Capítulo Especial [2]

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Sábado, 24 de noviembre del 2018

— ¿A dónde me llevas?—le preguntó Bianca a Bruno mientras él la llevaba con los ojos vendados por la calle—. Siento que a veces eres tan torpe que me puede atropellar un auto.

—No niña, soy torpe pero no estúpido—se rió—. Además no podría dejar que el amor de mi vida estuviese lastimada o que le ocurriera algo por mi culpa.

—Así que soy el amor de tu vida—sonrió ella.

—Desde el momento en que tomé café por ti—respondió—. Ahora haz silencio que estoy intentando llevarte a un lado.

—Pero quiero saber a dónde.

—No seas impaciente—tomó su mano y la ayudó a montarse en un auto. Cerró la puerta y se montó en el puesto del copiloto—. Próxima parada, las estrellas—se rió de su intento de ser romántico y caminó para meterse en el carro.

Manejó unos veinte minutos aproximadamente y se estacionó frente al lugar. La ayudó a bajar del auto y cuando Bianca tocó el suelo, logró sentir la arena que se pasaba entre sus sandalias. Estaban en la playa.

Bruno le quitó la venda y ella pudo observar bien el lugar, la playa estaba sola y había una mesa en el medio de la arena debajo de un toldo azul, él tomó su mano y la llevó hasta allá.

—Feliz aniversario—le sonrió éste. Bianca lo miró curiosa y negó.

—Nuestro aniversario fue hace dos meses, me llevaste a Disneyland, tengo una foto con Mickey.

—Bueno, pero este un aniversario más cliché que el anterior—respondió. Se acercó a ella y la tomó por la cintura para pegarla más hacia él y poder besarla.

Un beso corto, un beso lento.

Bruno se alejó y le sonrió, sus labios rozaban y él sólo admiraba el rostro de la chica. La amaba, sí que la amaba. Los dos años que llevaba con ella habían sido inigualables, ella era tan diferente a él que hacía de su día todo un juego, toda una aventura; lo hacía reír, llorar —no de tristeza claro está —, lo hacía sentirse tan vivo, tan especial y él quería tenerla a su lado todos los días siguientes de ese año y del año siguiente y el siguiente a ese.

Bianca iba a decir algo cuando se dio cuenta de que algo cerca de ellos se había movido.

—Ese es Alan, está escondido tomando fotos —Bianca frunció el ceño.

— ¿Por qué?

—Verás Bianca, la primera vez que hablamos pensé que eras un auténtico cliché en persona, luego te conocí bien y lo confirmé —ella le dio un pequeño empujón logrando que él se riera—, pero no eres un cliché malo, eres de esos que realmente te gustan y te gustan de una manera tan grande que no entiendes por qué sucede. Eres mi cliché, eres el único cliché del cual quiero formar parte y te quiero en mi vida siempre.

»Y sé que te mereces a alguien mucho mejor, sé que quizás lo nuestro para el mundo no sea algo común, que al inicio sólo éramos dos compañeros de clases que debían hacer un trabajo juntos pero, cuando veo mi vida antes de ti, no siento como si eso fuese algo que quisiera repetir.

»Todos me han dicho siempre que soy muy joven para entender ciertas cosas, vi a mis padres separarse y vi cómo mi padre le juró amor a otra mujer un tiempo después y luego volví a presenciar cómo ese amor se acabó; yo no quiero ser como ellos, Bianca y sé que para eso debo asegurarme que la chica o la mujer con la que me case sea la persona más especial y única que haya conocido. Esa chica eres tú.

Abrió un regalo que estaba en la mesa y de ahí sacó una pequeña caja de color rojo forrado de terciopelo, se arrodilló en la arena. Bianca llevó sus manos a su boca sorprendida, ¿estaba sucediendo lo que ella estaba pensando?

—Oh por dios, Bruno.

—Bianca Laurett Rozz, eres sin duda alguna la chica más especial en mi vida y no sabes lo mucho que me gustas. Te adoro y deseo pasar toda mi vida contigo y espero que tú también lo quieras, por eso hoy y siempre—abrió la caja y en ella se podía apreciar un bonito anillo, la chica emitió un gemido de euforia—, ¿te gustaría casarte conmigo? ¿Ser Bianca Laurett Rozz de Marcormig?

Bianca lanzó un chillido y brincó hacia los brazos de su novio, Bruno la atrapó y le dio vueltas mientras que se reía por lo feliz que había sido ese momento. Él no quería a nadie más, ella era su único y auténtico amor-

—Sí, sí, sí y mil veces sí—le dijo ella, lo tomó de la camisa y lo besó. Le dio pequeños besos por su cara y luego se separó de él y sonrió todavía emocionada—. Sí deseo casarme contigo, ser tu esposa, hoy, mañana y siempre.

Bruno tomó en anillo de la caja y sostuvo su mano mientras intentaba colocarle en anillo en el dedo. El rostro de Bianca mostraba una auténtica sonrisa mientras observaba cómo Bruno le daba el anillo estaba tan feliz, estaba tan contenta detenerlo a él, ahí, de pie frente a ella y recordó todo lo que tuvieron que pasar para estar en ese lugar. Todos los momentos felices, las pequeñas peleas por cosas que realmente no valían la pena, las reconciliaciones...él era su verdadero amor, su amor de vida.

Sabes que te atrae una persona cuando sientes que tu corazón late más rápido, cuando te pones nerviosa y deseas correr tras esa persona y decirle todo lo que sientes pero sabrás que amas a alguien porque te sentirás segura de estando a su lado, porque no necesitas repetirle todos los días lo que sientes porque sabes que esa persona lo entiende y quieres quedarte junto a ella. Bianca le sucedía eso con Bruno y a él le pasaba lo mismo con ella.

Eran tal para cual a pesar de ser completamente distintos. A pesar de que él odiase el cliché y tuviese con ella la historia más cliché que alguien pudiese leer, pero le gustaba, le gustaba vivir esos momentos a su lado, poder compartir historias y vivencias y no tener que intentar alardear de algo o mostrarse interesante para llamar su atención, a ambos le bastaba con ser ellos mismos.

—Sé que todavía somos jóvenes pero...

—El amor no tiene fecha de inicio ni de vencimiento, no necesitamos tener más treinta para conocerlo ni menos de sesenta para haberlo vivido. Estoy enamorada de ti a pesar de mis veinte años. No necesito ser mayor para conocer lo que es el amor, confío en que tú y yo somos amor verdadero, de esos que sólo crees ver en las películas y sí, sé que estoy sonando tan cliché que seguramente te doy nauseas.

—Lo pensé sólo no quería decírtelo—ella se rió y besó cortamente sus labios—. Te amo.

—Yo también te amo, no sabes cuánto, chico no cliché.

—Entonces quiero averiguarlo, chica cliché.

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Seguro nadie aparece por aquí pero...hello ;)

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora