-¿Oíste…?
-Todo-admití y él pareció tensarse.
Bajó su mirada al piso.
-¿En realidad piensas todo eso de mí?-pregunté cual niña ansiosa por abrir sus regalos de Navidad.
-No puedo pensar otra cosa…-musitó con una voz tan cálida y aterciopelada que me erizó la piel-Soy un idiota.
-¿Qué?-pregunté confundida; sin pensamiento claro dentro de mi cabeza.
-Soy un idiota-repitió-por enamorarme de alguien que ya no quiere amar…-su voz estaba bañada de un matiz de profunda tristeza.
-Kendall, no entiendo nada.
Él resopló frustrado y triste.
-¡Me enamoré de ti, _____! Justo desde el primer momento en que te cruzaste en mi camino… en la biblioteca
-¿Eras tú?-pregunté, queriendo asimilar todo lo que me decía, sobre todo lo primero.
Asintió con un movimiento de cabeza.
-¿Pero… si tú sientes todo eso por mí, porqué… me tratabas tan mal?-pregunté confundida. Me sentía cómo una niña tonta que no coordinaba del todo bien.
-Es que… yo creí que sería más fácil-musitó.
-¿Más fácil?-pregunté queriéndole mirar a los ojos pero su vista seguía fija en la madera maltratada del piso del porche.
-Cuando te vi la primera vez, te cruzaste en mi camino en aquella biblioteca. Me pareció ver a la chica más linda que jamás había visto, llámame loco, desquiciado o como tú prefieras, pero sentí lo que es el amor a primera vista. Me deslumbraste con esa luz tan propia de ti que me quedé cegado. Pero tú ni siquiera me miraste a la cara… estabas tan distraída pensando no sé qué cosa, hasta que escuché que Henderson te llamaba… allí supe tu nombre. Supe también que te gustaba leer aquellos libros. Simplemente me encantaste. Pero mi mente me jugó mal y pensé que Logan era tu novio; así que sólo caminé y salí de allí con la esperanza de tan sólo verte de nuevo. Dos días después, cuando Josh te conoció, me habló sobre ti; me dijo tu nombre e instantáneamente supe que era la misma linda chica con la que había tropezado aquel día. Pero tan rápido como llegó la alegría, así de rápido se fue… cuando Josh dijo que te habían hecho daño antes y que ya no te volverías a enamorar. Me explicó también que Logan era tan sólo tu amigo. Pero mis ilusiones de igual forma se cayeron con el sólo hecho de que ya no estabas dispuesta a amar.
¡Por supuesto! Ahora parecía todo más claro que antes, escarbé entre todas las irregularidades de mi mente, y entonces encontré las palabras que él había mencionado hace unos minutos:"...por enamorarme de alguien que ya no quiere amar”. Sentí cómo había encajado una de las piezas de mi rompecabezas.
-Cuando te vi entonces parada en mi puerta-continuó-, pensé que era una bella ilusión, quise imaginar que me buscabas a mí, pero era algo absurdo porque no sabías que yo vivía allí. Ni siquiera me conocías-gimió-En un pensamiento rápido entonces deduje, que si te trataba de una forma indiferente, evitaría que el sentimiento que de alguna manera ya estaba dentro de mí, creciera. Haría que me odiaras para que yo no te pudiera amar; porque tú no ibas a cambiar de idea a pesar de lo que sea que yo intentara; así que preferí mejor retirarme del juego…
-¿Retirarte del juego?-gemí-Kendall, ¡ni siquiera lo empezaste!
-Y para qué jugarlo si sabía que de igual forma iba a perder…-me atajó con profunda tristeza-No quería sufrir siendo el único corazón que se había enamorado.
El silencio hizo presencia, el único ruido era el golpeteo de la lluvia sobre el tejado y la tierra. Tomé fuerza para hablar de nuevo, debido a la sorpresa que todas sus bellas y conmovedoras palabras me había producido.
-Kendall…-musité queriendo hacer que me mirara, pero no lo hizo.
Me armé de valor y llevé mi mano derecha hasta su barbilla y con sumo cuidado la levanté haciendo que me observara. Sus ojos lucían especialmente hermosos, relucían con la luz de luna que se reflejaba en ellos y les daba un brillo tan especial que me deslumbró. Su mirada encendió todo sitio oscuro dentro de mí… y de pronto me sentí completa. Después mi mano, con una vida propia, recorrió su cabello despeinado… era tan suave… luego, la bajé hasta sus labios, el sonreía tímidamente, pero igual sabia que era el...
-Increíble que seas tú…-musité observando maravillada su hermosa sonrisa.
-¿Qué haces?-preguntó confundido.
-Ya me contaste tu historia; déjame contarte la mía-susurré-Te he estado esperando desde hace tiempo, sabía que llegarías y que, de alguna forma, tú serías el que me encontraría… Te busqué por lugares en los que no estabas, ¡estaba tan ciega! Te soñé desde antes de conocerte, sabía que eras tú. Mi Francis.
Se acercó un poco… su dulce aliento pegaba contra mi rostro.
-¿Qué me tratas de decir?-susurró también muy cerca de mis labios.
Sentía su aliento juguetear por mi boca.
-¿Tú me amas?-pregunté.
Se separó de pronto y se giró, caminó un poco hasta alejarse unos cuantos metros de mí. Me quedé transpuesta allí, mirándole solamente cómo se quedaba bajo la lluvia,completamente confundida por su reacción.