El ambiente se tornó tenso. Ana estaba pálida y no podía dejar de mirarme. Amaia soltó una carcajada que tuvo que reprimir tapándose con su propia mano y con la ayuda de Aitana, que observaba atenta la escena. Ricky decidió que era momento de parar, así que, después de dar unas cuantas palmadas con sus manos, habló.
- Bueno, como el alcohol ya ha hecho de las suyas, será mejor que paremos. — Dijo mientras se levantaba. - Chicas, os podéis quedar si queréis, puedo sacar la cama hinchable o dormir en el sof... — Aitana lo interrumpió antes de que terminara de hablar.
- Ricky, tranquilo, sabes que nuestro apartamento está a cinco minutos andando, no te molestes, de verdad. — Amaia y ella se levantaron, recogiendo un poco la mesa y cogiendo sus abrigos.
- ¿Y tú qué me dices, Anita? No es por desanimar, pero tu casa te pilla un poco lejos. — Insistió Ricky. - Puedes dormir en mi cama, yo me voy al sofá si lo prefieres.
- No, tranquilo, me sacas una manta y me apaño. — Dijo restándole importancia al asunto. Se notaba que todavía estaba un poco en shock por mis palabras. - Aunque tampoco quiero molestar.
- No digas tonterías, por favor, sabes que aquí siempre hay un hueco para ti.
Después de esto, Amaia y Aitana se fueron. Yo todavía no había articulado palabra, pero mientras Ricky le sacaba unas cuantas mantas a Ana, yo me puse mi pijama y me lavé los dientes. Me acerqué a mi armario y saqué una camiseta y unos pantalones que utilizaba para dormir y salí dispuesta a dárselos a Ana, era lo mínimo que podía hacer.
Cuando salí la vi, estaba sentada encima del sofá, mirando hacia la pared y con sus brazos abrazando sus piernas. Me debió escuchar y se giro.
- Toma, por si quieres dormir más cómoda, yo me voy a la cama, si quieres algo sabes dónde estoy. — Le dije en el tono más seco posible.
- Mimi, ¿podemos hablar? Necesito hablar contigo, por favor. — Se había acercado a mí y yo me había puesto nerviosa. Provocaba cosas en mí, demasiadas, y me estaba costando asimilarlo.
- No creo que sea el momento, he bebido, tengo mucho sueño y no sé lo que digo. — Me cogió las manos y no dejó de rogarme.
- ¿Puedes aunque sea escucharme? — Vi como su labio temblaba y asentí, no muy convencida.
Nos sentamos en el sofá y me lo explicó. Me dijo que no había tenido tiempo de contármelo, cosa que me encendió aún más. Esto era algo que no entendía. Me lo estaba contando, es cierto, pero su forma de explicarlo era como pidiendo perdón, como cuando de pequeño llegabas tarde a casa y tenías que contarle alguna historia inventada a tu madre para que no te castigara. Cuando terminó, hablé claro, muy claro.
- No tienes que darme explicaciones, no soy tu madre. — Me miró con miedo. - Mira, Ana, no soy nadie para decirte lo que debes contarme o lo que no, y mucho menos para exigirte que confíes en mí, pero por favor, no me digas que no has tenido tiempo, cuando las otras sí lo sabían. Creo que hay muchos tipos de amistad, y quizás yo para ti sea esa amiga a la que llamar cuando quieres irte de fiesta y bailar, pero no a la que llamas cuando necesitas consejos sobre el amor. No pasa nada, no voy a preocuparme más, si algún día quieres algo, aquí estaré, si no, siempre puedes llamarme para irnos de fiesta. — Nada más soltarlo, salí de allí y me fui a mi habitación.
Me cabreaba muchísimo que no formara parte de su vida en ese aspecto. Ella podía llamarme para contarme como había ido su día y especificar hasta en el más mínimo detalle, pero cuando se trataba del amor, yo no formaba parte de su vida. Nunca me había contado nada, y si lo hacía eran cosas sin importancia.
Hacía media hora de mi 'charla' con Ana y mi cabeza daba vueltas todavía. Podría haberle dicho muchas cosas, pero no se las dije. En cambio, escuchaba algún que otro suspiro proveniente del salón, indicándome que estaba llorando. Se me rompía el corazón solamente de pensarlo, y cuando estaba a dos suspiros de levantarme y hablar con ella, escuché sus pasos. Escuché cómo dudaba, escuché como sorbía por la nariz, escuché cómo resoplaba y cómo temblaba mientras apoyaba su peso contra el marco de la puerta. No dijo nada, ni yo tampoco. Yo no hacía ningún movimiento para hacerle ver que estaba despierta, pero ella tampoco hacía ninguno que me indicara cuáles eran sus intenciones. Quizás sólo quería quedarse allí, o quizás quería entrar y continuar la conversación que yo misma había decidido acabar. Antes de que yo siguiera con mis suposiciones, ella decidió aclararlas metiéndose en mi cama y abrazándome por la espalda. No reaccioné, no podía, no sabía.
- Lo siento, lo siento mucho. — Susurraba mientras me acariciaba el brazo. - No eres una amiga a la que llamar cuando quiero salir de fiesta y me duele que pienses así, pero me duele todavía más que sea mi culpa que se te pasen esas ideas por la cabeza.
Decidí que era un buen momento para dejar de hacerme la dormida, ya que no había logrado convencer a nadie con mi pésimo papel.
- ¿Y qué tipo de amiga soy para ti? — Pregunté dándome la vuelta, entrelazando nuestras manos, respirando su perfume.
- ¿Qué tipo de amiga quieres ser para mí? — Dudé entre decirle lo que estaba pensando en ese momento o simplemente desviar la pregunta...
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Inefable -Warmi.
FanfictionLo que tenía con ella era mágico, era instintivo, era fuego, era hielo, era piel, era miedo, era fuerza... Lo que tenía con ella, a fin de cuentas, no se podía explicar con palabras.