Las reglas del juego ©

Capítulo 15.

Un ligero chillido se escucha por todo el espacio cerrado de la cafetería. Después de aquel chillido todas las miradas se posan en mí y por un segundo un incómodo silencio invade aquel sitio.

Pero el silencio no dura mucho cuando aquel imbécil y gilipollas sin cerebro se dirige hacia mí y dice.

― Es que si no te pusieras siempre en medio... ―pronuncia lentamente con cierto tono miedoso.

Le miro tan fríamente que parece que vaya a asesinarle con la mirada, y así es. Me levanto de un sólo brinco de la silla y me pongo cara a cara sobre él. A centímetros, no me intimida por muy alto que sea.

― ¡Eres un completo gilipollas, ojalá te revienten los...! ―pero él me interrumpe.

― Maldita enana inmadura. ―me susurra mirándome los labios.

Todo vuelve a ser un incómodo silencio pero ésta vez todo el mundo murmura. William sonríe satisfecho, lo ha hecho aposta el cabrón. Me apreto los labios aguantándome la rabia pero no consigo calmarme, me giro y cojo mi plato de spaguetti y se lo lanzo en la cara.

Todo el mundo estalla a risas y le dedico una sonrisa sarcástica cuando le quito el plato de la cara. Él me mira odiosamente y coge de la mesa más cercana detrás suyo un puñado de helado y me lo lanza en la clavícula. Abro la boca ligeramente mirándome el cuerpo, él aprovecha y me mete helado en la boca. Me giro para coger otro pedazo de comida pero al lanzárselo, él se agacha gracias a sus reflejos y consigo darle a Penny en el hombro. Me tapo la boca, pero ya es demasiado tarde. Penny, en un intento fallido trata de tirarme a mí otro pedazo de comida, pero me aparto y le da a otra persona.

Maldita sea, el estúpido de McCall ha provocado una guerra de comida, medio instituto está lanzándose comida unos a otros.

[...]

― Voy a matarle. Te juro que lo mato. ―es lo primero que sale de mis labios al salir del despacho del director.

― Yo creo que no lo hizo con mala intención, empezaste tú. ―lo defiende Val mirando hacia el suelo y buscando uno y mil pretextos para defenderle.

Penny asiente con la cabeza, parece metida en sus pensamientos, pero eso ahora mismo me da igual. Miro a Val con los ojos abiertos.

― ¿Me estás hablando en serio? Ha sido él, que ha venido y me ha echado su comida en la cabeza.

― No lo ha hecho a propósito.

Bufo desesperadamente, estoy empezando a frustrarme y mi paciencia con Val se consume por segundos. Estoy empezando a cansarme de que siempre defienda a William aún sabiendo que la mayoría de todas esas veces él no es la víctima.

― Mañana cenamos fuera chicas. ―suelta de repente Penny, interrumpiendo el silencio que se había ocasionado mientras caminábamos hacia la salida.

Pero en ese momento, me da todo tan igual ya que estoy tan enfadada, que no le respondo, tengo muchísimas ganas de arrancarle el sistema reproductor a ese pervertido. Mi cerebro está maquinando una y mil maneras de cómo matarle lenta y dolorosamente.

― ¿Las tres? ―escucho pronunciar a Val, pero no estoy muy pendiente qué digamos.

― Ajá. Logan y yo hemos pensado que sería buena idea que cenáramos juntos.

― Pero, espera. ¿Quiénes vamos? ―frunce la otra el ceño sin entender.

― Tú, Will, Logan, Abby, y yo.

― ¿Eh? ―susurro saliendo de mi trance al escuchar mi nombre.

― Que mañana iremos de cena juntos.

― No pienso cenar a centímetros de William McCall, yo paso. ―niego con la cabeza.

― Para ti también hay pareja, Abby.

― Qué no. ―vuelvo a decir, cabezota.

― Porfavor Abby, es una oportunidad para estar cerca de William. ―me ruega Val.

La miro mal, fatal, asesinándola con los ojos.

― Vale.

Automáticamente Val se me lanza encima y se me come a besos. Sonríe alegre, pero me separo de ella y le advierto con el dedo.

― Pero como me pronuncies algo que tenga que ver con él en lo que queda de día, despídete de la cena.