-Ven, déjame ayudarte-se levantó del suelo y se agachó hacía mí.
Colocó una mano en mi cintura y con la otra, alzó una de las mías y la pasó por encima de sus hombros, sujetándola.
-¡Auch! ¡Duele!-me quejé.
-No apoyes el pie-me sujetó con más fuerza de la cintura y un montón de mariposas se desataron en mi estómago.
-¡Ay!
Ni siquiera habíamos caminado un metro cuando paró. Exhaló.
-De acuerdo, no puedes caminar-se agachó hasta llegar a mis rodillas sin dejar de sostenerme de la cintura y me levantó del piso.
Parecía un bebé en sus brazos. Un bebé más grande y con más ganas de lloriquear. Me sujeté con fuerza, atando mis brazos alrededor de su cuello y comenzó a caminar. Ahora estaba peor, los frenéticos latidos de corazón eran acompañados por el puñado de mariposas que revoloteaban en mi estómago.
Kendall se fijaba donde pisaba, teniendo cuidado de no caer entre las ramas y enredaderas, conmigo en brazos. Lo miré fijamente, teniendo su rostro tan cerca del mío. Noté cómo se puso nervioso.
-¿Qué?-preguntó.
-¿Eres bipolar?-solté así como si nada.
Me miró y frunció el ceño.
-¿Qué?-volvió a decir.
-Bueno es que a veces te portas como un odioso y luego… eres dulce.
Desvió la mirada hacía otro lado y un bello tono rojizo coloreó con una pincelada sus mejillas.
-No soy bipolar-masculló.
-Entonces, ¿por qué te comportas así conmigo?
-Ya te dije que no quiero hablar de eso.
-¿Me vas a dejar vivir con la duda eterna?
-Quizá.
Iba a contestarle pero entonces noté que ya estábamos cerca de las cabañas; o Kendall caminaba muy rápido, ó yo no me había alejado mucho. Fruncí el ceño ante la segunda idea.
-¡____! ¿Qué pasó?-preguntó Andrea con una nota de alarma en su voz.
-Me caí… teóricamente-dije.
-Kendall , estás pálido, ¿te encuentras bien?-observó Andrea.
Miré entonces de nuevo a Kendall , ¡pero qué despistada era! No había notado que el color de su piel había disminuido hasta convertirse en una palidez que ya estaba despareciendo.
-Sí, estoy bien-contestó.
-Después me contarán, por que al parecer no fue una simple caída. Por tu tobillo y la cara de Kendall , no les creo. Pero bueno, eso no es importante ahora, _____ necesitas descansar, traeré la caja de primeros auxilios de mi cabaña; Kendall , por favor llévala a la suya-dijo y salió en camino hasta donde dijo que iría.
Kendall obediente, me llevó en brazos hasta mi cabaña y con supremo cuidado me colocó sobre el cálido lecho que me pertenecía.
El cielo había empezado a oscurecer y los grillos se preparaban para cantar. Kendall se quedó parado junto a mi cama hundido en sus pensamientos, le observé con curiosidad y eso hizo que me mirara enseguida. No dijo nada, simplemente decidió sentarse en la orilla de mi cama.
-Gracias-volví a decir, sólo para romper el silencio-Parece que ya se está haciendo costumbre eso de que me salves la vida-bromeé.
Me miró.