Lección 31

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Cómo tener un momento íntimo

Habían pasado tres días desde su viaje a Daegu y desde entonces los ánimos del pelinegro habían mejorado considerablemente, sin contar las pequeñas veces en las que su tristeza aparecía al recordar lo sucedido, lo cual era inevitable, pero mucho más controlable que antes.

La mayoría de los días se levantaba tranquilo, no había llanto ni caras largas, sólo bostezos y muecas de sueño que se quitaban en la hora del desayuno cuando ambos conversaban sobre cualquier cosa o sólo se miraban con sonrisas tranquilas. JiMin estaba satisfecho con eso y aún mantenía la costumbre de abrazarlo cuando el pelinegro se mantenía muy callado. YoonGi nunca le dio a entender que le molestaran sus abrazos (no lo hacía), por lo que no vio la necesidad de detenerse.

—¿Lloverá? —preguntó JiMin mirando por la ventana, no había nadie en el parque por el clima, se veía un poco desolado.

Ese día en particular las nubes parecieron ponerse de acuerdo para tapar por completo el sol, el cielo gris y el fuerte frío lo hacían lucir lúgubre y las ganas de salir a la calle eran mínimas. A consecuencia del ambiente YoonGi estaba usando una sudadera y pantalones de pijama gruesos, medias igual de gruesas y JiMin estaba dentro de las mismas prendas por insistencia del pálido.

—No creo, si llueve será granizo —le respondió desde el sofá con una manta encima, la televisión mostraba un programa de variedades común de Corea que no era tan interesante, pero le daba flojera cambiar el canal—. Estamos entrando a invierno, prepárate para más días como estos y para creer que morirás congelado.

El robot lo miró ligeramente sorprendido y regresó su atención a la ventana; las pocas personas que caminaban estaban abrigadas hasta la cabeza con ropas muy gruesas y JiMin hizo una ligera mueca con sus labios. Ellos lucían exhaustos y era un poco injusto que salieran en esas condiciones.

—¿Y si pone la calefacción? —le preguntó alejándose de la ventana, sentándose a su lado y acurrucándose automáticamente al momento que YoonGi lo cubrió con la cobija.

—Porque eso es caro y prefiero morirme de frío que pagar extra por más calefacción —explicó con un tono ligeramente resentido—. Un poco de frío no me mató antes, no lo hará ahora.

—Eso está mal, ahora tiene el dinero para pagarlo —le dijo, mirándolo—. ¿Y si se enferma?

—Tomo unas pastillas y ya —se encogió de hombros.

—No puede automedicarse, está mal —frunció un poco su entrecejo.

—Todos lo hacen, JiMinnie —le sonrió, divertido por las caras de desconcierto que el rubio hacía. Era adorable—. ¿Por qué siempre me regañas? Ah~, pareces mi madre...

—Hyung...

—Además, es lindo estar así —los señaló a ambos—. Abrigados y acurrucados, es cómodo —miró al contrario a los ojos—. ¿O no lo es?

JiMin de inmediato asintió y rodeó sus brazos por sobre los hombros del pelinegro en un fuerte abrazo de oso. YoonGi se rió enternecido por la reacción y atrapó la cintura ajena para corresponderle, JiMin ocultó su rostro en el cuello ajeno y Min se inclinó hacia delante sin poder evitarlo, dejando al contrario recostado sobre el apoyabrazos y él sobre su pecho.

—Sí, es cómodo —sonrió, sus ojos desapareciendo de esa particular manera que había encantado a YoonGi desde que la vio por primera vez.

Min se relamió los labios mientras le sonreía y finalmente recostó su mejilla sobre el pecho contrario buscando comodidad, las manos del robot de inmediato se enredaron en su cabello y comenzaron con pequeños y lentos masajes.

La posición en la que se encontraban era muy íntima, cálida y hacía sentir al pelinegro como si estuviera flotando sobre una nube.

Sin poder evitarlo, sus manos se movieron sobre la cintura ajena lentamente y sus pulgares empezaron a hacer círculos imaginarios sobre la tela de la ropa. Por alguna razón, la necesidad del contacto con el cuerpo de JiMin se manifestó, trayendo consigo la sensación de tranquilidad cuando lo hacía.

Escuchó una risita y levantó la cabeza para ver al contrario, las manos sobre su cabello lo hicieron cerrar ligeramente sus ojos, dándole ese aire de somnolencia y, desde el criterio de JiMin, se veía adorable.

—Hyung, no me haga cosquillas —arrugó su nariz, gesto nuevo y que YoonGi ya estaba empezando a considerar como uno de sus favoritos.

—Lo siento... —habló un poco ido por las caricias que no se detenían. Suspiró ligero y volvió a recostar su cabeza sobre JiMin—. No puedo evitarlo —murmuró y no estaba seguro si lo había dicho en voz alta.

—¿No puede evitar hacerme cosquillas? —ladeó un poco la cabeza.

YoonGi se rió flojamente, sus brazos ahora estaban rodeando por completo el cuerpo de JiMin y adoró la idea de estar en esa posición hasta el fin de los tiempos. Hasta ese día no sabía que un abrazo podía ser tan jodidamente cómodo y satisfactorio.

—No puedo evitar tocarte —sus propias mejillas reaccionaron al doble sentido que se podía encontrar en la frase y volvió a reírse, ahora de sí mismo—. Digo, no lo tomes a mal, es sólo que parece que no puedo evitarlo, me hace sentir tranquilo —sus manos acariciaron su espalda y se acurrucó un poco más en el pecho de JiMin.

—Oh...

—Dime si no te gusta y me detengo.

—No, está bien —negó con la cabeza a pesar de que el pálido no podía verlo a la cara—. Pero recuerde que me puede dar un ataque de risa, así que tenga cuidado con lo que toque de mi cuerpo.

—Eso que dijiste sonó gracioso —se rió, el rubio lo miró confundido—. Está bien, tendré cuidado —cerró sus ojos—. Creo que podría acostumbrarme a que Seúl amanezca así todos los días si eso significa que puedo estar de esta manera contigo... —confesó roncamente.

—¿Le gusta tener frío porque puede hacer estas cosas? —preguntó con curiosidad, YoonGi asintió lentamente porque el sueño estaba regresando a su cuerpo—. Entonces los días fríos son los mejores del mundo —se rió de una manera que hizo al pálido sonreír como un tonto.

Min se levantó de su posición un poco, simplemente quería ver el rostro ajeno.

—Eres adorable.

Entonces el contrario separó sus manos del cabello despeinado del mayor y se cubrió el rostro mientras se reía. YoonGi lo apretujó entre sus brazos y se acercó a su cara. Levantó sus manos e intentó destaparlo mientras JiMin se negaba a hacerlo, las risas de ambos se escuchaban por toda la casa y eso sólo volvía el momento aún más especial. El rubio lucía avergonzado y el corazón de YoonGi no podía con tanto.

—Tan lindo —le dijo sin pena cuando por fin pudo descubrir su cara, JiMin arrugó su nariz cuando una sonrisa enorme apareció y apretó las mejillas del contrario.

—Usted también es lindo.

—No, yo soy guapo, tú eres lindo.

—No es justo~. Yo quiero decir que usted es lindo —se quejó mientras jugueteaba con las mejillas ajenas, haciendo un pequeño puchero del que YoonGi no se pudo resistir.

—Bien, bien —separó las manos de JiMin de su cara y lo miró seriamente—. Sólo tú puedes decirme lindo, nadie más y no lo puedes decir frente a nadie tampoco.

—Será nuestro secreto —puso su índice sobre sus esponjosos labios y el pálido se vio a sí mismo mirándolos más de lo que era necesario.

—S-Sí —sonrió con las mejillas encendiéndose—, un secreto tuyo y mío, de nadie más —le guiñó un ojo y se recostó nuevamente sobre su pecho—. ¿Puedo dormirme aquí?

—Lleva poco tiempo despierto y aún no almuerza —le dijo con un tono preocupado.

—Dormiré aquí —se acurrucó y el robot hizo un sonido de queja.

Y YoonGi sonrió ligeramente, sus ojos cerrándose y su corazón palpitando demasiado feliz para ser normal.

How To Train Your Robot | myg + pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora