El eclipse parte II

24 1 0
                                    

                      Nathan
Llamaron a la puerta e inmediatamente agradecí que Livy volviera.
MALDITA SEA...
Alex estaba en la entrada, vestía una playera negra de tirantes, unos jeans ajustados que realzaban su figura junto con unas botas a cinta y su cabello liso caía sobre sus hombros. Pero sólo pude mirarla a los ojos. La tenía frente a frente. Mis ojos escarlata a causa de marte, marte estaba cerca y me llamaba, quería que volviera pero aún tenía que esperar un par de meses más.
Alex me miró, una mirada que transmitía decepción o quizá estaba en shock.
No podía ocultarlo siempre y lo sabía, tuve que contarle la verdad.

-¿Recuerdas aquello que viste en Virginia?- Me senté frente a ella para comenzar la larga charla. Ella asintió mientras daba un sorbo al café.- posiblemente eran mis padres, hubieron guerras entre planetas, derribaron su nave y cayeron finalmente aquí. Busque venganza y derrote a los asesinos, también busque sus cuerpos pero... caí un poco lejos, mi vehículo se averió cuando quise volver pero Livy me descubrió y ella decidió ayudarme.- Alex me miró con esos grandes ojos azules que me tenían encantado, con su taza a medio camino.
A veces me gustaría saber si ella recuerda algo de nuestro beso, por otra parte agradecería que no lo hiciera. Rompí mis reglas, además, era mi alumna.
-¿y...?-¿por qué soy profesor?-interrumpí. Ella asintió y la comisura de mis labios sé curvo ligeramente.- A ver pequeña Alex, resulta que, de donde yo vengo nos entrenan desde pequeños con grandes conocimientos tanto intelectuales como físicos ; este es el plan de emergencia para situaciones como esta.

-Entonces... ¿era cierto? Me refiero, aquel día que llegaste sangrando tu...-mencionó mientras jugueteaba con sus dedos.

-Así es Alex, al parecer hay alguien que sabe que estoy aquí y quiere deshacerse de mi.

La charla transcurrió tranquilamente, cuando hube terminado ambos nos quedamos en el sofá viendo la pantalla obscura de la televisión, la luz de luna traspasaba por aquel ventanal.

Se hizo el silencio.

-Creo que...ya viole el toque de queda profesor Nathan,debo irme- un giro brusco por parte de ambos, y nuestros rostros quedaron a nada el uno del otro.

-No soy tu profesor-susurré junto a su boca.

Una mirada basto para dar luz verde.

Nuestros labios se abrieron de par en par y me incliné sobre ella. Se inclinó hacia mi y me tomo del cuello. La adrenalina nos recorría y no podíamos seguir ocultándolo.

A LA MIERDA. Yo no era un profesor,esto lo deseaba.

Mi brazos la sumieron en un calido apretón mientras la reclinaba lentamente sobre el sofá.

Nuestras bocas se unieron en un dulce beso, tomé su rostro y era como tomar una figura de porcelana, era hermosa, delicada, valiosa, Alex era, es y siempre será perfecta. Sí, rompí mi regla de no enamorarme, pero ella era especial.

La luz de la luna aún entraba por aquel gran ventanal de mi apartamento. Un suspiro profundo por parte de Alex me hizo poner los pies en la Tierra, no en un sentido tan denotativo, no ésta vez.

-¿Sucede algo Alex?-Ella sólo me miró con aquel brillo tan peculiar en sus grandes ojos. Se levantó del sofá y por un segundo temí que saliera por aquella puerta, temí haber arruinado no sólo el momento, también aquella cálida relación que teníamos. Pero lo que hizo después, no tiene precio.

Alex se giró bruscamente y se saco la playera por los hombros, se puso sobre mi regazo. Un instante basto para que mis manos estuvieran sobre sus caderas, un instante basto para que aquel beso que había iniciado de una manera tan sutil se volviera tan inexplicable. Ella me deseaba y yo la deseaba, pero no era sólo deseo y lo sabíamos, era algo más.

Un pequeño gemido salió de su boca y entendí la señal. La levanté aún con nuestros labios unidos y me dirigí a la habitación, un movimiento de dedos y la puerta se abrió por completo. Ambos nos tumbamos sobre la cama mientras dejaba pequeños besos recorriendo desde su garganta hasta sus pechos. Recorrí su cuerpo con mis labios trazando un suave camino hasta su ombligo, levante la vista y ella sólo se mordía el labio, secretamente me pedía que siguiera. Desabotone sus vaqueros y tiré suavemente de su ropa interior, tiré los vaqueros de lado regresando nuevamente a sus labios, tomó mi cuello y lentamente sus delicadas manos fueron bajando por mi pecho hasta llegar al borde de mis pantalones, desbotono cuidadosamente mientras su mirada bajaba un instante, sonrió y ella tomó el mando.

Ella encima mío, sólo utilizando bragas. Adoraba está vista.

-


A marte ¿o no? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora