Nuevas esperanzas y amor infinito

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-Camie... Camie, por favor... 

-¿Qué sucede? ¿No te gustó?

Kanon sonrió apenas ante aquella pregunta.

-¿Cómo no me va a gustar? si eres lo más hermoso y dulce que existe... si he soñado por siglos con este beso, nuestro primer beso que nunca llegaría... pero debemos parar aquí, antes que nos hagamos daño...

-¿De qué hablas? tú jamás podrías dañarme!

Camus veía como el rostro de Kanon se ensombrecía y lo volvió a abrazar.

-Sé que tienes dudas pero déjame por favor que sea yo, quien guíe ahora, déjame tomar decisiones a mí...

Kanon sentía que sus lágrimas rodaban de nuevo, deseaba tanto tenerlo entre sus brazos, amarlo, darle placer... pero no podía y Camus no se merecía eso...

Aún si el chico se quedaba a su lado, ¿cuánto tiempo pasaría antes que tuviese que salir a buscar en otro lado lo que él no podía darle? no... eso jamás pasaría...

Renunciaría a Camus para siempre...

-Camie... ya debes irte...no me lo hagas más difícil por favor...

Camus lo acariciaba desde su posición de abrazo; pasaba sus manos suavemente por su espalda, contorneando su columna, bajando hasta la cintura y subiendo por sus lados...

Kanon cerró sus ojos porque era una hermosa sensación que hacía mucho no sentía...

-no...- le besaba el cuello

-te dejaré...- le mordía el lóbulo de la oreja

-nunca...

-Camie ahhhh... entiende que yo no... ahhh...

Kanon no podía articular palabras ante la tortura que estaba recibiendo por parte del menor, que comenzaba a menearse sensualmente sobre sus piernas, rozando su sexo...

-No me digas que no te gusta, Kan...!

Camus volvió a mirarlo de frente y atacó su boca con pasión ante la mirada atónita del mayor, que no reconocía a su dulce bebé en esa máquina seductora que tenía en su regazo.

-S...Si, claro... pero no puedo...

Kanon sentía hormigueos en su cuerpo pero lo que más le llamó la atención fue que sus piernas entumecidas, empezaban a dar leves quejas por el peso del chico...

No le dijo nada a Camus, pero esperó a ver si volvía a sentir esa molestia nuevamente.

El beso se profundizaba más y más, Kanon entreabrió la boca y Camus lo devoró literalmente, con su lengua, con pequeñas mordidas, con todo su ser puesto en lo que estaba haciendo... y Kanon lo dejó hacer...

Decidió dejarlo tener el control y que las cosas fueran como fueran, ya estaba jugado...

-Deberíamos llevar esto a la cama, no crees?

Camus lo miró con picardía y a Kanon los ojos se le salían de las orbes

-¿Qué?... no... por favor Camie...

Los ojos de Kanon se llenaron de lágrimas

-no me humilles, por favor...

Se llevó las manos a la cara para tapar su vergüenza por no poder darle lo que el menor necesitaba

-No, mi amor... jamás te humillaría... crees que no sé lo que puedes y no puedes hacer? recuerda que mi padre ha estado en una silla por años... eso no le impide sentir...

Bailarina particular (Private dancer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora