Capítulo X.

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Siguieron transcurriendo sus años ayudando en la mansión, soportando berrinches y haciendo sus tareas de física, carrera que había elegido a diferencia de contabilidad, misma que don Wrifelt deseaba que siguiera, todo ello hasta el día cuando cumplidos los veinte, la Universidad de Freig Staton le ofreció una beca estudiantil...

Quizá Nicolás nunca había pensado obtener una beca con hospedaje en el campus universitario, pero sabiendo que esta era una gran oportunidad, no la dejaría pasar. Así que casi de inmediato le contó la buena noticia a Wrifelt, no sin antes decirle que le agradecía todo lo que aquel señor había hecho por él.

A lo que ya en su despedida, Wrifelt, abrazando a Nicolás, como si se tratase de un hijo, expresó:

-Ve en paz, no me debes nada muchacho, todo te lo has ganado con tu propio esfuerzo, yo sólo te di una pequeño empujón.

[Una oportunidad; cuantas veces, que alguien crea en nosotros, eso es todo lo que necesitamos -susurra el actual Nicolás, mientras derrama lagrimas al recordar-]

Así el joven Reínz se vio libre de ese mundo, como un ave que se eleva hacia el terso azul del cielo.

La universidad lo acogió en su campo estudiantil, donde luchó por ser el mejor y aun cuando algunos años después, la muerte de don Teodorick Wrifelt quien le dejaría su mansión como pago por sus servicios, lo entristeció mucho, siguió esforzándose y se graduó con honores en física, por lo que transcurridos algunos meses, ya estaba dando clases en dicha universidad.

Sin duda había alcanzado su meta, había demostrado de lo que era capaz.

-¿PERO DE QUE HA SERVIDO?

¿ACASO NO HE DEMOSTRADO MI VALOR?

...Ahora Ya No Sé ¿QUIEN SOY?

-Se pregunta el actual Nicolás-

Reínz... recorrió el camino a toda velocidad, pensando en alcanzar la cima, sin siquiera darse el tiempo necesario para socializar, mas ahora, cuando se enfrenta al implacable tiempo, reflejado en el espejo, piensa, que ha vivido dentro de una obsesión y que quizá, ha dejado atrás algo de su humanidad, por perseguir la sombra de sus sueños.

Entonces, por primera vez en muchos años no reconoce la silueta frente a él, sino que ve el reflejo de un cascaron vacío.

Así que sigilosamente, como si buscase algún rasgo del pasado, se va acercando hasta pegar su rostro al cristal, preguntándose: -¿Quién es él? Para luego tomar impulso y romper con su cráneo el espejo, dejando caer restos de vidrio a sus pies.

Mientras la sangre lentamente comienza a brotar, Nicolás da unos pasos hacia atrás y logra ver una botella de ron, que alguien hacia muchos años atrás había dejado sobre la chimenea, pero que hasta esa noche no se había percatado de su existencia.

Entonces, tomando el primer trago -necesito salir- se dijo así mismo...

IKRÄTHA:  Cuentos de Soledad -Trygdall-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora