Capítulo 36.

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[Por favor, lean la nota del final del capítulo.]

Narra Abby.

Un jodido día. Un jodido día y por fin sería libre de pisar esta cárcel durante dos semanas. ¡Navidad! ¡Y junto a William! ¿Podrían ir mejor las cosas?

Después de aquella inesperada y alocada fiesta en mi casa durante el fin de semana, por fin era miércoles. Miércoles 22 de diciembre, y juro que jamás había sido tan feliz. Todo iba tan perfecto: Penny me apoyaba en todo ―descontando que estuviera actuando de manera rara ―, William y yo estábamos saliendo desde hace casi un mes, y no había vuelto a tener ningún problema con Valeria.

Aunque Colton no había vuelto a mandarme ningún mensaje ni ninguna llamada después de que viniera a echarme una mano en casa. Pero quizás estaría ocupado en otras cosas.

Y dios, William y yo lo habíamos hecho. Y no sólo una vez, sino cientas. Puede ser algo apresurado, pero le creí todas y cada una de las palabras que me dijo en la fiesta, sé que me quiere con la misma intensidad con la que le quiero yo a él. Y no puedo estar más feliz que eso.

― ¡Abby, deja de mirarte el culo en el espejo! ¡Llegarás tarde! ―gritó mi madre desde abajo, y me limité a poner mis ojos en blanco.

― Qué pesada... ―murmuré para mí misma― ¡Ya voy, mamá! ―exclamé y me eché un último vistazo: labios perfectos y falda perfecta.

Sonreí, y di un brinco para coger la mochila y acomodármela en el hombro. Después de eso, miré el reloj de mi muñeca, tenía razón, iba a llegar tarde, y quería disfrutar lo máximo que pudiera de este día. Así que bajé como un rayo las escaleras, y me despedí con un grito de mamá, para después cerrar la puerta.

Me encontré con el coche de Penny estacionado en frente de mí, y corrí siguiendo el caminito de piedras que habían en mi jardín hasta la acera. Abrí la puerta del copiloto del coche, y dejé la mochila atrás de un solo movimiento.

― Explícame por qué sigo esperándote desde hace medio año cada mañana para ir al instituto. ―dijo Penny jugando con el volante, mientras observaba de reojo como me ponía el cinturón.

― Muy graciosa. ―le dediqué una mirada de fastidio, y ella se limitó a conducir.

[...]

Cuando llegamos, suspiré satisfecha y ella maniobró con el volante para aparcar bien. Cuando acabó, salí a toda prisa del coche y abrí la puerta de atrás para coger mi mochila, cuando me giré, Penny iba con una velocidad impresionante. Nótese la ironía.

― ¿Podrías darte prisa? ―le pregunté en modo tolerante― Tengo un novio esperándome en frente de mi taquilla y solo tengo un par de minutos para darle los buenos días. ―me crucé de brazos.

Penny cogió las llaves del coche y lo cerró. Luego me miró, poniendo un mechón de su coleta mal hecha detrás de su oreja, y comenzó a caminar a mi lado:

― Estáis los dos obsesionados.

― Me encanta cómo apoyas nuestra relación, Penny, de verdad. ―comenté con un tono sarcástico y exasperado.

Ella se encogió de hombros.― Solo soy objetiva. ―respondió mirando sus pies― Pienso que sois demasiado empalagosos.

La miré acusatoriamente y haciéndome la ofendida.― ¿Perdona? ¡Tú y Logan no os despegabáis cuando empezastéis a,salir, no me jodas! ―sonreí mostrando los dientes, entre risas. Aunque Penny solo esbozó media sonrisa y no respondió.

Levanté la mirada haciendo caso omiso a su reacción, y observé a ese engreído provocativo tocándose el pelo, con una mano en el bolsillo y hablando con Logan. Ese, chicas, ese era mi novio. Sonreí inconscientemente y corrí escaleras arriba, para cuando llegué a él, estrujarlo, literalmente. Al principio lo tomé por sorpresa, pero luego se relajó y besó mi pelo, mientras me entrelazaba entre sus brazos. Tomó mi cara entre sus manos y me dijo mirándome directamente a los ojos:

Las reglas del juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora