Capitulo XVII: La batalla empieza

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El viento frio, la nieve levantándose del suelo, huellas sobre huellas, sangre sobre el blanco manto extendido bajos los pies. Ruidos, rugidos y chillidos, sonidos que llenaban sus oídos mientras con su mirada aturdida observaba hacia adelante. La batalla se había desatado tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Casi podía sentir el cálido aliento de los dragones quemar todo a su paso casi acabando con aliados y enemigos en conjunto. Difícil debía ser dirigir un dragón cuando con una llamarada no solo mataría al enemigo, sino también a los amigos.

Tenía una gran cicatriz en su rostro, sangraba y no se detenía. Un gran grupo de espectros se abalanzó sobre ella que descuidada, era una presa fácil, equivocados estaban. Una gran llamarada de color morado los redujo a cenizas. Limpió la sangre de su mejilla y miró con odio en su mirada a quien sobrevolaba los cielos y no, no era Daenerys sino el Rey de la Noche montado sobre el dragón espectro.

Si bien Evey podía producir grandes llamas se arriesgaba a lastimar a quienes luchaban fervientes en el campo de batalla, no obstante, todo aquel espectro que se acercó a ella con sus armas para herirla terminó en una bola de fuego, chillando hasta caer finalmente "muertos". Su mirada estaba fija en el Rey, ni Jon Snow ni ningún otro importaba en ese momento, lo único que deseaba era acabar con él, si lo mataba, todos los demás caerían, solo necesitaba cortar la cabeza del titiritero para acabar con todo, pero se le hacía tan difícil.

La muerte la rodeaba, no solo del bando enemigo sino también del enemigo pues cada dothraki que caía, cada inmaculado que moría se unía al ejército del Rey de la Noche.

Los ojos destellantes de Evey, no pestañeaba al caminar. Los otros, los caminantes blancos, los que aprecian ser una especie de "generales" eran un blanco más seguir por lo que rápidamente se dirigió hacia ellos y no importó la cantidad de muertos que se lanzara sobre ella para detenerla, esta vez, la mujer de cabello blanco no tenía limite y antes que cualquier espectro pudiera tocarla, caía envuelto en llamas.

No escaparan. —dijo acercándose, su voz sonó tan tenebrosa y oscura, pero el sonido se perdió entre el bullicio de la batalla. —Yo también puedo hacer esto —En su mano apareció una gran lanza pero no hecha de hielo como las que usó en algún momento, esta estaba hecha completamente de fuego.

Lanzó con fuerza y aunque los espectros intentaron proteger al Otro, este no tuvo suerte pues atravesó a cada uno de ellos hasta llegar al pecho de la criatura que se desvaneció rápidamente cayendo con él una gran cantidad de lacayos.

Uno menos —cantó victoria demasiado pronto.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y comenzó a correr con rapidez para acabar con otro de los que había decidido apodar como "manos derechas del Rey de la Noche".

No puso cuidado en ninguno de los que caían a su lado, amigos o enemigos no importaba, ella estaba próxima a su victoria, solo debía alcanzar a ese bastardo que volaba en ese dragón de color celeste y podría acabar con todo. La tenebrosa sonrisa en sus labios, el destello en sus ojos y el flotar de su cabello blanco casi con un aspecto fantasmal la hacían parecer un fantasma.

Envuelta en un remolino de fuego se levantó por los aires para caer solo metros más adelante traspasando una línea de espectros que rápidamente encendió en llamas. Iba tras uno de los Otros que buscaba refugiarse de quien venía tras este. El hielo que alzó a continuación por sobre las cabezas de los demás tenía un aspecto purpura y una textura cristalina, un puente que la ayudó a llegar hasta una de las criaturas y antes que este pudiera defenderse, Evey puso ambas manos en el pecho de este y lo prendió en llamas.

Van dos, faltan dos —dijo y formando un tornado a su alrededor, quemo a todo aquel espectro que saltó hacia ella.

El fuego que corría por sus venas la hacía sentir viva, la destrucción que sabía que podía causar la hacían sentir indestructible.

¡Hey! —gritó hacia el cielo pero el Rey de la Noche ni siquiera se molestó en darle atención, estaba demasiado ocupado batallando con Daenerys y sus dragones restantes.

Casi no tenía tiempo de hacer pausas pues las criaturas saltaban hacia ella como una plaga esperando poder destrozarla con sus huesudas manos, hacerla una más del ejercito de los muertos, pero cada vez que alguno estaba lo suficientemente cerca, las llamas lo consumían.

El espacio entre las pausas y ataques no la dejó pensar en cuál era la suerte que estaba corriendo Snow, pero en cuanto vio a un hombre de cabello negro morir a su lado, sus ojos perdieron ese brillo infernal.

Jon —murmuró.

Buscando al pelinegro entre la multitud no logró encontrarlo. De pronto toda la satisfacción que sintió al acabar con sus enemigos fue reemplazada por un vacío. Corrió entre los muertos y los vivos buscando donde estaba Jon pero no había ninguna pista sobre él, ningún pelo de su rizado cabello que pudiera ayudarla a encontrarlo. Su búsqueda no pudo continuar pues los espectros que parecían salir de la nada, ser cientos, miles, millones, comenzaron a rodearla emitiendo chillidos que llenaron su cabeza de molestos ecos. Sus ojos se cerraron y a su alrededor comenzaron a crecer las llamas, aquellas que impedían el paso de las criaturas.

Tenía que concentrarse, acabar con todo de una vez por todas.

Comenzó a correr buscando al siguiente "general" del Rey de la Noche pero este estaba bien custodiado, estaba casi al final de toda la manada y le sería difícil llegar hasta ahí. Confiada levantó un puente de hielo por el cual comenzó a correr con gran rapidez, equivocada y sobrestimando sus habilidades, fue derribada por una lanza de hielo que se clavó justo en su brazo haciéndola caer de gran altura. Su espalda se golpeó contra el suelo y antes que todos los caminantes blancos se abalanzaran sobre ella, se cubrió con una cúpula de hielo.

No podía respirar, cada intento de llenar su aire de pulmones se convertía en un ahogado jadeo. Los golpes en el hielo de las desesperadas criaturas no se hicieron esperar, pronto la luz fue desvaneciéndose hasta sumirla en la completa oscuridad. La desesperación se hizo dueña de Evey, podía casi sentir como el hielo se quebraba sobre su cabeza hasta que finalmente el aire comenzó a entrar poco a poco en sus pulmones justo antes que la pequeña cúpula colapsara y los caminantes blancos comenzaran a caer sobre ella.

Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora