Le miré sorprendida y con pasos decididos se interpuso entre ese tipo y yo; dándole una mala cara al sujeto y la espalda a mí.
-¿Y tú quién eres?-expresó el tipo a la defensiva.
-Alguien que puede hacer que pases un par de noches en prisión por acosar a la señorita, así que te conviene largarte ahora-su voz hostil y amenazante no dejaba de ser perfecta.
El sujeto me dio una mirada de molesta resignación mientras yo me escondía detrás de la espalda de Kendall, quien no dejó de mirarlo hasta que el tipo desapareció.
Sinceramente, me había asustado mucho, pero ahora con Kendall allí, todo miedo parecía lejano. Se giró con cautela y me miró. Sus hermosos ojos verdes parecían culparme de algo; pero me perdí en su refulgente brillo sin poder evitarlo.
-Gra-Gracias...-musité con un hilo de voz que apenas alcanzaba a escucharse.
-Eres una chiquilla tonta-masculló girándose con cierto aire de desesperación que no logré comprender.
-¿Disculpa?-y entonces mi voz se tornó más fuerte pero no más segura.
-¿No pudiste tan sólo seguir caminando e irte?-empezó a caminar en la misma dirección a la que yo me dirigía.
Le seguí.
-No te entiendo ¿sabes? Me dices que no quieres ser amigo mío, luego apareces y te haces el héroe, y segundos después resultas ser uno de los malos.
-¿Tú crees que yo soy el malo?-soltó una sonrisa dolida-Lees mucho esos libros de vampíros.
-¿Y tú cómo sabes que los leo?-pregunté sorprendida pero con cierto recelo.
Su rostro tomó una expresión aún más seria; pareció como si hubiese quedado al descubierto sin haberlo querido.
-Lo supuse-continuó con la expresión dura en su rostro-¿Porqué lees tanto esos libros? Es un poco absurdo... ¿un vampíro enamorado de una humana? ¿Y eso qué tiene de gracia?
-¡No es absurdo!-repuse a la defensiva-¡Es apasionado! Él sacrifica el amor que le tiene para intentar protegerla...-Le alcanzé y el se quedó a una corta distancia detrás de mi.
-Sacrificar el amor que le tiene...-murmuró y soltó una pequeña sonrisita burlona-¡Qué ironía!-musitó.
Sin embargo no entendí lo que quería decir, pareció más hablar consigo mismo.
-¿Y protegerla de qué?-refunfuñó-Él es el que debería protegerse.
-¿De qué?
-¡De ella!-articuló como si fuese obvio.
-¿Y porqué debería protegerse de ella?
El silencio que se produjo por la falta de su respuesta me obligó curiosa a voltear a mirarle. Su mirada era dirigida hacía un lado, como si tuviera la respuesta pero se negara a decirla.
-¿Kendall?-musité esperando.
Me miró.
-Hablas demasiado-Refunfuñó.
-Si tanto te molesto ¿porqué me sigues?-me defendí.
-No te sigo; voy para mi casa, y aún cuido niñas tontas-me lanzó la indirecta.
-¡No soy una niña y sé cuidarme sola! Quizá esta vez no necesite que me salves.
-Quizá no debí de haberlo hecho antes-sus perfectos labios seguían dibujando una línea recta.
-¿Y porqué lo hiciste entonces?-le reté enarcándo una ceja.
-Aveces hago cosas que no debo de hacer-Musitó con pesar pero pareció referirse a algo más.