Capitulo V: Una voz familiar

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Jon estaba de pie en el sendero que conducía al castillo, cerca de las escaleras observando el mar, partirían dentro de poco a Desembarco del Rey. Tenía entre sus manos la pequeña daga que le había obsequiado Evey semanas atrás. La observaba con nostalgia, la extrañaba, con el paso de los días el dolor no desaparecía, ese vacío que había dejado en el no podía ser llenado y, aunque estaba al tanto que aquellas preocupaciones debía dejarlas a un lado para concentrarse en el ejercito de los muertos, no podía sacarla de sus pensamientos. Recordaba con claridad todos esos instantes en que la mujer logró sacarle una sonrisa, lo que no recordaba era; el beso que le dio antes de partir. Los hechos se desarrollaron con tal rapidez que no tuvo tiempo para procesar nada, su instinto básico de humano le empujó a escapar.

La extrañas. —dijo Davos que había estado observando a Jon desde hacía unos segundos. Jon no se volteó pero el suspiro que escapó de sus labios lo dijo todo. —Debo admitir que hace falta, —él también la extrañaba, se había acostumbrado a la presencia de la mujer, a sus bromas, a su personalidad, era tan inquieta como un huracán —su sentido del humor era único.

Podía asegurarlo, ella era única en su especie y no solo porque era capaz de crear hielo, manejar el agua a su antojo, sino por su brillante sonrisa, por aquellos ojos que decían mucho más que las palabras que la mujer podía decir. Le hacía falta su sonrisa, sus risas, sus bromas... su presencia.

Pude haber hecho más, —se lamentó Snow. Se sentía culpable, de eso no había duda, pero en el fondo sabía que no hubo nada que el pudiera hacer, ella se quedó atrás para salvarles, para detener a los muertos que iban hacia ellos. —debí... —guardó silencio.

Davos se acercó a Jon ubicándose a su lado. Puso su mano de manera paternal en el hombro de Jon. No había nada que pudiera decirle para calmar el dolor de una perdida, nada iba a llevarse el dolor. Era una pena, una completa lastima lo que le sucedió a ella, le rompió el corazón cuando se enteró. Ser Davos siempre vio a la rubia mujer como alguien invencible, imparable, el imaginarla peleando y muriendo era difícil.

Cuando los preparativos estuvieron listos, partieron hacia Desembarco del Rey. La junta se realizó de inmediato en Pozo Dragón. Brienne y Podrik en representación de Sansa. Cersei, Tyrion y Jaime Lannister junto a otros más. Daenerys fue la última en llegar con sus dos Dragones. Se hizo la demostración de la amenaza, era suficiente para que creyeran sus palabras. El perro fue quien decidió intentar acabar con la criatura, pero tras cada golpe que recibía, la criatura continuaba moviéndose. Todo estaba hecho, las alianzas se habían formado. Debían regresar y comenzar con los preparativos para la guerra. A Jon le satisfacía el saber que finalmente los demás harían a un lado sus diferencias para concentrarse en el verdadero peligro.

Volverían a Roca Dragón para elaborar una estrategia lo antes posible. El viaje fue largo, Jon pasaba últimamente bastante tiempo con Daenerys, los dos se estaban volviendo bastante cercanos. El Rey en el Norte veía a la madre de dragones como una mujer admirable que había logrado demasiado en poco tiempo, tenía un corazón noble y era dueña de una belleza indiscutible. Había pequeñas chispas entre ellos, eso nadie lo dudaba. Lamentablemente, Jon no podía verla de otra forma, no cuando cada instante en el que cerraba sus ojos veía a la forastera.

Llevaron pasada la tarde a Roca Dragón, por el día solo restaba descansar y reponerse del viaje que les había tomado casi un día completo. Jon intentaba dormir, en la oscuridad de la habitación, no escuchando más que el sonido de su respiración y ocasionalmente la melodía del mar, no lograba relajarse. ¿Cuánto había pasado? ya casi un mes quizá y seguía sintiendo como si todo hubiese sucedido ayer. Cada vez que intentaba dormir la veía ahí, en la nieve sobre un charco de sangre. Evey había significado bastante para él, no iba a olvidarla.

Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora