Capítulo 22.

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❝Me confundes. Me confundes mucho Abby.❞  ― Will.

Narra Abby.

No lo aguantaba más. Simplemente no lo aguantaba. No aguantaba el hecho de tener rondando a Will por mi cabeza todos los días, el hecho de sentirme sucia o culpable por saber que una de mis mejores amigas está colada ―a medias― por el mismo tío que intenta seducirme cada vez que tiene opción. Tenía que acabar ya con esto, no solo por los motivos que tenía o por Val y sus sentimientos...si no porque yo acabaría mal. Sé que mi atracción hacia Will puede ir a más en cualquier momento, y me da miedo. No quiero acostarme con él o tener un romance de dos semanas y después...después no significar absolutamente nada para él en su vida.

Así que en cuánto ví que Valeria me dejaba sola por los pasillos, no dudé ni un segundo en buscar a Penny, ella me ayudaría a despejarme.

― ¿Qué ocurre? ―dice nada más ver mi expresión.― ¿Ha pasado algo grave?

Niego con la cabeza, pero estoy un poco estresada con todo lo que está pasando.― No, no. ―contesto rotundamente mientras me llevo una mano a la cadera y la miro severamente― Necesito que hagamos algo, cualquier cosa vale. Pero necesito no pensar en nada.

Ella frunce el ceño.― Está bien. ―susurra y me dejo caer en un banco― ¿Qué te pasa? 

― Nada.

― Oh, por supuesto. ―responde sarcástica― Me suplicas que hagamos cualquier cosa simplemente para que dejes la mente en blanco, pero no te pasa nada. No querrías hacer eso simplemente por nada, ¿cierto? ―arquea una ceja.

Suspiro y agacho la mirada.― Solo hagamos algo.

Ella asiente y me tiende la mano, la miro y me sonríe comprensiva. Esto es lo que me encanta de tener como mejor amiga a Penny, se ofrece a ayudarte aún sin que quieras contarle que te pasa. Ella solo asiente, te comprende y te escucha. Y trata de hacer lo que sea por verte mejor.

― ¿Qué te parece correr desde mi casa hasta el parque? ―propone de repente, rompiendo el silencio.

Me encojo de hombros. Una persona como yo no era de hacer mucho ejercicio, más bien me encantaba no hacer nada. Pero necesitaba despejarme y sobretodo no pensar ni en Val, ni en Will...ni siquiera en mí. Así que cualquier cosa valdría, y si Penny proponía hacer ejercicio...lo haría, con tal de no pensar en lo que puede pasar si...mierda, cállate Abby.

[...]

Narra William.

― ¡Eh, corre un poco más despacio tío! ―escucho desde la otra acera los constantes grititos del nenaza de Logan.

Pongo los ojos en blanco, y me paro. Pero si me paraba volvía a recordar que lo que estaba haciendo estaba mal, pero a la vez no podía dejar de hacerlo. Sé que suena egoísta pero no puedo dejar que mi reputación en el instituto se vaya a pique. Me ha costado muchísimo llegar a dónde estoy ahora y por nada del mundo caería desde la cima hasta lo más bajo.

Respiro con dificultad, algo sofocado por el sudor que corre por mi pelo y mi espalda, y algo cansado. La verdad es que desde que hemos empezado a correr, he pasado olímpicamente de Logan y simplemente me he dedicado a correr y despejar la mente, pero...no había funcionado. Esta vez no.

― Quizás si fueras tú un poco más rápido. ―respondo en un tono de voz alto, pero tranquilo.

― ¿Qué? ―grita él mientras se acerca a mí corriendo y se apoya en un muro para estirar las piernas.

Las reglas del juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora