Capítulo 7.

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Después de una semana sin ningún momento de descanso, llegó el esperado día. Hoy habíamos quedado para ir a ver a Ana y a Miriam. Cuando llegamos Ana nos metió en camerinos, donde los nervios se podían palpar, y yo no podía dejar de mirarla. Estaba tan guapa, tan nerviosa y tan emocionada. La miraba y sentía que no quería mirar a ningún otro sitio nunca, y en un momento de trance intenso Miriam me pilló.

- ¿Sabes que hay más gente en este lugar, verdad? — La miré y le di una palmada en el hombro, riendo.

- Yo sólo tengo ojos para ti, Miriam, no te pongas celosa. — Me guiñó un ojo, me dio un beso y se fue a otra sala a calentar la voz después de que todos le desearan suerte. Miriam era de las que necesitaba un rato sola antes de subirse a un escenario.

- ¿Sólo tienes ojos para quién? — Su voz en mi espalda me estremeció. Me giré y me dio un abrazo. - No te lo he dicho todavía, pero gracias por venir, Mimi. Sé que estás muy liada con tu trabajo, pero sabes que tanto para Miriam como para mí es muy importante que estéis todos aquí.

- No me perdería esto por nada del mundo, que lo sepas. — Le dije sonriendo, mientras ella rozaba mi brazo. - ¿No estás nerviosa? — Le pregunté, cogiendo una botella de agua que había en la mesa y bebiendo.

- Muchísimo, pero creo que todavía no me lo termino de creer. Nos han dicho que el teatro se va a llenar, y yo simplemente no soy consciente de ello. — Suspiró y negó con la cabeza, nerviosa.

- Anita, tranquila. Yo veo una estrella cada vez que te veo salir al escenario. Ya sabes lo que pienso de ti, eres elegante, bella, cantas que te mueres, lo tienes todo, así que no te preocupes, te los vas a comer a todos. — Le dije mientras la miraba con cariño y ella se sonrojaba.

Se lanzó a mis brazos después de mis palabras y acto seguido se fue donde Miriam calentaba la voz y se unió a sus gárgaras. Nosotros nos fuimos a las butacas, donde disfrutamos de uno de los musicales más espectaculares que había visto en mi vida. Miriam estuvo estupenda, y Ana, como yo le había dicho una hora y media atrás, se los comió a todos. Cuando Ana salía a un escenario, todo el mundo se quedaba hipnotizado. Daba igual lo que hiciera, podía cantar, podía actuar, podía bailar, o podía hacerlo todo a la vez, pero hiciera lo que hiciera siempre dejaba a todo el mundo sin palabras. Y esa noche, lo volvió a hacer.

Cuando todo terminó esperamos a las chicas en una sala donde pudimos comer algo y charlar tranquilamente hasta que Miriam y Ana estuviesen listas para irse. Mientras Roi y Ricky intentaban recrear una escena bastante graciosa del musical, la puerta se abrió y apareció Miriam junto a Noemí y Los Javis. Después de felicitar y llenar a Miriam de besos, Noemí me abrazó.

- Qué bien te han sentado los años, querida. — Dijo esto mientras me cogía la cara con sus dos manos. - He preguntado por ti. — Miró a Miriam. - Y ya me han contado lo bien que te va. Me alegro mucho por ti, cariño.

Noemí era una persona increíble. Trabajé con ella hacía unos años atrás. Yo trabajaba de bailarina y ella de jurado en un programa de televisión que no tuvo mucho éxito, pero que disfruté al máximo. Después de eso, habíamos vuelto a coincidir un par de veces, pero hacía mucho tiempo desde la última vez, así que me alegré mucho de volver a verla, nos llevábamos muy bien.

- ¿Qué, os ha gustado? Ya sabía yo que no me equivocaba escogiendo protagonistas. — Añadió, refiriéndose obviamente a Ana y Miriam, que observaba la escena con una sonrisa.

- No, no te equivocaste. Ha sido maravilloso. — Le contesté mientras abrazaba a Miriam y veía como aparecía Ana de detrás de la puerta.

Ana se unió a nuestro abrazo, y después fue a recibir todas las felicitaciones de nuestros amigos.

- Bua, Ana, cuando te has roto el vestido y se te veía el sujetador ese casi salto al escenario. Por cierto, ¿de dónde es? Era monísimo, eh. Aunque claro, a ti te queda todo muy bien, igual me lo pongo yo y... — Ana cortó a Amaia, que cuando empezaba a hablar no paraba. Todos reímos.

Cuando estábamos apunto de salir del teatro, alguien llamó por teléfono a Ana. Cuando terminó de hablar unos minutos después, volvió.

- ¿Nos vamos? Hay una fiesta que han organizado los directores para celebrar la gran acogida que ha tenido el musical, y me dijeron hace un rato que estamos todos invitados. — Dijo Ana mirándonos. - Aunque siempre podemos ir al bar de siempre y celebrarlo a nuestra manera.

- Mírala, qué contenta. ¿Quién te ha tenido tanto tiempo ocupada al teléfono? — Preguntó Ricky con claras intenciones.

- ¿Quién va a ser? Jadel. ¿No le ves la carita? El pobre chico quería venir hoy, pero tenía concierto en no sé dónde. — Contestó Miriam mientras se reía de las caras que le estaba poniendo Ana.

Todo esto me estaba poniendo enferma, así que decidí cortar aquel tema de conversación.

- Yo voto por la fiesta, sin duda. — Dije mientras abrochaba los botones de mi abrigo.

- Ella, que quiere mojar el tigretón esta noche. — Me dijo Miriam dándome un codazo.

- Pues ya sería hora, reina, porque llevas, yo qué sé, ¿dos meses? Sí, yo creo que dos meses. Dos meses sin follar, rubia. — Ricky hacía cálculos mentales mientras seguía hablando. - Desde la chica aquella que quería clases de baile. Aunque bueno, clases de baile no era lo único que quería. — Antes de que siguiera avergonzándome más, lo frené.

- ¿Puedes simplemente callarte? No me apetece saber cuánto tiempo llevo a dos velas, Ricardo. — Me dio un beso en la cabeza mientras caminábamos fuera del teatro. Era un capullo, pero lo quería. Siempre había sido así nuestra relación.

Sin duda, esta noche iba a disfrutar sin importarme nada más.

Inefable -Warmi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora