7.Ayudando a mi profesor

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Los hematomas habían desaparecido casi en su mayoría. Sólo quedaba un atractivo hombre vendado recostado en un hermoso y lujoso sofá. Me estaba volviendo loca.

Tome la ropa del piso y mis ganas de salvar vidas material me hicieron tomar la grandiosa decisión de ir a la lavandería. Tendría que ser otro día, el profesor podría despertar y necesitar algo.

Dicho y hecho.

-Alex... tu... gracias Alex.

-Bueno, cuando ves a tu maestro desangrarse y este ya te ha salvado una vez, debes ayudar. -respondí con tono divertido.

-2. -Replico él hombre con dos dedos de su mano derecha levantados.

-¿Qué?- alce mi mirada hacia él.

-Te salvé en 2 ocasiones. Bueno 1 y media.-apareció media sonrisa en su rostro.

-Ah... ya, lo tengo. Claro que si. Que humillante.-repliqué mientras hacia amago de taparme la cara por aquella indignación.

Soltó una carcajada seguido de un quejido,se cubrió con el antebrazo para toser. Me levante de un salto y me acerque a el con un vaso a la mitad de zumo de naranja.

-Bebe-lo ayude a incorporarse y bebió. Me dedico una mirada rápida y se centro en el zumo de naranja.

-¿lo has hecho tu?-pregunto

-¿Tan mal me a quedado?

-No, no, es muy bueno. Excelente de hecho. -Dejo el vaso en la mesita central.

-¿Necesitas algo más? -pregunte mientras encendía la luz de la sala, gire y le vi la piel totalmente sanada. No había rastro de moratones. -¡¿QUÉ CARAJOS?! -¿Acaso este tipo se regenera?

-¿Qué sucede?

- ¡Estaba segura que hace 1 hora tenías cardenales por todo el cuerpo!

-¿Qué? ¡No!, seguramente estabas muy alterada para observar detenidamente.

-Sí, suena sensato. Entonces, si no necesitas algo más, me retiro. Descanse profesor Nathan.-Me despedí con la mano antes de levantarme del sofá.

-Ahora mismo no estamos en clase, Alex- soltó una risotada.

-Cierto, cualquier cosa, ya sabe donde encontrarme. Sólo mande un mensaje al grupo o algo y vendré. Descanse profesor Nathan...! - cerré la puerta y me dirigí a mi piso.

Al día siguiente cuando llegue al instituto me sorprendió ver al maestro Nathan dar clase como si no hubiese pasado ni pio la noche anterior... ahora que lo recuerdo, la preocupación que tuve ayer al ver a mi profesor desahuciado hizo que olvidara preguntarle algo muy importante.... ¿Qué le había pasado para terminar así?

-Chicos, buenos trabajos los de ayer. Los revise en la comodidad de mi hogar y me hace tan dichoso ver que, no copiaron y pegaron de Wikipedia. Sigan así grupo.- Menciono el profesor mientras nos miraba.

El grupo estallo en aplausos y felicitaciones.

¿Acaso nadie se daba cuenta de la salud del maestro?¿Por qué no lucia magullado?¿Quién mierda era este tipo y por qué no estaba incapacitado?- Pensé

El profesor se fue terminando su hora y teníamos 2 horas de Derecho, no entendía muy bien porque llevábamos esa materia en una carrera como la nuestra. No tenía nada en contra del profesor que nos impartía esa "fabulosa" materia, pero de cierto modo, era como una canción de cuna ;te arrullaba.

Terminando las clases puse en marcha nuevamente mi rutina. Consistía en salir del departamento, caminar por la rampa, llegar al instituto, salir del instituto, subir la rampa, llegar a mi piso y dormir.

Subí el ascensor y no pude evitar pensar en este extraño ser. ¿Qué clase de vitaminas le habían dado de chiquillo? Sea lo que sea, necesitaba unas igual. Abrí paso y me acosté con la laptop sobre mi cama, invite a Santi a la video llamada y charlamos un rato.

Después de haber terminado de hablar con Santi acerca de una chica que había conocido en la parada de autobuses, no puede evitar sentir tanta felicidad ver que se daba la oportunidad finalmente de conocer a alguien digno de el. Me puse a buscar en internet el tiempo aproximado de los hematomas casi todos coincidan en que si eran cardenales pequeños tardaría un aproximado de una semana a menos que usaras remedios o analgésicos, harían efecto mucho mas rápido si, pero no a la velocidad de la luz.

Decidí no hacerle mucho caso, posiblemente como el maestro Nathan me había dicho, de lo alterada que estaba no había prestado atención. Así que fui a recoger esa camisa blanca a la tienda de lavado, tenía nervios de que no quedara nuevamente del color de la nieve. Al parecer, la misma alteración no me permitió ver que la camisa estaba rasgada, tarde me di cuenta de ello. Subiendo esta vez por las escaleras el profesor Clark me alcanzo y se ofreció a llevar la bolsa negra donde se encontraba la camisa.

-Yo puedo, gracias profesor Clark. -me rehusaba a que me humillara y me viera como una torpe débil.

-¿Se puede saber que llevas en esa misteriosa bolsa? ¿El cadáver de alguien?-pregunto mientras movía sus manos estilo película de Halloween.

-No...¿Quién cree que soy? - ¡Puaagh!- Es sólo que, pensé que su camiseta tendría arreglo.

Llegamos a nuestra planta y caminamos por amplio corredor. Nos detuvimos antes de llegar a su puerta. Respondiendo a su anterior pregunta. Simplemente asentí.

-¡Jesús Alex! , ¿Te preocupaste por mi camisa?

-No soy tan mala, tengo sentimientos hacia la vida ajena.

Soltó una carcajada y después me palmeo el hombro suevamente.

- Dejemos eso aún lado,-sonrío ligeramente- ¿ya conoces bien la zona?- Alzo una ceja y bajo su mirada hacia mi.

-Quiero suponer que sí

-Ven conmigo.-sus pupilas se agrandaron por un momento.

-¿A dónde?- curiosa pregunte. La verdad no había salido mucho por la zona, ya que no conocía y pues no tenia tiempo aparte de hacer nada. Debía admitir que tenia ganas de salir, respirar aire fresco y platicar con alguien que no fuese a través de una pantalla.

-Ya lo verás Alex, ¿Eres de Virginia cierto?-Un brillo en sus ojos me hizo preguntarme que edad tendría este tipo, es decir, era tan maduro, pero no se veía viejo, aun que ese brillo lo hacia lucir tan juvenil.

-Sí...¿y tú de dónde eres? -Note un atisbo de dolor en sus ojos.

-Prácticamente soy de aquí. ¿Vienes?

A marte ¿o no? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora