07┇SIETE

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  ❝Ella

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  ❝Ella...❞  


Pasé mis pulgares por la gruesa tela de un pequeño bolso negro. Traté de buscar el cierre para abrirlo y poder empacar todas mis pertenencias, pero la reunión de hace unos minutos no dejaba de vagar por mi mente. ¿Era posible que sólo yo saliera así?


Al caminar por los pasillos del hospital, la mayoría parecía recordar los sucesos, los comentarios delataban esas cosas. Algunos recordaban las cartas que, supuestamente, habían mandado para que pudiéramos salir y otros que se conocieron allí. Quiero recordar, ver qué cosas vagaban por mi cabeza, si eran buenas o malas; hasta ver con quienes me encontré.

Soy consciente de no tener ese famoso virus, hasta mi madre nos revisó a Zack y a mí. Hace unos días me comentaron que mis padres eran directores de este hospital, por lo que tenía los recursos necesarios y el libre paso de vagar por todas las especies de sucursales que tenían. Me era extraño que este hospital no sea del gobierno.

— ¿Hoy iremos?

Aquella suave voz volvió a mis oídos. Soñaba mucho con el tono australiano de la doctora, tenía mezcla británica y siempre contenían la misma palabra: "mocosa". No entendía qué era ese sueño, lo llevaba desde la noche que desperté del juego. Fruncí el ceño, encontrándome frente a una puerta, se encontraba entreabierta dejando salir una luz blanca y opaca.

—Tsk. Obviamente que no, estúpida —se escuchó una respuesta de mala gana.

Miré a todos lados, encontrando este pasillo vacío. Una punta guiaba hacia el sótano, según el cartel, y la otra al ascensor. Me acerqué más para echarle una ojeada a la única habitación de esta área, estaba segura que no me encontraba dormida, en pleno sueño o pesadilla. Si era así, podía despertar.

—Aunque no quieras debemos verlos, idiota —respondió la mujer.

Escuchaba sus tacones caminar con pasos cortos, pero firmes. Aprovechando la poca visibilidad, recorrí la habitación con la mirada, dándome cuenta que era una oficina. Al frente mío se encontraba el doctor Fairchild, parecía estresado por la charla. Arriba de él se había sentado la joven doctora, la cual trataba de consolarlo. Su amor era extremadamente raro, en mi opinión. ¿Qué clase de parejas se trataban así?

—Ya lo sé, pero ¿Y si no aceptan lo que hacemos? —dijo colocando un brazo alrededor de la cintura de la contraria.

—Luego del último encuentro, no creo que le sea raro —trató de persuadir.

En todo este rato, observé la espalda pequeña de la doctora, en la poca conversación que pude escuchar. Parecía una simple charla de novios, nada del otro mundo.

— ¿Qué haces?

Aquella voz en mi oído hizo que casi grite a todo pulmón. Me aleje de la puerta apurada con ambas manos en mi boca, encontrando la mirada confundida de mi hermano. Se encontraba listo para irse, con mi bolso de mano entre sus dedos.

—Nada, nada —respondí rápidamente. Lo veía estudiarme con la mirada, para luego ver la puerta en la cual me encontraba chismoseando. Antes que pudiera preguntar mi rara presencia allí, le pregunté manteniendo la calma.

— ¿Ya estas para irnos? Tengo hambre.

Se mantuvo quieto por unos segundos, sin dejar de mirarme a los ojos. Era extraño que haga eso, pero a la vez se sentía familiar. Llevó el bolso a su hombro y empezó a caminar como si nada.

—Mamá nos invitó a una cena de celebración con otra familia, creo que ya sabias —comentó. Su cuerpo pasó por la puerta eléctrica que tenía el hospital, antes de añadir—. Es la familia latina, la señora que nos trataba como la tía que nunca tuvimos.

Asentí ante su comentario. Recordaba un viaje que tuvimos a México, me habían encantado los famosos "tacos" que hacían. Mamá decía que esa familia vivía por toda Latino América por su trabajo, hasta tenían casa aquí. Cuando era pequeña, pensaba que eran mis tíos y su hijo mi primo, el cual me sacaba la lengua cada vez que quería agarrar su camión rojo preferido. Sonreí levemente ante tantos recuerdos, hace mucho que no los tocaba.

—Hey enana, te estoy hablando —rechistó mi hermano.

Parpadee varias veces, viendo que nos encontrábamos en el estacionamiento. Al momento que subí al vehículo de mi hermano, observé que había pocos autos aparcados, sin contar que el hospital estaba repleto de gente.

— ¿Ah, sí? Qué bueno... —murmuré, sin prestar atención a sus comentarios.

Con un suspiro bajé la ventanilla, mientras él se ponía en marcha. No tenía ganas de salir, ni de relacionarme con otras personas. No tenía ganas de nada.

—Ponte bien, ya salimos de allí. —Me miro con el ceño fruncido—. Además, harán comida mexicana a pedido de mamá para ti. ¿No era tu comida favorita?

Sonreí levemente ante su esfuerzo por animarme.

—Vale, vale...


Nightmares ❥ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora