La nieve caía desde el cielo, los copos suavemente se posaban sobre su cabello, con ternura acompañándola en su viaje. El frío lograba llegar hasta sus huesos pero el fuego en su alma la mantenía cálida. El caballo había casi caído rendido de cansancio por lo que la mujer lo abandonó en un pueblo dejándolo en manos de un campesino que seguramente se ocuparía de este. Llevaba corriendo metros, kilómetros, jadeaba de cansancio, el aire que entraba por su nariz y garganta era frío, podría congelarla por dentro. Se detuvo. Apoyando ambas manos sobre sus rodillas tomó un descanso, no obstante, sus pensamientos no se detuvieron. No podía ver más adelante, la neblina le impedía ver que sucedía, pero el silencio lo decía todo, los pueblos que pasó y yacían en escombros le contaron lo que necesitó saber.
"Puedes hacerlo mejor que eso," murmuraba una voz en su cabeza, una voz que parecía conocer pero al mismo tiempo, no sabía de quien se trataba "solo déjate llevar". —Callate —dijo en voz alta con solo un hilo de voz. Su respiración agitada, su cabeza hecha un lio, pero ahí estaba de pie y sabía que poco a poco, los muertos venían.
Sabía que aquella era Hela, lo sospechaba aunque nunca antes hubiera escuchado su voz. Era la voz del pecado y la tentación, aun había una parte de ella que quería acercarse a la oscuridad, que quería dejarse llevar y desatar todos sus poderes para traer miseria y más oscuridad pero otra parte, la parte racional sabía que si se dejaba llevar, se iba a perder. En el pasado seguramente hubiese sucumbido, pero ahora tenía motivos por los cuales mantenerse en el camino correcto, quería proteger a la gente que estimaba, reparar el daño que creía haber hecho a su gente en el pasado, salvar las vidas inocentes que podían perderse, ver vivir a Jon y quizá, verlo convertirse en un rey.
Recobrando el aliento se impulsó hacía arriba con un bloque de hielo para ver sobre la neblina que parecía no acabar, a lo lejos pudo ver una criatura, un ave quizá pues surcaba los cielos. La muchacha sacudió su cabeza e iba a descender cuando vio a lo lejos un brillo singular y entonces se dio cuenta que estaban cerca, el ejercito de los muertos estaba a solo kilómetros de distancia y lo que los sobrevolaba era un dragón... un jodido dragón.
Evey ni siquiera pudo maldecir en voz alta, descendió y tomó un nuevo aliento, debía volver, y hacerlo antes que los muertos.
Se esforzaba por mantenerse en la línea recordando cada uno de esos buenos momentos. En casi ningún recuerdo estaba su familia, solo su Nana y alguno que otro con su padre. Fue tan poco el tiempo que pasó junto a él, sus deberes reales muchas veces le impidieron pasar tiempo de calidad con su hija y mientras su madre la ignoraba completamente a menos que se tratara de algo que tuviera que ver con la corona, nana siempre estaba ahí. Hubiera deseado una infancia diferente, tener mejores recuerdos con este, pero que le dejara abrir sus alas y la alentara a abdicar fue el mejor regalo que pudo darle: su libertad. Evey recordaba a su padre con cariño mientras que su madre era una de esas sombras que le atormentaba en su cabeza.
Mientras corría lo pensó, ¿Qué pasaría con la gente de los pueblos que no tenía idea de que pasaría? Había visto una que otra pequeña aldea y aquellos morirían si el ejercito de los muertos llegaba hasta ahí. Se detuvo. Mirada perdida en el horizonte ¿por dónde comenzar?
—No puedes salvarlos a todos Evey, —se recordó a si misma —pero puedes intentarlo.
Sus ojos brillaron de un intenso color purpura, levantó sus brazos hacía el frente y poco a poco, al compás de sus manos alzándose un muro de fuego morado fue levantándose, quizá eso los detendría, quizá con eso podría comprarles algo de tiempo. Después de pestañear varias veces sus ojos dejaron de brillar pero sintió su cabeza dar vueltas, susurros de nuevo en sus oídos, susurros que decían mil palabras pero al mismo tiempo nada.
—Lo prometí. —dijo levantando la voz —Es mi vida, no vuestra, no de Hela, no de mi madre, es mía y no seré una marioneta, no voy a hacerlo. —sus ojos se abrieron, brillantes, las llamas que había creado frente a ella, se alzaron un poco más ardiendo con furia —No tengo miedo de quien soy, —musitó cerrando sus ojos —soy libre de elegir y nada ni nadie va a controlarme. —y sí, necesitó decirlo en voz alta para convencerse a sí misma de ello y resultó pues las voces callaron.
Las llamas danzantes frente a ella se mantuvieron, sus ojos volvieron a su color morado, tranquilidad y paz se reflejaba en su mirada aunque también cansancio. Se volteó y comenzó a trotar, tenía que regresar.
La mirada de Jon era de incredulidad ¿De qué estaba hablando Sam? No podía ser posible, lo que decía no tenía sentido ¿por qué se lo ocultarían? Y ahí estaba sentado sin saber que decir ni que hacer mientras su amigo le explicaba su descubrimiento, mientras incluso Bran le relataba los hechos a Snow se le hacía difícil imaginarlo. Su mente divagaba, pensó en todo lo que se perdió por ser un bastardo ¿Acaso el trato de Catelyn Stark hubiera cambiado hacía él? seguramente, lo más obvio era que sí, que todo hubiese sido diferente.
Cuando dejó la habitación no le dijo a nadie, ni a sus hermanas... no, sus primas, ni a sus primas ni a nadie, ni siquiera a quien parecía ya su fiel compañero; Davos. Como hubiera deseado que Evey estuviera ahí, seguramente lograría animarlo con alguna tontería pero ella había cambiado también, desde su regreso ya no era como antes, podía ver en ella una oscuridad latente, la preocupación en su mirada y el dolor en sus expresiones, no era un dolor físico, era un dolor en su corazón, o en su alma. Pasaban tantas cosas en ese mismo momento que temía por ella que no regresara o, que al regresar ya no fuera ella sino aquello a lo que parecía temerle, tenía miedo de perderla para siempre.
Jon caminaba tan ensimismado que ni siquiera vio a Daenerys llamar su nombre, la ignoró por completo incluso cuando pasó por su lado. Sentado cerca de las caballerizas ni siquiera escuchó los pasos de la joven que estaba a su lado.
—Va a volver —aseguró con tanta convicción que parecía una pitonisa.
El pelinegro levantó su mirada —Arya —dijo con sorpresa.
—Yo que tu no me preocuparía, no parece ser la clase de persona que hace las cosas sin conocer los riesgos —se sentó a su lado y le sonrió.
—¿La conociste ya? —le preguntó Snow.
—Brevemente —respondió ella —llegó antes que ustedes y se fue tan rápido como recibió la noticia. Sansa me habló de ella, dijo que llegó hace meses aquí para "ayudar" y que desde entonces ha estado a tu lado.
Jon esbozó una pequeña sonrisa al recordar los momentos que pasaron juntos, la conocía desde no mucho tiempo y parecía que era desde hace una eternidad. Ella era diferente para él, especial, aquella que renunció a la corona por querer proteger a los demás, quien aunque podía hacer que el mundo se arrodillara ante ella, optaba por vivir una vida simple, era digna de admiración para él.
—Sí, me ha apoyado en todo, —contestó —es una buena persona.
—Y te gusta, tú le gustas. —dijo Arya sin pensarlo tomándolo por sorpresa.
—Sí. —admitió casi de inmediato. Siempre había sentido confianza con la más joven de los Starks, de hecho, en Evey vio un poco de su hermana, esa rebeldía, ese deseo de ir en contra de todo lo socialmente correcto.
—Volverá, no se ve como una persona que huye —la muchacha se levantó y puso su mano en el hombro de Jon, luego se marchó.
"Eso espero" pensó. Solo esperaba el momento en que pudiera deshacerse de todo el peso sobre sus hombros pues de no haber sido por regresar para ayudar en la batalla contra los muertos, seguramente ya estaría lejos, en Essos, viajando y disfrutando de la libertad, quizá siendo un granjero, un mercenario... cualquier cosa podría haber sido de haber huido y a veces se lo preguntaba, se preguntaba qué sería de él cuando todo terminara. Jon no quería un trono no quería una corona sobre su cabeza ni un pueblo a sus pies, solo quería tranquilidad y libertad, estar en un lugar donde nadie lo juzgara ni lo mirara con desprecio, donde ninguno esperara demasiado de él pues siendo un Snow, un bastardo, un Stark o un Targaryen, siempre habría gente poniendo expectativas sobre él y el pelinegro lo único que quería era llevar una vida tranquila, quizá una vida junto a ella, si Evey lo aceptaba.
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Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]
FanfictionUna misteriosa forastera llegó desde el lejano norte, desde más allá de las tierras del eterno invierno hasta Westeros para cambiar la vida de alguien en particular: Jon Snow, sin esperar que su vida cambiaría también por él. Escondiendo secretos, c...