Cap.3

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Me quedé mirándole porque no sabía que contestar a eso. Tenía razón. Posiblemente no se lo merecía pero yo no podía evitar protegerla.

- Es bonito eso... - añadió para romper el silencio

- Tampoco es así del todo, yo no la protejo sólo respeto sus decisiones... - quise quitarle importancia

- La sigues queriendo ¿verdad?

- Joder... estás pesado ¿eh? - repliqué

- Perdona... es que me parece muy bonita vuestra historia, debería de acabar bien

- Ya, pero que no Rafa, eso está ya olvidado de verdad - no era capaz de mentirle mirandole a la cara - y vamos a zanjar aquí el tema porfa

- Vale bueno - se rasco la cabeza - lo último ya que te digo sobre esto es que creo que debes saber que mañana he quedado aquí con ella, empezaremos componiendo temas y lo haremos en mi estudio varios días a la semana, espero que no sea un problema para tí...

- No, tranquilo... Si no tengo nada que hacer me iré al gimnasio mientras ella esté por aquí - dije recogiendo la taza - a mí no me molesta su presencia pero a ella la mía seguro que si... - reí - Además seguro que viene con su novio pegatina y no le va a gustar verme - me levanté con la taza en la mano

- ¿Donde vas?

- Pues a casa de Carolina, hoy voy a dormir allí y así recojo mis cosas y me despido... qué menos ¿No?

- Claro... Pues mañana te espero aquí para que te instales

- Genial - le sonreí - gracias por todo Rafa

Nos abrazamos y me marché a casa. Cuando llegué Carolina estaba aún el sofá con Celia, su amiga "incómoda", ambas hablaban distendidamente.

- Hola - corté su conversación - que transnochadoras ¿No?

- ¿Y tú dónde te metes? Te evaporaste en la mani cabrona... - me soltó Carolina algo molesta

- Te lo dije, iba a ver un piso... - me quité el chaquetón y me tiré en el sofá

- ¿Y qué tal? - preguntó Celia muy interesada

- Pues estupendo - les lancé una sonrisa de ilusión - es mi piso - levanté las manos hacia arriba con los puños cerrados

- ¿Y cuándo te instalas? - volvió a insistir Celia

- Pues de eso te quería hablar Carolina... - ignoré a Celia - El piso aún tardan en dármelo pero me voy a ir hasta entonces a casa de Rafa, mi productor, él vive justo debajo de donde me voy a mudar y además me viene genial por curro

- Dentro de un mes te veo dentro del armario otra vez amiga... - bufó Carolina

- Qué no... que Rafa es un solete, de verdad...

- Entonces ¿Cuándo te vas?

- Dios Celia eres una pesada, déjala que termine... - puso los ojos en blanco

- Pues mañana ya... - contesté sonriendo

- Bueno, me alegro que por fin hayas encontrado algo tía - me abrazó - avísame mañana si necesitas ayuda para llevar las cosas. Me voy ya a la cama, buenas noches ladys

Celia se quedó allí observándome. De no estar tan cansada me habría levantado del sofá y me habría ido a la cama detrás de Carolina para no tener que aguantar lo que sabía que iba a tener que aguantar.

- Dame una oportunidad por favor - soltó decidida - pasa la noche conmigo Mimi, si no te gusta mañana hacemos como si nada pero...

- Celia - le interrumpí - te he dicho que no cien veces ¿Qué crees que ahora me puede hacer cambiar de opinión? es que de verdad... no me gusta hablarte así pero joder

- Mira - me enseñó su móvil (era una foto de Instagram de Ana y Jadel juntos en un tren)- antes tenías dudas de si estaba tambaleandose su relación pero ahora ya te queda claro que no. No tienes posibilidades con ella Mimi, y yo sé que lo que no te deja estar con otras tías es la esperanza a que ella venga a decirte que te quiere y que te echa de menos, pero no lo va a hacer... asúmelo de una vez.

No me afectaron sus palabras pero si ver la foto. Celia no tenía ni idea, yo sabía que Ana estaba bien con su chico y que jamás va a venir ni siquiera a arreglar nuestra amistad. Pero verla con él me removía las tripas y se me hacía un nudo insoportable en el estómago. Era inevitable, yo lo negaba al mundo pero la seguía queriendo como el primer día. A pesar de hacer méritos para que sintiera todo lo contrario por ella, le bastaba con sonreír para hacer que los malos gestos o su actitud conmigo se me olvidaran por completo. Sólo había una persona que sabía que sentía todo esto aún, y justo ahora estaba fuera de Madrid y no me podía desahogar con él. Ricky era mi pañuelo de lágrimas y la persona más paciente del mundo. Estaba deseando verle porque sentía que si fingía un segundo más me volvería loca.

- Celia estás muy equivocada - repliqué - no es por Ana, es que no me apetece ahora echar un polvo porque sí - me retiré el pelo - estoy en una etapa más tranquila...

- Ya... - se levantó - estás encoñada tía, que no lo quieras asumir es tu movida. Yo llevo dos semanas diciendote que estoy loca por tí, que al menos me des la oportunidad de pasar una noche contigo - hizo una pausa - pero lo que yo quiero no es sólo un polvo Mimi, yo siento cosas muy fuertes...

- Y me siento muy halagada Celia - suspiré - pero yo por tí no siento nada, déjalo estar ya de una vez por favor. No quiero tener que repetirtelo.

- Tranquila que eso haré, dejarlo estar. Buenas noches.

Me quedé en el sofá un buen rato. Igual pequé un poco de insensible pero Celia nunca me hizo gracia, en ningún aspecto. Ni para echar un polvo, ni para una relación, ni tan siquiera para ser amigas. Así que no le di más importancia a lo que acababa de pasar.
Fui directamente a buscar en Instagram la foto que me había enseñado de la pareja feliz en el tren para regodearme en mi dolor. Sí, soy bastante masoca, no lo negaré. Pero lejos de sentir celos, me quedé totalmente embobada con la carita que tenía Ana. Su sonrisa era hipnótica. Se la veía feliz. Cansada pero feliz. Y como buena gilipollas que soy, a mí eso era lo único que me importaba.

Callada. WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora