Capitulo IX: Después de la noche ¿Cuándo sale el sol?

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Estaba sentada frente en aquel lugar donde había pasado mucho tiempo, antes, cuando era otra. No lograba ver el abismo del acantilado, pero sí lograba contemplar el brillo de la luna sobre el mar. No había ido a dormir, a diferencia de Tyrion, la mujer había dado la cuenta y volvió a las afueras del castillo, no disfrutaba el encierro, menos ahora. El viento frio acariciaba su rostro, podía escuchar el sonido de chillidos a lo lejos, no eran de un animal que pudiera reconocer. La mujer de cabello gris se puso de pie y observó al cielo donde pudo ver a dos grandes sombra surcar el cielo, entonces recordó que uno de los dragones había sido asesinado por el Rey de la Noche y de inmediato relacionó los sonidos que hacían las bestias con unos de tristeza y dolor.

Un fuerte viento despeinó su cabello y la hizo voltear. Pudo ver que a sus espaldas una de las figuras que surcaba los cielos había aterrizado. Evey estaba a un par de pasos para caer al acantilado. El dragón que reconoció como Rhaegal estaba detrás de ella, aquellos ojos del animal brillaron en la oscura noche. Un fuerte bramido salió de sus fauces, la mujer pudo sentir el calor del aliento de la criatura, pero no se movió.

Hey. —susurró la mujer sin moverse, simplemente ladeó la cabeza —Siento lo de tu hermano, —dijo como si la criatura pudiera entenderla —era una criatura hermosa, no merecía morir así. —la bestia se acercó un poco a ella, no obstante, Evey no dio un paso atrás. El animal la olfateó —¿Pasa algo? —preguntó, sabía que el animal no le respondería, pero debía admitir que el silencio le ponía bastante incomoda, sentía algo de temor.

El animal continuó acercándose deteniendo su cabeza a escasos centímetros de la mujer. Evey pudo sentir nuevamente el calor de su aliento. Insegura se atrevió a estirar su mano para tocar al animal. Al comienzo lo sintió extraño al tocar la piel de la criatura con sus dedos, pero en cuanto puso la palma ya no sintió incomodidad. Rhaegal se mantuvo quieto un instante, su hermano continuaba sobrevolando en la cercanía. Todo sucedió rápido, como un susurro que se lo lleva el viento escuchó débilmente: "Deja a las sombras entrar..." murmuró una voz que juró que se trataba de alguien ubicado a sus espaldas, se volteó con rapidez pero no vio a nadie, frunció el entrecejo y volvió a mirar al animal. Estaba confundida.

¿Intentas decirme algo? —Preguntó con evidente confusión. La criatura acercó su cabeza un poco más a ella, en respuesta, la mujer volvió a acariciar su hocico, después de esto, el dragón emprendió vuelo.

La razón de su paseo nocturno era su insomnio, no lograba conciliar el sueño pues cada vez que cerraba sus ojos escuchaba una voz que le llamaba en un idioma que no reconocía. Frunciendo el entrecejo intentó conectar los sucesos pero fue inútil. Observó la palma de su mano, intrigada y, entonces, volvió a escucharlo "Ven a las sombras...", cuando cerró sus ojos pudo ver siluetas, grandes siluetas que se movían en la oscuridad, logró escucha sonidos que no pudo identificar. Asustada abrió sus ojos y sintió un escalofrió recorrer su espalda.

Regresó al castillo casi de inmediato a paso rápido. Evey no se consideraba a ella misma una persona asustadiza o alguien que pudiera sentir miedo fácilmente, sus miedos se basaban netamente en cosas que no podía controlar... esa siluetas, esos ojos brillantes en la oscuridad y los chillidos que escuchó calaron como el frio cada uno de sus huesos. Las pesadillas no eran algo nuevo para ella, siempre las tuvo, pero jamás le sucedió algo similar.

Sus pasos hicieron eco en los pasillos, se detuvo frente a una de las puertas e iba a golpear la madera con sus nudillos, pero dudó. Molestar a Jon cuando él debía concentrarse en lo que sucedería los próximos días no era la mejor opción, era egoísta. Se sentía algo perdida, deseó que Nana estuviera cerca, ella siempre sabía que decir. Un suspiro dejó sus labios, debía intentar dormir, partirían temprano hacia Invernalia y por mucho que quisiera llegar pronto, prefería viajar en el barco con los demás que por cuenta propia.

Giró sobre sus talones para marcharse y se encontró cara a cara con alguien, no alcanzó en primera instancia a distinguirle, pero luego de unos segundos se dio cuenta. Su corazón latió fuerte, se había asustado pues le había atrapado desprevenida, la mujer de cabello blanco no esperaba toparse con nadie, menos a esas horas.

¿Estas bien? —preguntó aquel con evidente preocupación en sus facciones. La mujer negó, pero aquello no convenció a su interrogador —¿Segura?

Sí, —dijo finalmente, no quería preocuparle —sí, estoy bien... —dudó por un momento, por breves segundos deseó compartir las extrañas cosas que en su cabeza sucedían pero ni ella misma estaba segura de cómo podría expresarlas.

Deberías descansar —Jon la sacó de sus pensamientos —Mañana partiremos a Invernalia y lo mejor es que descanses —le sonrió intentando ayudarle, no sabía exactamente que podía hacer para aliviar lo que fuera que le sucedía a la mujer, estaba casi seguro que ella nada diría.

Evey asintió, despegó sus labios para hablar pero ningún sonido salió de su garganta, se quedó de pie observando el suelo. Tenía un presentimiento, algo que le llamaba desde lejos pero al mismo tiempo, cada vez lo sentía más cerca. No sabía cómo explicárselo a otra persona, lo que sentía dentro de su pecho, cuando sentía que las sombras le seguían, que alguien o algo le observaba desde la oscuridad y quizá la clave estaba en la tierra de las sombras, pero ahora el inminente peligro, lo que debía enfrentar, era al rey de la noche y su ejército.

Tienes razón, —admitió, levantó su cabeza y le sonrió a Jon. —mañana... será un largo viaje, pero con suerte todo terminará pronto, o al menos eso espero...

Snow puso su mano sobre el hombro de la muchacha —Venceremos, ven. —le ofreció su mano a lo cual la mujer dudó, pero Jon fue más rápido y tomó su mano, algo a lo que ella no se resistió.

Caminaron en silencio, sin cruzar las miradas. Evey de vez en cuando observaba su mano, la que Jon había sostenido durante todo momento. En su cabeza habían miles de preguntas, dudas, temores, todo era nuevo para ella, ella misma ya no sabía quién realmente era ni mucho menos su propósito en esta vida ¿Iba a ser una buena influencia para el mundo? ¿Iba a convertirse en Hela? Tenía miedo de ella misma, de las voces en la oscuridad, de lo que sentía.

No se dio cuenta de hacia dónde iban sino hasta cuando se detuvieron, estaban al borde del acantilado donde la luz de las estrellas débilmente brillaba sobre el océano. La mirada llena de confusión de la mujer de ojos purpura se posó sobre Jon que le sonrió.

Snow respiró hondo y gritó; —¡Jodete mundo! ¡Vamos a patearle su congelado trasero al Rey de la Noche!

Los ojos de Evey por un instante se aguaron y una gran sonrisa se dibujó en sus labios. Los recuerdos cayeron sobre ella como luces parpadeantes, recordó cuando recién le conoció, donde sintió la necesidad de animarlo cuando le vio preocupado y temeroso del futuro. Hoy era Jon quien le animaba a ella y, su corazón latió fuerte por lo que únicamente, su primera reacción fue abalanzarse sobre él y abrazarlo con fuerza, hundió su cabeza sobre el pecho del sureño y sonrió para sí misma.

Bufón de la noche —le corrigió ella sin despegarse de él —le patearemos el frio trasero al bufón de la noche.

Los brazos de Jon rodearon la cintura de la mujer de cabello blanco y apoyó su mentón sobre su cabeza simplemente sosteniéndola junto a él.

Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora