»31. Dolor agudo«

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Carolina.

El oxígeno abandona mis pulmones, siento el nudo en mi garganta impidiéndome seguir con la canción. Pude sentirme enferma de repente, es como si me hubiesen dado un golpe fuerte en el pecho y estómago.

Agustín estaba viéndome ahí, a lo lejos, dolido, herido, decepcionado.

La gente que se encuentra presenta esta noche comienza a aplaudir, ignorando lo que en este momento Agustín y yo estamos pensando y sintiendo. Sin pensarlo, Agustín comienza a aplaudir, pero no de la manera que lo ha hecho antes. No.

Esta vez no sonríe, está vez sus ojos no me adoran ni nada por lo parecido. Sus ojos me miran con una expresión de ira y decepción a la vez, un poco más de esta última. No reacciono, una lágrima comienza a recorrer mi pálida mejilla.

-Felicidades, Lina. -Alcanzo a leer sus labios, luego sale del lugar sin más.

No reacciono al instante, me quedo pasmada ahí sin poder creer lo que mis ojos presenciaron. Me duele el corazón. Sin embargo, reacciono luego de unos segundos y me apresuro a correr tras él. Me bajo del escenario y empujo a algunas personas que se encuentran ahí sin siquiera mirarlos y pedir perdón. No pienso en nada más que aquellos bonitos ojos cafés mirándome. A esta altura le he dado rienda suelta a mis lágrimas.

Salgo hacia la brisa fresca de la calle. Giro mi cabeza a ambos lados en busca de aquel cuerpo masculino que tanto me ama y que yo tanto amo. Lo encuentro a unos centímetros de el bar, va caminando apresuradamente y sus manos están en su cabeza, despeinando su cabello.

- ¡Agustín! ¡Para, por favor! -Grito desesperada. Su cuerpo se tensa, pero no se vuelve. -Escúchame por favor, por favor.

Jamás me había sentido tan desesperada y agitada. Estaba decidida a contarle, no tendría porque haberme pasado esto. Lo iba a hacer, lo iba a hacer. Me acerco lentamente a su cuerpo que sigue parado en la acera de la calle, no se gira, pero cuando estoy a unos pasos de él, extiende su mano indicándome parar.

-No te me acerques. -Su voz sale en un susurro, me siento impotente. Sus palabras me calan en el fondo de mi corazón.

-Escúchame por... -Él se gira bruscamente y puedo ver sus ojos cristalinos. Quiero abrazarlo, quiero besarlo, lo quiero a él.

-Entonces habla. -Murmura entre dientes, causándome un escalofrío.

-Te lo iba a decir, lo juro... -Me interrumpe al instante.

- ¿Cuándo? ¿En unos meses? ¿En unos años? -Su voz está cargada de ira. - ¡¿Cuándo Carolina?! ¡Contéstame!

Me sobresalta al verlo tan enfurecido.

-Mañana... -Susurro entre lágrimas. Él resopla. -Tenía miedo.

- ¿Y por qué, Carolina? Te pedía confianza, confié en ti creyendo que eras diferente, que tú no me mentirías. Te burlaste de mí. -Me da la espalda y se tapa el rostro con ambas manos.

-Sé que me he equivocado, sabía que me estaba arriesgando al no decírtelo al instante, pero era mi secreto. No estaba segura de mí misma. -Me acerco a él y toco su hombro, pero él se aleja de mi toque y se gira de nuevo hacia mí.

-A pesar de que me duele tu falta de confianza, me duele aún más saber que no estuviste hoy para mí. -Me mira fijamente. -Y que me hayas dicho que tu madre estaba enferma con tal de zafarte.

Cierro mis ojos y contengo un sollozo.

- ¿Ganaron? -Susurro tímida. Agustín suelta una carcajada carente de humor, burlándose.

- ¿Te importa, acaso? -Su voz tan irónica y llena de sarcasmo, me golpea de la manera más humillante. -No, no ganamos. Perdimos porque este imbécil no para de pensar a donde se ha ido su novia en un partido tan importante. Pero ¿le importo dejarme? No, no lo hizo. -Iba a replicar, pero él habló antes de que yo lo hiciera. -Sólo te pedía eso, Carolina. Te pedía que estuvieses para mí en este partido, pero ni eso pudiste hacer por tu novio.

Lina • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora