20┇VEINTE

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❝Charlas

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❝Charlas. ❞

Hola, bebé. Mami y Julie fueron a una alerta roja. Les dejé preparado junto a Celia los instrumentos y los dos libros de cocina. Trataremos de llegar a la noche para probar su torta. Tienen algunas frituras en la despensa, están revisadas por la misma Celia y no se abrieron. No te olvides de alimentar a Coronel, Riva lo dejó unos días. Te quiere, Kuchi.

—Ya se fueron —murmuré mirando la cocina.

Aquella nota en la nevera, nos dejaba nuestra misión en esos momentos. No sabía quién era Coronel y tampoco Riva. Pero eran palabras claves para que el moreno suspire cansado.

—Coronel es un perro de un conocido. Debe estar en el patio, le diré a Celia que le dé de comer. No puedo estar expuesto a sus bacterias.

Asentí ante su comentario, mientras lo veía irse de la cocina. Los dos libros estaban puestos cerca de una mesa con los ingredientes necesarios. El día se tornaba muy largo.

Coloqué una galleta dulce entre mis labios, mientras veía al dueño de la casa sacar algunas tazas guardadas en una vitrina de vidrio. Ahora se encontraba con unos guantes desechables y una camiseta fina de mangas largas. Yo tuve que ponerme una sudadera de mi maleta, por el terrible frio del lugar.

—Lamento mi pregunta, pero ¿Qué sucedió cuando te vieron ese problema? —me decidí a preguntar.

—Debes estar preguntando, cuándo diagnosticaron mi problema.

—También.

—Cuando tenía cinco años, perdí a una persona muy importante para mí. Me empecé a enfermar de la nada, decían que tenía defensas muy elevadas que nunca me agarró un resfrió. Luego de esa muerte, casi muero por muchas enfermedades juntas. Las más comunes —comentó, mirando el diseño del vidrio—. Mi madre siempre me mimaba, pero aun así me brotaba ante sus caricias, como una alergia.

— ¿Vives aislado desde entonces?

—Si. Tengo un suero y una pastilla para picar por si ocurre algo así. Aunque mi cuerpo no aguanta tanto esas cosas, por lo que trato de ser precavido.

—Entiendo...

Lo vi mirarme de reojo, mientras preparaba algunos ingredientes que pedía uno de los libros.

—Mejor sigamos.

—Tendrás que formar tú este paso —murmuró, leyendo. Ya casi estábamos en la mitad de la preparación—. Mantequilla fundida, se necesita media taza.

Asentí caminando al refrigerador. Tuve que lavarme tres veces las manos y puesto casi dos litros de gel para no contaminar nada, sin contar que tenía puestos guantes desechables como él y un barbijo. La cocina mantenía su higiene y se encontraba impecable, por lo que debíamos respetar eso.

—Cuéntame de ti —agregó, cuando me veía llegar al lado suyo.

— ¿Qué quieres saber? —me dediqué a preguntar.

— ¿De dónde eres?

—Corea, pero me mude a los pocos meses a Francia. Mi padre tenía el trabajo aquí junto a mi madre, sin contar que ella no quiere ver mi país natal nunca más.

—Ya veo. ¿A ti te gusta?

— ¿Corea?

Lo vi asentir. Suspiré pensativa, recordando los momentos que veía a mi abuela. Empecé a cortar la mantequilla en rodajas, tratando de seguir la conversación.

—Claro. Viví con mi abuela un buen tiempo, mientras mi madre viajaba por trabajo junto a Zack... —susurré—. No me siento extraña allí.

— ¿Extraña?

—No estoy arrepentida de mi raza. Me encanta ser asiática y esas cosas, pero es raro sentirse diferente a todos.

—Creo que ya has visto a Mika. La mayoría de nuestro grupo le gustan sus rasgos y la manera de expresarse. Pero es mucho más madura que todos ellos juntos y eso la convierte en la madre de casi todos.

— ¿A ti te gusta? —me decidí a preguntar.

—Como una hermana. Es la única que me escuchaba con seriedad.

Escuché un suspiro bastante largo, como si la necesitara en esos momentos.

— ¿Qué sigue? —añadí para romper el silencio.

—Están bastante presentables —comentó Kuchel.

Ambas les atraía el arreglo floral en el centro. Mi madre se sentía algo extraña al verlo, como si quisiera tirarlo al suelo y deshacerse de él cuanto antes. Kuchel entendía la situación bastante bien, sin necesidad de mirarla. Por algo eran amigas.

—Está muy bueno —comentó al servirse una porción. Empezó a explicar la contextura y el sabor que tenía como un chef profesional o quizás lo hacía para distraer a su amiga de ese estado de ansiedad—. Yo diría un 9,98.

—Qué generosa —murmuró Levi.

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Nightmares ❥ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora