Capítulo 13.

2.3K 122 10
                                    

Mi intento de charla con Ana se quedó en eso, en un intento, y lo que parecía una simple tarde entre amigos terminó convirtiéndose en una cena improvisada. Roi sacó la guitarra y todos sabíamos lo que eso significaba.

- Anita, vamos a cantarnos algo, que te veo demasiado tranquila. - Dijo sentándose a su lado y afinando el instrumento.

- Siempre me lías, cabrón. - Le contestó animada.

- Es una forma de pedirte perdón por interrumpir tu gran discurso de la terraza. - Miró a Ana y después me miró a mí mientras me guiñaba el ojo.

Antes de que nadie pudiera decir algo al respecto, la melodía de 'Hay un amigo en mí' inundó el salón junto con la voz de Ana.

No sabría decir a ciencia cierta cuánto tiempo pasé mirándola sin poder borrar la sonrisa de mi cara, pero sonaron unas tres canciones más hasta que salí de mi burbuja gracias a un codazo de Ricky.

- Joder, rubia, el parqué está recién puesto y tú lo estás manchando todo de babas, ya te vale. — Intentaba aguantar su risa sin éxito.

Sonreí y evité contestarle, no por nada, sino porque no podía dejar de mirar a Ana, que de vez en cuando desviaba su mirada hacia mí. Aún estaba molesta con ella, pero Ana tenía ese poder sobre mí que nadie más tenía, podía cambiar mi estado de ánimo a su antojo, y aunque sé que eso es algo perjudicial para mí no lo podía evitar.

El mini concierto que Ana y Roi nos regalaron había terminado y habíamos vuelto a nuestras posiciones anteriores. Miriam propuso salir un rato a la terraza a tomar un poco el aire y todos se levantaron cogiendo sus sillas.

- Yo paso, tengo un poco de frío y además, yo ya la he visto. — Dije mientras me acomodaba mejor en el sofá. - Las vistas son maravillosas, por cierto. — Añadí con ironía para después reír.

Después de que Cepeda me lanzara un cojín a la cara salieron todos a excepción de Ana, que se sentó a mi lado y esperó a que todos se fueran para empezar a hablar.

- ¿Te acuerdas de cuando me preguntaste que qué tipo de amiga eras para mí? — Me preguntó pillándome por sorpresa y asentí. - ¿Sabes por qué nunca te respondí? — Negué. - Porque nunca he querido que lo seas, Mimi. Puede que mis sentimientos por ti me hayan confundido desde siempre, y puede que nunca me haya parado a pensar qué significabas para mí hasta que prácticamente me obligaste a hacerlo, pero es que no lo hice por miedo a admitir lo que yo ya sabía.

- ¿Y qué es lo que sabías, Ana? — Mi voz sonó más a súplica que a otra cosa.

- Mira, tienes razón, yo con mis amigas no me enrollo y mucho menos me las tiro. — Hizo una pausa y me miró. - Y yo me comporté como una inmadura contigo, es cierto, pero tú eres una imbécil si piensas que me arrepiento de lo que pasó.

Sé que siguió hablando porque veía sus labios moverse pero mis sentidos no funcionaban de la manera que debían.

- ¿Por qué sigues hablando? — Le dije mirando sus labios con descaro.

- ¿Qué? — Me preguntó casi ofendida.

- Que no sé quién de las dos es más imbécil. — Le dijé antes de lanzarme a sus labios.

Mi beso la pilló desprevenida pero respondió casi de inmediato. Nos besábamos siendo conscientes de que al otro lado de la puerta estaban nuestros amigos, pero nos daba igual, o al menos a mí. Me daban igual sus dudas y las mías. Me daba igual lo que se había quedado por hablar, que no era poco. Me daba igual todo. Cualquier cosa que hiciéramos en ese momento que no fuera besarnos me parecía lo más estúpido del mundo.

Nos separamos al escuchar los pasos de nuestros amigos volviendo hacia el salón, y resoplé al tener que dejar sus labios. Intenté relajar mi respiración y mantener la calma.

- ¿Nos vamos? — Me dijo Ricky con una mirada llena de preguntas.

- Eso, que me muero de sueño. — Contestó Aitana poniendo cara de niña buena.

- Pues venga, que la niña está cansada. — Contesté mientras me levantaba y abrazaba a Aitana.

Me giré y miré a Ana, que estaba en la misma situación que yo. Tenía los labios hinchados y las mejillas rojas.

- Anita, podríamos irnos nosotras también, que mañana hay ensayo. — Le dijo Miriam a Ana, rodando los ojos.

- Claro, Miri. — Le respondió Ana, para después levantarse y ponerse a mi lado.

Después de que Amaia nos dijera que ella se quedaba y se iría con Alfred, nos despedimos de todos y salimos por la puerta.

- Bueno, amores, nos vemos. — Ricky se dirigió a Ana y Miriam. - Y a ver si puedo pasarme a ver la obra otra vez.

- Claro, cuando quieras. — Le contestó Miriam.

Miriam abrazó a Ricky y acto seguido nos abrazó a Aitana y a mí. Ana se quedó parada, mirando el momento como si no no supiera qué hacer. Me acerqué y la rodeé con mis brazos con cariño, dándole la calma que posiblemente necesitaba en ese momento, y noté cómo se relajaba en mis brazos.

Me disponía a separarme, así que le dejé un beso en la mejilla, y antes de que pudiera reaccionar, me cogió la cara y dejó un pico en mis labios.

No sé qué pasó después, lo único que sé es que sentí como si el suelo se abriera y yo cayese al abismo.

- ¿Vas a subir al coche hoy o mañana? — Aitana me sacó de mi viaje astral.

- Déjala, Aiti. — Intervino Ricky. - ¿No ves que todavía no ha recogido las bragas del suelo?

Aitana y Ricky se pasaron todo el viaje entre bromas, y yo me quedé callada, absorta en mis pensamientos, obviando a Ricky, a su pésimo sentido de la orientación y a una Aitana que cantaba todas las canciones que ponían en la radio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 13, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Inefable -Warmi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora