Sus ojos se cerraron para dar paso a pesadillas, podía ver a la misma Hela caminar en la ciudad, con su oscuro cabello ondeando en el viento, adquiriendo casi un brillo que parecía que lo hacía flotar, sus ojos morados destellaban ira y a cada paso que daba no sembraba más que destrucción. La gente se arrodillaba a su paso agachando sus cabezas con temor. Un giro inesperado la situó a ella en el papel de Hela, sus pasos eran seguros y su cabeza levantada, observaba a la gente arrodillarse y podía ver el lugar de donde provenía prácticamente igual a como estuvo el día en que emprendió el viaje al sur.
Evey caminaba seguida por guardias reales que portaban oscuras armaduras grisáceas, entre la gente pudo ver a su padre arrodillado casi antes de llegar al trono, y su madre... no había señal de ella. Tomando su trono, el show continuó y un sonido de cadenas hizo eco en el silencioso palacio. La demacrada imagen de Jaira se dibujó ante ella, ropa sucia y cabello despeinado, con cicatrices y heridas frescas en su cuerpo casi se arrastraba hacia el trono que ahora ocupaba su hija... Jaira ya no estaba orgullosa de ello.
—Evey, hija... —le llamó pero de inmediato una lanza pinchó la piel de la mujer y ello le impidió continuar hablando.
—No se dirigirá a nuestra reina si no se le ordena —le advirtió el guardia real.
La mujer de cabello blanco sonrió mientras se levantaba de su trono, bajó los peldaños y sus pasos hicieron eco —Jaira... —la llamó y la mujer alzo su cabeza para observar a su hija —te sentencio a la muerte.
Los desgarradores gritos que emergieron de la garganta de Jaira fueron aterradores, la gente temblaba de miedo mientras el cuerpo de la mujer se levantaba en el aire y comenzaba a prenderse de fuego, un fuego morado que la consumió tan rápido que terminó convirtiéndola en cenizas. Evey volvió a sentarse en el tronó y pudo escuchar un eco antes de despertar. "Larga vida a la reina"
—¡NO! —estaba sentada, ni siquiera tuvo la oportunidad de recostarse en la cama que le ofrecieron en el barco. Su frente empapada de sudor y un calor inusual en su cuerpo, rápidamente pudo ver que la silla en la que estaba sentada se había encendido en llamas por lo que buscó apagarla rápidamente, por suerte, nadie lo notó.
Ambas manos en su rostro mientras la duda apuñalaba su mente ¿era un sueño o un presagio? Lo había sentido real, los gritos de su madre, el frio del norte en su piel, pero por sobre todo, recordaba vívidamente la satisfacción al haber visto a su madre arder en llamas.
La puerta se abrió dando paso a un preocupado Ser Davos —¿Está bien señorita? —preguntó.
No respondió, ni siquiera lo notó, Evey continuaba sentada con ambas manos en su rostro mientras que Davos si pudo notar la madera chamuscada y el agua en el piso. Temió acercarse a ella, por primera vez desde que la conocía sintió temor en aproximarse, la mujer de pelo blanco desprendía un aura oscura, daba una sensación de temor y era como si una pared invisible le impidiera avanzar. Evey abrió sus ojos y al levantar su cabeza aquella pared desapareció, aquel siniestro sentimiento que se apoderó del hombre que la observaba, aunque se marchó, vestigios de este permanecieron en él.
—Lo siento —se disculpó la mujer de ojos purpura.
No supo que decirle, pero rápidamente recobró la compostura —¿Esta bien? —preguntó Davos nuevamente, intentando armarse de valor.
Evey asintió simplemente —Necesito aire fresco —dijo y se puso de pie dejando a un confundido y asustado Ser Davos detrás.
Al llegar a cubierta de sus labios escapó un suspiro, al alzar su mirada pudo ver a los dragones sobrevolar uno de los barcos, ella explícitamente había pedido viajar en uno diferente al de Daenerys, así que viajaba en uno con los inmaculados y Ser Davos. Snow había tomado otro de los barcos y no era que estuviera intentando alejarse de la norteña, no, era ella la que buscó alejarse de él.
El corazón le latía diferente, aquel aire tibio parecía molestarle únicamente a ella, y las voces en su cabeza, el recuerdo de su pesadilla se repetía una y otra y otra vez. No quería terminar como Hela, no quería un reinado de terror, no quería convertirse en un icono de temer, simplemente quería sobreponerse a la oscuridad que ahora era parte de ella, domarla y no perderse en los caminos que transitaba.
—Evey —dijo una voz que hizo que no solo la forastera diera un respingo y se volteara, sino también que una llama de color morado apareciera en la palma de su mano lista para ser lanzada. —¡Woow! ¡WOOW!
Cuando la rubia se dio cuenta de quién era la persona que estaba a su lado, el fuego se disipó. Otro suspiro escapó de sus labios —Pensé que viajabas en el barco de Danerys —le dijo a Jon Snow que estaba de pie tras ella.
Notó la frialdad en sus palabras, la frialdad en ella y el opaco color de sus ojos —¿Sucede algo? —Pregunto casi de inmediato.
¿Decirle la verdad o mentira? Esa fue la interrogante que debía responder antes que la pregunta del pelinegro pero no la encontró de inmediato, la respuesta tardó segundos en llegar y el incómodo silencio entre los dos fue tardíamente interrumpido por la voz de la propia mujer.
—Pesadillas —dijo sin darle más vueltas.
Snow puso su mano sobre el hombro de la mujer y le sonrió —Son solo eso, pesadillas —Ser Davos le había informado lo que minutos antes había pasado.
—Yeh... —respondió ella evitando la mirada —lo son, solo pesadillas, no presagios, solo malas jugadas de la mente, estaré bien —y con eso tomó la mano de Jon y la sacó de su hombro —necesito estar sola.
No le dio chance de decir algo ni de detenerla, caminó hacia el otro extremo del barco y se quedó ahí el resto del viaje. Sus emociones mezcladas le dificultaban el estar ahí, el miedo que tenía a cada cosa que su mente le presentaba como un posible futuro, cada evento que podía desatarse le impedían disfrutar de su "regreso".
"Larga vida a la reina" era lo que resonaba en su cabeza ¿Qué tal si eso pasaba? Quizá y se convertía en la reina al regresar a casa, quizá todo saldría mal y todos morirían, quizá eso era lo que buscaba su nuevo "yo", poder y venganza, ver a los que un día le apuntaron con el dedo arder en cenizas. Su mirada se perdió en las olas y solo fue despertada de su transe por el sonido de los dragones que parecían llorar aun la perdida de uno de sus hermanos. El tiempo pasó y comenzó a oscurecer, la noche caería pronto y volvió a su camarote y eventualmente se quedó sentada al borde de la cama. No le había bien pensar, con ello solo lograba llenarse de amargos pensamientos y oscuras posibilidades. Sintió las lágrimas en sus ojos y el nudo en su garganta le avisó que pronto lloraría.
Dos golpes en la madera de la puerta detuvieron sus lágrimas, la mujer limpio su rostro con la manga de su camisa y abrió la puerta solo para ver a Snow de pie frente a ella. Sus ojos se fijaron en los de ello y sin decir nada, se abrazó a él, ninguna lágrima rodó por su mejilla, sin embargo, extrañamente sintió en su corazón una calidez que por segundos extinguió toda preocupación y miedo en ella. Cuando se alejó de él y sus miradas se cruzaron nuevamente, los ojos de Evey volvieron a tener su natural brillo.
—Lo siento. —y se estaba volviendo una costumbre disculparse por todo —Es difícil lidiar con esto, a veces siento que me volveré loca, que terminaré matándolos a todos, reinando en el norte como lo hizo Hela. Siento que debo solucionar tantas cosas, que debo reencontrarme a mí misma y se me dificulta, —explicó sin siquiera haber sido interrogada —es como si no supiera quien soy...
—Eres Evey —le dijo Jon y alborotó su cabello —No puedo entender por lo que estas pesando, pero sabes que puedes contar conmigo, incluso con Davos, no te dejaremos sola en esto —le aseguró con una sonrisa y una suave caricia en la mejilla de la mujer.
—Gracias —Evey volvió a abrazarse a Jon.
Extrañaba a Nana, su abuela siempre fue su único apoyo, su consejera y la única que creyó en ella, el saber que otras personas estaban para atraparla si caía le brindaba la luz que mantenía a raya su oscuridad, porque en el fondo Evey sentía lastima por Hela, porque la oscuridad la terminó por consumir cuando ninguna luz le fue brindada.
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Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]
FanfictionUna misteriosa forastera llegó desde el lejano norte, desde más allá de las tierras del eterno invierno hasta Westeros para cambiar la vida de alguien en particular: Jon Snow, sin esperar que su vida cambiaría también por él. Escondiendo secretos, c...