Cap.20

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Juro que en momentos así me quedaría a vivir para siempre. Era la primera vez que la miraba de esa forma sabiendo lo que sentía por mí y jamás me había parecido tan bonito el color de sus ojos. Si seguía mirándola así sentía que me iba a derretir, pero también tenía miedo de bajar la mirada a sus labios y no poder contenerme.

- ¡Chicas, el Albarracín! - exclamó Roi rompiendo el momento. Ambas giramos la cabeza y le miramos como en shock - ¡Hola! ¿Qué os pasa? - hizo aspavientos con sus manos para que reaccionaramos

- Ya vamos... - dije para que se fuera

Ana dio un paso adelante y yo la detuve.

- Ya retomaremos esta conversación - le advertí con una sonrisa irónica.

Ella asintió y me miró fijamente. Dirigió su mano a mi pelo, me quitó algo que tenía y después lo peinó cuidadosamente. Mientras tanto yo no podía dejar de mirar esa sonrisa traviesa que tenía dibujada.

- Vamos anda - agarró mi mano y me empujó hacia adentro de la casa

Ricky me miró de nuevo para cerciorarse de que yo estaba bien. No le importaba demasiado lo que hubiese pasado, sabía que se lo acabaría contando, pero siempre buscaba mi sonrisa cómplice para quedarse tranquilo.

- ¡Qué buenas estáis hostia puta! - gritó Aitana provocando las carcajadas de todos - es verdad, jolín... es que me encantaría ser como vosotras...

- Pero si tú eres maravillosa bebé - Ana dejó un beso en su cabeza

- Va, va Ricky, vamos a hacer el final - sugirió Roi

Ricky se levantó y ambos nos imitaron.
Me dolía el estómago de reír tan fuerte. Cuando miraba a Ana y la veía inmersa en una carcajada contagiosa, mi felicidad se disparaba. Aquellos momentos me daban la vida y me atrapaban en un estado de paz mental absoluto.

Ana se lanzó a abrazar a Ricky y los dos cayeron en el sofá a mi lado.

- ¿Te puedo decir una cosa? - preguntó en voz baja Ricky a Ana mientras todos los demás andaban alborotados

- Claro...

- Estás mucho más guapa cuando estás sin él, porque tienes la sonrisa mucho más sincera... - soltó sin pensárselo y yo abrí los ojos como platos mirando hacia otro lado

- Gracias - dijo sincera

La noche continuó siendo de lo más divertida. Además, a medida que las botellas de vino se iban vaciando, mejores eran las performances de Ricky y Roi y más exageradas nuestras risas. El concierto terminó y nos empezamos a despedir. Habría pagado para no irme de allí en toda la noche pero casi todos teníamos trabajo a la mañana siguiente.

- Acuérdate que tenemos una conversación a medias - dije a Ana antes de despedirme

- Me acuerdo - asintió y me abrazó con fuerza - gracias

- ¿Gracias porqué? - pregunté retirándome

En ese momento Aitana agarró por detrás a Ana y yo le lancé una mirada despidiendome.

Ricky y yo decidimos irnos andando a casa de Rafa a pesar de que estaba a una media hora a paso ligero.
Cuando llegamos él se fue directo a la habitación a buscar a Rafa y yo me quedé en el salón. Me recosté en el sofá y se me escapó suspiro. En el momento de quitarme el bolso caí en algo. Saqué el cuaderno y lo abrí decidida, sin duda era el momento de escribir algo en él...

"Ay, Ana... qué difícil lo estamos haciendo todo con lo fácil que podría ser.

He leído ya mil veces todo lo que has dejado reflejado en este cuaderno (sí, incluida la canción) y te aseguro que todavía me cuesta creer que esas palabras vayan dirigidas hacia mí. Hemos sido tan idiotas...
Ahora entiendo el error tan grande que es dar por hecho las cosas a la ligera. Yo fui la primera en hacerlo, lo reconozco, y no sabes cuánto me arrepiento de haber perdido tanto tiempo.
Cuando cruzamos una mirada aquella primera noche fuera de la academia sentencié que tu gesto fue de pasividad e indiferencia y de inmediato mi mente hizo click y supe que todo lo que vivimos aquellos días había sido un espejismo. También es cierto que tú ayudaste bastante a convencerme con tu actitud y ese humor que te gastas a veces diciendo las cosas. Pero de cualquier modo, no estoy aquí para reprocharte nada y no lo voy a hacer, sólo quiero que sepas la verdad. 

Aunque pueda sonar un poco simple, te voy a resumir todo en una sola frase: la primera vez que te vi sonreír supe que estaba perdida. Tal cuál, me perdí para siempre al notar como el corazón se me detuvo unos segundos. No sé el momento en el que pasé de sentir por tí algo que podía controlar a sentir esto que siento ahora. Todo se torció, o se puso en realidad en su sitio, no lo tengo claro, lo único que sé es que ahora no solo no controlo esta situación, si no que es ella la que me controla a mí.
He intentado olvidarte de todas las formas posibles pero no soy capaz. Tu sonrisa es para mí como el sorbito de vino para los alcohólicos. No sé cuántas veces te he mirado a los ojos o he escuchado tu voz después de un tiempo sin verte y me he dicho "Venga, Mimi, a empezar de cero". Eres una droga dura, en la que recaes una y otra vez sin remedio. Eres, al fin y al cabo, mi debilidad, Ana...
Enamorarme de tí es a la vez lo más bonito y la putada más grande que me ha pasado en la vida. Pero ahora, después de leer este cuaderno, creo que todo esto que siento tiene algo de sentido. Llámame loca, pero tengo en el pecho un rayito de esperanza diminuto, creo que ese deseo de tenerte entre mis brazos algún día, ahora está un poquito más al alcance de mi mano.

Y para alimentar esa esperanza necesito pedirte algo. Puede que sea demasiado tarde, pero no pierdo nada por intentarlo. No lo hagas Ana, no te cases por favor. No te voy a prometer que conmigo serás la mujer más feliz del mundo porque no creo que necesites a nadie a tu lado para serlo. Tampoco te prometo que vaya a estar aquí toda la vida. Pero lo que si te aseguro es que si me das una oportunidad, voy a ser la mejor compañera de vida que te puedas imaginar. Quiero compartir contigo todo lo que tú creas oportuno y quiero hacerlo de una forma sana.
Yo siento la necesitad de compartir mi libertad contigo, y eso, te juro que es algo que no lo he sentido por nadie.

Es tan fuerte lo que siento por tí que me resulta imposible reflejarlo aquí, por eso preferiría demostrartelo de otra forma, solo si tú quieres ven a buscarme cuando leas esto, sabes que solo hará falta una mirada para entendernos...

Te amo

Mimi."

Ese era mi nivel. No se me daba demasiado bien lo de escribir y cuando me ponía a ello las ideas se me alborotaban en la cabeza y salían desordenadas y sin ningún sentido.

Cerré el cuaderno y volví a meterlo en el bolso, si volvía a leer lo que había escrito acabaría arrancando la página. Me hice un cola cao y mientras me lo tomaba pensé la forma en cómo podría hacerselo llegar de vuelta. Siempre llegaba a la misma conclusión: Rafa.

Pasó un buen rato y cuando estaba a punto de levantarme para irme a la cama sonó el timbre. Al ver que Rafa no salía de la habitación, me acerqué para mirar quien era y abrí automáticamente. Otra vez la misma imagen que hacía unas semanas. Ana derramaba lágrimas sin parar y los sollozos casi no la dejaban respirar.

- Ana...

Antes casi de que terminara de decir su nombre se abalanzó a mi cuello buscando mi abrazo. Yo la correspondí algo asustada, temblaba de frío y su respiración era tan agitada que temí que su estado desembocara en un ataque de ansiedad o algo similar.

- Tranquilízate por favor... - le supliqué y la retiré de mi despacio mientras apretaba sus mejillas con mis manos - vamos dentro ¿vale?

Nos sentamos en el sofá y acaricié su espalda. Ella no paraba de llorar pero parece que su respiración empezaba a asentarse.

- ¿Me quieres contar algo? - le pregunté con prudencia

Ella negó

- Dime que necesitas, no quiero agobiarte... - añadí

- Necesito que me abraces y no digas ni preguntes nada - me miró con los ojos humedecidos - por favor - apenas le salía la voz

La rodeé con mis brazos, la apreté fuerte contra mí y besé su frente. No dije ni una sola palabra como me pidió y allí nos quedamos en silencio...

Callada. WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora