»36. Frío y distante«

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MARATÓN 3/3

Carolina.

No comprendo aún como pude llegar a esta desagradable situación. Sé que Agustín está furioso y herido, pues puedo apreciar como suelta el ramo de rosas y arremete dos puñetazos contra Jorge, separándonos.
Jorge aterriza al suelo y antes de que intente protegerse o algo, Agustín se pone encima de él y vuelve a asestarle otro golpe en su mejilla. Ahí es cuando yo reacciono.

-¡Te advertí, pedazo de mierda! ¡Te dije que no te aprovecharas!

-¡Agustín, detente! -Agarro el brazo que prepara para ser lanzado contra Jorge, y tiro de él para alejarlo. -Cálmate, por favor.

A este punto ni siquiera soy consciente de las lagrimas que comienzan a bajar por mis mejillas, de pánico y miedo. Algunas puertas que están en el pasillo por mi departamento son abiertas ante el escándalo. Nunca había visto así a Agustín, nunca, y verlo para mí es doloroso.

Él zafa el brazo con que lo sujeto, haciéndome caer hacia tras por el impuso de fuerza que ejercía sobre él. Ni siquiera voltea a mirarme, esta cegado. Un señor de algunos treinta y algo, sujeta a Agustín de la cintura, alejándolo de Jorge, quien se hace un ovillo y comienza a quejarse y gemir de dolor. Yo me acerco a él, tiene muchos moretones y su nariz y labio sangran.

-Dios mío, Jorge, hay que llevarte al hospital. -No toco sus heridas.

-¡¿Qué carajo está pasando aquí?! -Me giro para ver a el señor de seguridad que siempre cuida la puerta del edificio. Agustín se revuelve entre los brazos del señor que lo sujetaba y se suelta.

-¡Lo estaba matando! -Grita una señora de cincuenta años, horrorizada, apuntando a Agustín. Yo la fulmino con la mirada. Vieja chismosa.

-Llamen a una ambulancia. -Grita otro señor.

-Ya viene en camino. -Contesta una chica joven.

El señor de seguridad se acerca a Agustín y lo sujeta del brazo.

-Tendrás que acompañarme a la policía, amigo. -Me topo con los ojos de Agustín, esperando que lo acompañe o diga algo, pero no lo hago. Rehúyo de sus ojos y me concentro en Jorge, él necesita de mi ayuda en estos momentos.

-Ya viene una ambulancia, Jorge, tranquilo. -Él solo gime en respuesta y toma mi mano.

Al girarme, veo como las puertas del elevador se van cerrando, y Agustín no me mira.



La ambulancia llega unos diez minutos después. Se llevan a Jorge y yo solo me adentro a mi departamento para recoger mi bolso y llaves del coche. Cuando salgo, me encuentro con el detalle de Agustín. Un nudo se hace en mi garganta mientras las recojo y recuerdo su mirada. Venía tan guapo y tan detallista, esta noche no debía terminar así, no otra vez.

Suspiro y respiro lentamente para tranquilizarme. Regreso a mi departamento y tomo el teléfono de casa para marcarle a Julián y Mike, sé que ellos podrán ayudarle. El celular de Julián me manda rápidamente a buzón y solo rezo para que Mike si me conteste.
Al tercer timbre, él contesta.

-¿Va a poner cargos? -Es lo primero que dice y me quedo un poco asombrada.

-Ya lo sabes... -Murmuro, afirmando. Mike resopla.

-Si, Carolina. Él nos llamó a Julián y a mí, porque no tenía a nadie más que lo viniera a sacar y tampoco a apoyar. -Me reprocha.

-¿Él está bien? -Pregunto con cautela.

-No te preocupes por él, solo dime si va a poner cargos contra él. -Pero si me preocupo.

-Mike, dime si está bien, sabes que si me preocupo por él. -Mi voz tiembla.

Lina • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora