XXIII

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Y esperó y siguió esperando.

Ni siquiera ella sabía el qué esperaba.

Igual era una señal, un milagro, una luz.

El aleteo de una mariposa, el cantar de un pájaro o la luminosidad de los rayos del sol en un día de verano.

Y siguió esperando sin saber a qué.

Y quizás ya era hora de dejar de esperar a algo que no iba a suceder.

Poesía Infinita {Poemario} TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora