Capítulo 14 | ¿Me extrañaste?

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Pregunta: Luego de que Abby se despertara, ¿qué se le empezó a formar en el rostro? ¿Por qué?


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—Es hermosa —comenta Callie.

—¿Qué les parece si entramos? —propone Jason —. Parece estar abandonada desde ya hace tiempo.

—Podría ser una buena idea —sigue Evelyn y Sophie asiente en su aprobación.

—¿Ustedes que opinan? —nos preguntan Dylan y Lion a la vez.

Nathan y yo aún no salíamos de nuestro estupor por lo que, antes de responderles, nos miramos. Nuestros ojos reflejaban todas las preguntas y dudas que nos surgían.

—Creo que deberíamos ir a ver —me susurra Nathan.

Asiento y fuerzo la mejor sonrisa posible antes de dirigirme al resto:

—Claro, vayamos. Tiene pinta de ser una aventura divertida, ¿por qué no?

Todos me miraban raro; automáticamente se dieron vuelta y empezar a caminar hacia la entrada de la cabaña. Solo mi primo notó el sarcasmo de mi voz y la doble intencionalidad. ¿Deberíamos entrar? ¿Encontraremos respuestas allí dentro?

Una vez que los demás estaban bastante por delante nuestro, Nathan aprieta mi mano que hasta el momento no había soltado y me dice:

—No te alejes de mi lado. No sabemos con qué nos vamos a encontrar allí dentro. Hay que tener cuidado.

—¿No deberíamos avisarle al resto? —pregunté.

—Por el momento no, no sabemos a qué nos enfrentamos. Dejemos que disfruten de este tiempo. Ya habrá tiempo para informarles sobre nuestros sueños. No los preocupemos antes de tiempo.

—Esta bien —no me mostré muy convencida, aun así, Nath decidió pasarlo por alto.

La entrada de la cabaña estaba repleta de hojas secas. Su interior olía a encierro, como si nadie hubiera estado allí en mucho tiempo, meses o años tal vez. Una gruesa capa de polvo cubría el suelo y los muebles, no obstante, todo estaba ordenado. La cama matrimonial ubicada de una de las habitaciones estaba hecha, todos los utensilios de cocina en su lugar. Lo único fuera de lo normal era la sangre que había en el suelo de la bañera del baño y por todo el piso de este. La sangre estaba seca, de un color marrón muy oscuro, casi negro, sin embargo, se notaba a simple vista que no era otra cosa más que sangre. Mucha sangre. La persona que seguro la perdió quedó en un estado crítico en algún hospital o probablemente haya muerto.

Todos, menos Nathan y yo, estaban emocionados por haber encontrado esta cabaña, pero esa emoción se fue cuando vieron el desastre del baño. ¿Qué habrá pasado allí? Todos se preguntaban aquello.

Una vez que estábamos por retirarnos y seguir la caminata, una lluvia torrencial empezó a caer. No quedaba otra más que quedarse en el interior de la cabaña y resguardarse. Ya continuaríamos con nuestra andanza cuando la lluvia parara.

Horas pasaron y la lluvia no cesaba. La gran mayoría de nosotros estábamos en el cuarto de estar de la cabaña. Charlábamos de todo y de nada en particular mientras que Jason se dedicaba a tocar cada cosa de la cabaña, abría todas las puertas de todos los muebles, entraba a cada habitación, incluso al baño; luego se sentaba con nosotros. Al rato volvía a dar vueltas por el lugar, en una de sus vueltas traía cosas en sus manos.

—¿Qué tienes ahí, campeón? —le preguntó Lion.

—Oigan, ¿estas no son nuestra toallas y velas? —se dirigió a todos, no solo a Lion.

Todos nos acercamos hacia él y sí, en sus manos se encontraban nuestras toallas, esas que habían desaparecido en el lago cuando fui con Lion, y velas.

—Sí, son esas —titubeó Callie —. ¿Cómo llegaron aquí?

Todo nos preguntamos lo mismo.

—No lo sé, pero las encontré en el estante del baño —respondió Jason.

Con Nathan cruzamos mirada, algo no estaba bien aquí, ¿quién había traído esas cosas aquí y por qué? Creo que ambos sabíamos quién o al menos sospechábamos de la misma persona. Anna.

En esos segundos en los que ambos estábamos conectados por nuestras miradas, fue como si nos estuviéramos hablando a través de nuestras mentes, ya que ambos dijimos:

—El diario —acto seguido, corrimos hacia los estantes del baño y sí, allí se encontraba lo que tanto buscábamos y necesitábamos. El diario. Aquel que escribió mi madre, aquél que supuestamente nos iba a dar las respuestas que necesitábamos, aquél con el que había soñado.

El resto de los chicos se apresuraron hacia donde nos encontrábamos.

—¿Qué pasó? ¿Por qué corrieron?

—Es el diario de mi madre. ¿Se acuerdan cuando les dije que había soñado con mi madre y que me decía que lea su diario, pero cuando lo fui a buscar este no estaba en mi bolso? Bueno, aquí está.

—¿Cómo llegó hasta aquí? —se atrevió a preguntar Evelyn.

—No lo sabemos. Creemos que fue Anna —contestó mi primo.

Con la simple mención de Anna, empecé a sentir un escalofrío tras otro y puntadas en la cabeza. Las puntadas eran fuertes, tanto que pareciera como si me estuvieran clavando cientos de cuchillos por segundo.

Del dolor, caí al suelo, soltando así el diario.

Todos preocupados se acercaron a mí.

—¿Qué pasa, Abby? —se arrodillo junto a mi Sophie.

—Creo que algo está por suceder. Tenemos que irnos ya. ¡RAPIDO!

Como pude me levanté y salimos todos corriendo el baño. Todos se dispusieron a agarrar nuestras cosas y a salir por la puerta. Cuando estaba por salir al exterior, me acordé de que había dejado caer el diario en el baño.

—Ya vuelvo, ustedes adelántense —les grité a todos —. Se me cayó el diario, lo traigo y nos vamos de aquí.

Ya todos se encontraban afuera. Corrí lo más rápido posible, agarré el diario, y volví a correr. Cuando estaba cerca de la puerta de salida, esta se cerró fuertemente. Mejor dicho, la cerraron.

Anna se encontraba frente a mí y me miraba con su típica sonrisa de retorcida.

—¿Me extrañaste Abby?


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Hasta el próximo capítulo.
Los quiero. xoxo

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