Me sentía tan mal mintiendo. No había opción. Pronto me iría y tenía que pasar el máximo tiempo posible con aquella chica tan peculiar.
Livy me marco interrumpiendo, como siempre, para notificarme que ya casi todo estaba listo para mi partida. Sí, le debía mucho. Ocultar un secreto como el mío sin gritarlo a los 4 vientos, encima ayudarme a regresar a mi planeta.
-¿Qué sucede?-pregunte
-Nathan, necesito que vengas. No se si podrás atravesar la atmosfera.
-Voy para allá..
Explicándome acerca de la propulsión espacial, de algunos errores que cometió al fabricar aquella nave me dio a entender que tendría que quedarme en este planeta al menos unas cuantas semanas mas...quizá meses.
Mientras me recostaba en mi amplia cama matrimonial, no pude evitar pensar en aquel beso... Esta chica estaba causándome graves problemas. Cuando fui lanzado a la Tierra, decidí crear 3 reglas.
1.No hacer amistades.
2.No revelar mi secreto; y aunque esta regla ya había sido infringida por accidente al haber encendido mis dedos linterna, pero no había ocasionado problemas con aquella humana quien muy pronto me ofreció su ayuda.
Y la numero 3.... la más importante.
3.No enamorarse. Pronto me iría y no quería levantar sospechas.
-Alex... Mierda Alex... ¿Qué eres? ¿un imán?-pensaba en voz alta.
Un maestro alienígena enamorado de su alumna....o la existencia de alienígenas en la Tierra ¿Qué era más probable?
Y es que, hace un par de años atras Urano dio alerta de un gran asteroide se dirigía hacia el Sol, destruyendo a su paso a cualquier planeta. Sí, Neptuno había sido destruido. Cuando aquel globo se detuvo frente a Urano y escuchamos su llamado de ayuda, decidimos actuar para detenerlo. Mis padres y algunos compañeros de guerra fueron lanzados a el planeta Tierra aterrizando en Virginia, Richmond, algunos en otras zonas. Cuando decidi dar caza a aquellos que me arrebataron la vida, mi nave fue destruida en la cruzada que decidi comenzar. Trate de aterrizar en Virginia, pero caí en Monterrey, cerca de Santa Lucía, Parque fundidora para ser precisos, caí de noche... Tuve que iniciar una vida mundana sin ninguna especie de apoyo, era sólo mientras conseguia comunicarme con algunos colegas, si seguian vivos.
Cada día que pasaba en la Tierra era extraño, cómo podían ser tan debiles... el planeta más debil, mientras que en los demás planetas se encargaban de adiestrarnos en casos de combate. La humanidad se acababa, ellos eran los responsables, ellos lo provocaban. Por eso los demás ocultabamos alguna señal de vida, para evitar que los humanos invadieran nuestro hogar, que hicieran con ellos lo que se les hinchara en gana. Para proteger nuestro hogar, nuestra familia, nuestra especie, protegernos a nosotros mismos.
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A marte ¿o no?
RomansAlexandra McGuire decide irse de intercambio a la ciudad de Monterrey, México a continuar con sus estudios, sin saber su vida daría un giro total al enamorarse de un chico clandestino, y mas tarde al descubrir quién realmente es....o mejor aún, ¿Qué...