Capítulo 3.

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Es miércoles por la tarde y se me ha hecho asquerosamente infinito este día.

Recojo mis cosas de la taquilla y suspiro cansadísima, al cerrarla me encuentro con la sonrisa de William frente a mí. Me echo para atrás del susto.

― ¿Qué tal, Abby? ¿Todo bien? ―sigue sonriéndome tan falsamente que lo noto en seguida.

Pongo mis ojos en blanco y apoyo mi cabeza en la taquilla de al lado, en seguida noto el contacto frío de ésta y me sobresalto un poco.

― Te prometo que estaba genial hasta que tu presencia se ha situado en mi entorno. ―respondo rápidamente con otra sonrisa sarcástica y cierro la taquilla.

Él frunce el ceño y ladea su cabeza. ― No sé que has dicho pero espero que sea bueno. ―se encoge de hombros.

Río, es tan sumamente imbécil.

― ¿Qué quieres, Will?

― Necesito tu ayuda.

Sabía que vendría por eso o para gastarme una de sus bromas. Pero frunzo el ceño y me cruzo de brazos.

― ¿Qué te hace pensar que yo vaya a ayudarte? ―arqueo una ceja.

― Bueno, el hecho de que tu amiga del alma sea Valeria Shiffer, y...tenga que ver con ella. ―responde tranquilo y sonríe triunfador. Hago una mueca.

― ¿Y bien? ―contesto resignada. Él sonríe orgulloso y se inclina un poco hacia mí.

― Me han dicho que te has vuelto toda una gamberra, y que te han castigado el viernes. ―ríe en mi cara y me molesto.

― ¿Y que te influye a ti todo eso? ―digo de muy mala manera.

― Bueno, el caso es que yo también soy todo un gamberro. ―dice como si se sintiera satisfecho de aquello.

Le interrumpo.― No hace falta que lo jures.

― Y también estoy castigado el viernes, pero no puedo limpiar el aula. ―se rasca la cabeza descaradamente.

― ¿Por qué? ―pregunto intrigada y me extraño al ver esa reacción en mí hacia él.

Se ríe seductoramente.― Bueno...es que tengo que cumplir con las órdenes de una amiga tuya, ésto...¿Valeria? ―asiento.

― No limpiaré tu parte también, ya tengo bastante con lo mío. Así que no voy a ayudarte, ¿qué te hace pensar que lo haría? ―digo y en ese mismo momento me incorporo y comienzo a andar hacia la salida del instituto.

― Porque tu amiga se sentirá muy mal si le digo que no puedo estar con ella. ―me guiña el ojo.

Gruño entre dientes, se da la vuelta y se va. Está claro que tendré que hacer ese trabajito...pero por mi amiga, no por él.

― Capullo. ―murmuro y observo su figura desaparecer poco a poco, alejándose.

Las reglas del juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora