mis ojos parecían salirse de mi cara y mi boca calló al suelo. — No me mires así, es cierto. Tuvimos un momento íntimo que no te pienso contar. — se sonrojó. — Y me dijo que necesitaba comida, le di un poco de la nuestra y se fue.

Sonreí de la lado y me reí como una demente mientras él me miraba raro.

— Así que... un momento íntimo ¿eh? — recibí un codazo de su parte.

— Con todo lo que te dije, ¿te quedas con eso? — 

— Tranquilo, si se lo cuentas a las chicas de esa forma, tal vez no te asesinen. — cambié de tema.

Él me sonrió y se quedó atrás porque se le habían caído algunas moras y como no llegaramos con suficientes Jesy nos asesinaría cruelmente. 

— Vamos, que te quedas atrás. — le grité y al momento ya me alcanzó. — Momento íntimo. — susurré y empecé a reírme como si estuviera loca. Muy loca.

Jack miraba al suelo mientras se mordía el labio para no reír, debía estar riendo demasiado raro y demasiado fuerte, pero acabó por soltar alguna que otra carcajada. Como había extrañado estar con él de esta forma.

III World WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora