»34. Yo también te amo«

2K 157 9
                                    

MARATÓN 1/3

Agustín.

Nuestros labios van sincronizándose entre sí, en un beso apasionado y salvaje. Carolina lleva sus manos a mi cuello para pegar nuestras bocas un poco más. La tomo de la cintura y la pego más a mí.
Me estoy excitando y no quiero asustarla, pero creo que si estamos así de juntos es algo inevitable. Soy hombre y así reaccionamos por naturaleza. Subo mis manos por su costado, pero sin llegar más lejos. Las manos me pican por acariciar su dulce y suave piel, por acariciar cada poro de su cuerpo. Dirijo mi boca a su cuello para darle algunas lamidas y besos, y también marcarla con algunos chupetones. Voy bajando mis labios cada vez más, hasta que llego al borde de su delgado pijama. Sus ojos se cierran por inercia.

- ¿No traes sujetador, Kopelioff? -Mi voz sale ronca debido a la excitación que siento solo al tocarla. Acaricio sus muslos y ella suelta un jadeo. -No te escucho.

-No, Bernasconi, no traigo sujetador. -Se lame los labios y su mirada se abre para verme con ojos retadores.

Gruño por lo bajo y atrapo su labio inferior entre mis dientes, para luego chuparlo y succionarlo. Ella presiona sus labios contra los míos, pero me alejo.

-Debería castigarle por ello, señorita Kopelioff.

Sin contemplaciones, rompo la blusa de su pijama, dejando libre a sus dos amigas. Carolina jadea de sorpresa al verme liberarla con algo de fuerza. Mis labios atrapan uno de sus pezones rozados y necesitados de atención, lo lamo, chupo, succiono y doy algunos besos, marcándolo como mi territorio también. No quiero ni pensar en como se ha de encontrar el segundo lugar donde más me gusta estar, de solo pensarlo me siento llegar al clímax.

-Dios, Agust... -Le pongo un dedo en sus labios para callarla y niego con mi cabeza. Ella me mira un poco confundida.

-No he pedido informalidades, señorita Kopelioff. -Una tímida sonrisa se asoma.

-Señor Bernasconi, me he sentido un poco mal estos días. -Ella hace un puchero que hace que se vea jodidamente inocente. - ¿Me puede ayudar?

Nunca habíamos hecho estos juegos, sin embargo, me gustan. Ella se ve tan linda actuando y provocándome con aquella inocencia que solo yo puedo romper. Y aún así no quiero que ella se sienta obligada a hacer esto solo para complacerme o por temor a que me enoje con ella y vuelva a dejarla. Quiero que ambos disfrutemos, más ella.

-No quiero que te sientas obligada, Carolina. -Mis manos van a sus mejillas y conecto mis ojos a los suyos. Lamo mis labios y prosigo. -Sabes lo mucho que te deseo, sé que lo sientes, pero no quiero hacer esto si tú no lo deseas por igual. No quiero presionarte, quiero que tú quieras como yo. No me voy a enojar e irme si tú quieres ir más despacio, créeme que lo entenderé, bonita.

Ella suelta un suspiro y se sonroja, sonrío porque estoy seguro de lo que está pensando. Sus manos van hacia los botones de mi camisa y comienza a desabrocharlos, mirándome fijamente.

-Te deseo por igual, Agustín. Quiero hacer el amor contigo, hoy y siempre. -Jadeo y junto sus labios con los míos, de nuevo.

Me levanto del sillón con ella en mis brazos, sujetándola de su cintura y su firme trasero, en este último le doy unos buenos apretones y pellizcos. Sus piernas se enrollan en mi cadera y se roza varias veces contra la parte que más quiere poseerla, haciéndome gruñir entre sus besos.
Mi lengua y la ella se juntan, sin pena o vergüenza. Yo también quiero hacerle el amor todos los jodidos días de mi vida. Estoy listo para llevarla hacia su habitación y terminar esto que hemos empezado. Sin embargo, el timbre de su departamento nos hace detenernos en el acto. Separo nuestros labios y puedo sentir como ella se pone tensa al instante. Frunzo el ceño al ver como sus ojos buscan los míos para ver mi reacción, y eso me hace confundirme aún más.

Lina • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora