º10º

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- tal vez no eres el verdadero Park JiMin que necesitamos. No eres el Alfa. – escupió HyeKyo dando una patada a la hierba, llevándose, en la suela de sus botas, un poco de tierra húmeda. Se dirigió hacia SeokMin superioridad y desentendimiento, como si no le importara en lo más mínimo que un hombre como JiMin esté detrás suyo, listo para cualquier ataque - ve de nuevo a la ciudad y encuentra al verdadero líder, alguien que valga la pena. No un cobarde. – JiMin sintió una punzada cerca del lado derecho de su pecho. Maldita sea, esa mujer estaba mancillando su orgullo - sólo es un afeminado que extraña la ropa de marca y el maquillaje con el que se disfraza. El Alfa es mucho mejor que...- señaló desdeñosamente a JiMin - esto.

JiMin se acercó a la mujer, con las venas a punto de explotar, con la piel hirviendo, su cara no daba para más que un desafío a muerte por cuestionar el Alfa que es y en que se convertirá más adelante. Estaba furioso y se sentía agotado. Hace más de tres horas, estaban enseñándole mierdas de "debes concentrarte" realmente él no tenía la culpa que no estuviese en sintonía con su lobo. Bueno, sí, puede que sea por su culpa el ser incapaz de cambiar, pero, por compasión, JiMin lo ha estado intentando con fervor, él quiere hacerlo, simplemente no lo consigue.

Ok, otro error. Él sabía que un líder jamás diría que no puede hacer algo, eso quiere decir que no es un buen líder, y él pretende demostrar que si puede hacerlo. Por eso mismo, ha estado siguiendo las instrucciones: oliendo los prados, carne fresca, el olor de su amante, aprendiendo a combatir con armas y a usar una espada. Todo lo que había hecho no lograba ser lo suficientemente efectivo como para que JiMin sintiera algún atisbo de cambio dentro de él, ni siquiera sus ojos habían tornado rojos, ni siquiera cuando vio a los betas de la mujer cambiar mientras perseguían una ardilla.

Maldita sea, se veía divertido.

Sin embargo, indudablemente, algo se activó dentro de su sistema cuando HyeKyo se atrevió a insultarlo de ese modo, humillándolo, hiriendo lo que todo Alfa detesta. Su orgullo estaba tan pisoteado como jamás logro recordar en un debate o una pelea con los puños al aire. Él era el que insultaba. Y que una mujer más baja que él, más delgada y más vieja, le dijera que era un cobarde, dolió, no hay que negarlo, lastimó hasta las mismas profundidades de su célula mas replicada.

Después de ese duro monologo de palabras y su repentino acercamiento. JiMin retrocedió, no es que no pudiera hacer algo con la mujer, HyeKyo era perfectamente capaz de defenderse ella sola. Lo que pasa es que JiMin sabe que en esto de las manadas los desafíos son de humillación o muerte segura, él sin duda no quería que se le doblegara más en frente de los que serían sus colegas. Como la mierda de vergonzoso. No obstante, en el momento en el que dio su segundo pasó, se tomó la cabeza y cayo de rodillas, gimiendo de dolor. Su piel se desgarraba, sus huesos crecían y tomaban rumbos diferentes. Respiró con fuerza, mirando como sus antebrazos se cubrían de pelo gris y blanco, como sus pantalones eran desgarrados conforme crecía, como su abdomen se expandía. Gritó de dolor, soltando un leve aullido antes de cambiar por completo.

Los presentes retrocedieron, admirando la forma y porte del lobo que gruñía ante ellos. JiMin era como su madre. Lobo blanco, más grande que el promedio de los lobos árticos, orejas más pequeñas y lo que llamó más la atención, no poseía la destreza humana en sus ojos, son de un tono azul, tal vez turquesa. Extraño, todos tienen sus ojos con su color humano por excelencia como la única prueba que no son completamente animales de cuatro patas, sino cambia formas auténticos. Parecía ser incluso mucho más agresivo. Se veía listo para atacar a todos de una sola mordida y HyeKyo estaba un poco preocupada de que JiMin se sintiera tan aturdido que no estuviese capacitado de mostrase de acuerdo ahora con su parte humana.

Mandó a los centinelas a vigilar los movimientos de JiMin, mientras le decía a los Omegas y niños que por ninguna razón se cruzaran por el claro donde estaban entrenando. Jun, llevaba cerbatana con dardos tranquilizantes. JiMin cada vez se acercaba más al grupo, gruñendo y arrastrando sus patas. Era prácticamente un desconocido, su naturaleza le impedía querer relacionarse con los lobos de antaño, la misma situación se reducía a su madre cuando vino a corea, pero ella sabía controlar las dos partes. JiMin era como un bebé, no podía caminar bien y de vez en cuando hacia ademan con la cabeza para retirar algo molesto detrás de su mente, HyeKyo comprendía que JiMin estaba luchando con su parte humana.

Essenza (Jikook)《1》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora