Sentí cómo se acomodó en la cama, sentado justo a mi lado; la cálida piel de sus dedos me acariciaba la mejilla mientras mi corazón palpitaba desbocado. Quitó con gran sutileza un mechón de cabello que se encontraba desparpajado sobre mi rostro.
-¿Te confieso algo?-susurró con un matiz de candidez, por no saber que me encontraba despierta-Eres el suspiro que vaga libremente por el aire, cual frágil mariposa difícil de atrapar; incluso eres más inalcanzable que las estrellas, a las que les pido cada noche que me concedan estar contigo; eres el hermoso silencio que dejó un eco aturdidor dentro de mí; eres la eternidad a la que desearía estar condenado…-soltó una frágil risita acompañado de un delicado resuello-Abrirte mi corazón de ese modo es más sencillo si estás dormida-volvió a acariciarme desde la cien hasta la mejilla haciendo que el revoloteo de mariposas en mi estómago y el desbordante latido de mi corazón se intensificara más-No tienes idea de cuán difícil es luchar por no encontrarte, desviarme del camino; hacerme el fuerte para no pararme detrás de mi ventana para sólo verte salir por la puerta; tratar de ignorarte es casi imposible. Pero la verdad es que soy un cobarde; temía enamorarme de ti-dijo y mi corazón paró en ese instante, colapsado-y a pesar de todos mis enormes esfuerzos… no logré evitarlo-suspiró-La verdad es que no había un solo día, en que no pensara en ti; por mucho que yo me lo prohibiera, no pude controlarlo… No te imaginas la tristeza que me embargaba y que me pedía a gritos resignación. Me lo prohibí, me lo negué, quise evitarlo… y a final de cuentas, resulté ser el único corazón enamorado…-susurró.
No podía dar crédito a lo que mis oídos oían con inmensa perplejidad… estaba aturdida, inmensamente desproporcionada a esto. Quería moverme pero no podía, entonces temí que pudiera ser un sueño; uno de esos sueños que hace tiempo no tenía. Esta vez, deseaba con fervor que no fuera así.
Sentí cómo se acercó puesto que su respiración me golpeaba con suavidad el rostro… los labios. Se mantuvo allí por un rato, y mi corazón que ya empujaba contra mis costillas con una fuerza increíblemente veloz, incrementó su golpeteo. Me pregunté si él podía oírlo, porque yo lo escuchaba con claridad ante la oscuridad y el silencio. Pero entonces me concentré más, no era el sonido de mi corazón, sino el suyo. Ambos. A pesar de que mis ojos estaban cerrados, mis demás sentidos estaban completamente despiertos… sintiéndolo a él… ¿indeciso?
Sentí entonces cómo su respiración ahora, trazaba un camino desde mi boca hasta la parte superior de mi rostro, donde dulcemente apretó sus suaves labios contra mi frente. Y me desarmó por completo. Me dejó totalmente sin defensas, rompió toda barrera de incredulidad y muros de desconfianza. Me dejó paralizada.
Se separó de mí dejando una cuerda atada de un extremo a mi corazón y del otro extremo atado a él. Escuché sus pasos en la totalidad del silencio yendo hacía la puerta. Y cuando me aseguré de que estaba sola. Abrí los ojos.
El estaba afuera, recargado en la madera de la cabaña, bajo el tejado del umbral. La lluvia caía furiosa sobre el delgado techo, y el frío bailaba alrededor de una manera desafiante. Sin embargo, mis pensamientos pasaron de un estado de confusión a uno de anomalía total. ¿Sentí cómo se acomodó en la cama, sentado justo a mi lado; la cálida piel de sus dedos me acariciaba la mejilla mientras mi corazón palpitaba desbocado. Quitó con gran sutileza un mechón de cabello que se encontraba desparpajado sobre mi rostro.-¿Te confieso algo?-susurró con un matiz de candidez, por no saber que me encontraba despierta-Eres el suspiro que vaga libremente por el aire, cual frágil mariposa difícil de atrapar; incluso eres más inalcanzable que las estrellas, a las que les pido cada noche que me concedan estar contigo; eres el hermoso silencio que dejó un eco aturdidor dentro de mí; eres la eternidad a la que desearía estar condenado…-soltó una frágil risita acompañado de un delicado resuello-Abrirte mi corazón de ese modo es más sencillo si estás dormida-volvió a acariciarme desde la cien hasta la mejilla haciendo que el revoloteo de mariposas en mi estómago y el desbordante latido de mi corazón se intensificara más-No tienes idea de cuán difícil es luchar por no encontrarte, desviarme del camino; hacerme el fuerte para no pararme detrás de mi ventana para sólo verte salir por la puerta; tratar de ignorarte es casi imposible. Pero la verdad es que soy un cobarde; temía enamorarme de ti-dijo y mi corazón paró en ese instante, colapsado-y a pesar de todos mis enormes esfuerzos… no logré evitarlo-suspiró-La verdad es que no había un solo día, en que no pensara en ti; por mucho que yo me lo prohibiera, no pude controlarlo… No te imaginas la tristeza que me embargaba y que me pedía a gritos resignación. Me lo prohibí, me lo negué, quise evitarlo… y a final de cuentas, resulté ser el único corazón enamorado…-susurró.
No podía dar crédito a lo que mis oídos oían con inmensa perplejidad… estaba aturdida, inmensamente desproporcionada a esto. Quería moverme pero no podía, entonces temí que pudiera ser un sueño; uno de esos sueños que hace tiempo no tenía. Esta vez, deseaba con fervor que no fuera así.
Sentí cómo se acercó puesto que su respiración me golpeaba con suavidad el rostro… los labios. Se mantuvo allí por un rato, y mi corazón que ya empujaba contra mis costillas con una fuerza increíblemente veloz, incrementó su golpeteo. Me pregunté si él podía oírlo, porque yo lo escuchaba con claridad ante la oscuridad y el silencio. Pero entonces me concentré más, no era el sonido de mi corazón, sino el suyo. Ambos. A pesar de que mis ojos estaban cerrados, mis demás sentidos estaban completamente despiertos… sintiéndolo a él… ¿indeciso?
Sentí entonces cómo su respiración ahora, trazaba un camino desde mi boca hasta la parte superior de mi rostro, donde dulcemente apretó sus suaves labios contra mi frente. Y me desarmó por completo. Me dejó totalmente sin defensas, rompió toda barrera de incredulidad y muros de desconfianza. Me dejó paralizada.
Se separó de mí dejando una cuerda atada de un extremo a mi corazón y del otro extremo atado a él. Escuché sus pasos en la totalidad del silencio yendo hacía la puerta. Y cuando me aseguré de que estaba sola. Abrí los ojos.
El estaba afuera, recargado en la madera de la cabaña, bajo el tejado del umbral. La lluvia caía furiosa sobre el delgado techo, y el frío bailaba alrededor de una manera desafiante. Sin embargo, mis pensamientos pasaron de un estado de confusión a uno de anomalía total. ¿Kendall de verdad me había dicho todo aquello que escuché? Me senté de la cama, y en un instante, experimenté la sensación de que mi rompecabezas estaba completo, sin embargo, había piezas que no encajaban bien. Si Kendall sentía todo eso por mí, ¿por qué demonios actuaba tan hostil? Aun no lo comprendía, y eso hacía que de verdad creyera que todo había sido un sueño. Podría pellizcarme para asegurarme de que no lo era, pero sabía que lo único que conseguiría sería un buen moretón. Suspiré. De repente, el terrible miedo había desaparecido, entre todo el silencio y la oscuridad de la noche una vocecita dentro de mi cabeza me gritó: ¡No seas tonta! No es un sueño, sabes que es real. ¡Levántate! Dile que tú sientes lo mismo. No era un sueño, era tan real como el arco iris, tan palpable como el agua. Kendall se había convertido en la medicina para el vacío. Era mi Francis, mi Kendall, él mismo que se pintó en mis sueños por dos meses, al que echaba de menos cuando desapareció. Simplemente, esta noche, no quería extrañarlo. Me levanté con nueva fuerza de la cama. Y me encaminé hasta la puerta. La abrí e instantáneamente el aire gélido se infiltró por toda la cabaña rodeando mi trémulo cuerpo. Kendall se giró deprisa a mirarme, sin dejar de lado el encanto con el que siempre lo hacía.Nos miramos el uno al otro por un largo rato; él me miraba con los ojos resplandecientes de luz, mientras que yo, sentía como el rubor corría por mis mejillas coloreándolas de rojo.
-¿Te desperté?-preguntó asustado y aun así, su voz era el sonido más dulce que había escuchado jamás.
Negué con un ligero movimiento de cabeza.
-He estado despierta…-dije y me sentí culpable, pero plenamente halagada a la vez.
-¿Des…despierta?-abrió los ojos de par en par mientras su cabello era despeinado por el gélido viento de la lluvia.Asentí ligeramente.