IV

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 Salí del baño y me encontré con el parado, frente a un buro… ¿con dinero?

-Se que no tendrás sexo conmigo si no hay dinero de por medio y realmente quiero tener sexo contigo Ambar- el dejó los billetes sobre el buro y caminó hacia mí, lento y confiado. Como cualquier hombre que sabe lo que hace.

 Cuando estuvo justo frente a mi besa mis labios,  tan suave y tan pasional como ninguno. Lo besé de igual manera, mientras tocaba su pecho desnudo lleno de marcas de tinta, tan bonitos y excitantes para mí. El  mientras tanto bajaba el cierre de mi vestido y lo dejaba caer justo en mis pies. Tocó mis senos por encima del sostén y besó mi cuello, mordiéndolo y chupando en algunos momentos.

Luego de unos minutos así lo hice caminar hasta su cama, el apoyó su espalda en el colchón y yo me subí encima de él. Lo besé en todas partes, en sus labios, sus mejillas, su barbilla, su cuello y en su pecho. Su piel estaba erizada y su excitación me rosaba por momentos.

Quité su bóxer y comencé a jugar con su miembro, el desabrochaba mi sostén y le daba besos tan suaves y calientes a mi piel desnuda. Tengo que admitir que se sentía como el maldito cielo sus labios y sus manos sobre mi piel; Pero jamás tengo que admitir algo así, el no es más que un cliente y cuando encuentre a una chica que de verdad lo ame se marchara y no volverá más por su “ángel”

Salí de arriba de su cuerpo y él se quedó casi incrédulo al ver que caminé hacia su armario, busqué una corbata. Cuando por fin la encontré volví a caminar hacia la cama, vendé sus ojos y besé sus labios. El no hacía nada para desatarse la venda, yo comencé a tocarlo, besarlo y a chupar su perfecta y suave piel. Por momentos no podía evitar frenar todo y mirarlo, el es tan hermoso y caliente que se me hace difícil creerlo.  

-Ahora me toca a mí- me dijo mientras quitaba la corbata de sus ojos y la ataba alrededor de mi cabeza, haciendo que mi vista se torne totalmente oscura.

El me acostó en el colchón y besó mis labios. Luego lentamente se deshizo de mis bragas y tocó mi clítoris, tan rápido y jodidamente caliente para mí. Su tacto me vuelve loca, y casi idiota… Mis piernas temblaban al sentir sus manos entre mis piernas, como si realmente estaría disfrutando de esto, como si fuera un orgasmo de verdad. Por primera vez el chupó mi piel expuesta, como nunca antes algún cliente lo haya hecho. Por primera vez un cliente me estaba brindando placer a mí, una simple prostituta.

Sin aguantar más su lengua sobre mi quité la corbata de mis ojos y lo busqué desesperadamente con mis manos, el sonrío cuando vio mis ojos ya descubiertos, besó mis labios y luego colocó su cuerpo sobre mí, haciendo que su excitación entrara en mi cuerpo. Como tanto quiero cada día. 

Luego de más de media hora jugueteando y disfrutando del cuerpo de este hermoso Adonis nos quedamos dormidos, nunca me pasó, jamás con ningún cliente me dormí… El es tan diferente a los demás.

Cuando abrí mis ojos noté como él estaba abrazando mi cintura desnuda, su respiración era suave y ligera. Salí de su agarre y comencé a buscar mi ropa, luego de unos minutos caminé hacia el buro y tomé el dinero… Dudé por un segundo si hacerlo, después de todo el también me brindo placer. Parece una excusa para no cobrarle, pero igual quise tomar esa excusa, y marcharme sin su dinero.

Recuerdo perfectamente el frio viento que chocando en mis mejillas mientras caminaba por las calles de Londres, no había mucha gente y ahora entiendo el porqué, después de todo estaba lloviendo sin cesar y eran las dos de la tarde.

Un auto negro parecía seguirme, pero no le daba demasiada importancia, hasta que su marcha llego hasta mí y bajó el cristal del copiloto. Vi sus ojos mirándome y una sonrisa ladeada.

-¿Queres que te lleve a tu casa?-

-No Christian, prefiero caminar- el carcajeo sonoramente y luego abrió la puerta del copiloto.

-Por favor Ambar, esta diluviando y tu hermoso vestido se esta arruinando- Volqué mis ojos y subí al auto, después de todo tenía razón y no quería que se siga arruinando ese vestido que tanto me costo. –Dime… ese niño bonito que te saco de mis brazos ayer ¿Es un cliente tuyo que cree que por serlo tienen una relación?-

-No, es un amigo, y gracias a él deje de consumir de tu mierda- crucé mis brazos en mi pecho y suspiré pesadamente.

-Disfrutaste cada línea querida- el acarició mi barbilla y besó la comisura de mis labios, luego tomó el volante y condujo hacia mi casa.

-Eres un idiota-

-Te gusto- el lo dijo seguro, sin despegar los ojos de la carretera.

-¿Qué tienes cinco años?- el sonrío.

-No, sabes que tengo veintisiete solamente.

-¿Puedes callarte? Solamente acepte porque quiero ir a mi casa- el asintió y siguió conduciendo, luego de unos minutos llegamos a mi casa, el estacionó el auto fuera del departamento y bajó junto a mí. No sé porque, pero no le dije nada y subí al ascensor junto a él, como en los viejos tiempos.  El ascensor marcó el piso diez y los dos bajamos para encontrarnos con la puerta de mi departamento.

Christian se sentó en el sillón y yo sin darle mucha importancia caminé hacia el baño para dejar toda la ropa mojada, me colqué una bata y volví a la sala para sentarme a su lado. El miró la mesa, hay dos pequeñas pastillas blancas, éxtasis.

-¿Vamos a divertirnos?- el sacó dos botellas de agua de su mochila y las colocó también en la mesa.

-¿Por qué tienes tantas ganas de drogarme?-

-Porque quiero revivir esos viejos momentos donde nos divertíamos como locos.

-Está bien- dudé un poco al tomar la pequeña pastilla entre mis dedos, pero la coloqué en mi lengua y la tragué, el hizo lo mismo y luego tomamos un poco de las botellas de agua.

Supe que no iba a terminar bien esto, para nada.

Addictions |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora