Estaba enamorada de Ana. Estaba completa y absolutamente enamorada de Ana. Lo estaba y por fin me lo admitía a mí misma.
Cuando me besó sentí que todas las piezas desencajadas se encajaban. ¿Sabes cuando sonríes y siquiera te das cuenta de que lo estás haciendo? Pues eso me pasaba a mí cada vez que estaba con ella, y no lo podía evitar.
Entramos a la fiesta y yo tuve la necesidad imperial de irme. La cabeza todavía me daba vueltas y el corazón se me iba a salir por la boca. Decidí irme al baño, y mientras me lavaba la cara, me miré en el espejo. Tenía los labios hinchados y el color rojo se había esfumado de ellos. Cuando abrí la puerta dispuesta a salir, Ricky me empujó otra vez dentro y cerró con llave.
- Te has liado con ella. — Afirmó mientras daba saltos a mi alrededor.
- ¿Qué dices? Claro que no me he liado con ella. — Le dije cogiéndole los hombros para que parara por un segundo.
- Sí, claro que lo has hecho, y me lo vas a contar absolutamente todo. — Él sonreía y yo también. Sabía que no pararía hasta que lo admitiera, así que mientras yo soltaba un suspiro, asentí y me cubrí la cara con las manos. Acto seguido, él soltó un chillido.
- No grites. — Le di un manotazo en el brazo.
- ¡Por fin! No me sentía tan feliz desde la vez aquella que fuimos a la firma de Chenoa con quince años.
Me hizo contarle hasta el más mínimo detalle de lo que había ocurrido en la terraza mientras él daba palmadas y emitía pequeños gritos que ahogaba con sus manos. Cuando salimos Ricky y yo del baño Ana me miró, pero no dijo nada. No me dijo nada en toda la noche, y la situación empezaba a molestarme. Había sido ella la que me había pedido que la acompañara, y lo más importante, había sido ella la que me había besado.
Después de unas cuantas horas más de fiesta y unas cuantos discrusos emotivos de los directores agradeciendo a todo el mundo por estar allí, decidimos que era hora de irse a casa, así que pedimos unos cuantos taxis. Ana no se había despedido de mí cuando nos fuimos y no paraba de preguntarme mentalmente porqué. ¿Estaría arrepentida de todo lo que había pasado?
Mientras escuchaba como Ricky y el conductor mantenían una conversación y yo me sumergía en un mar de dudas, mi móvil vibró.
Ana Banana: Ven a mi casa.
Abrí los ojos como nunca y le di un golpe en el brazo a Ricky para que mirara la pantalla de mi teléfono. Él no se lo pensó dos veces y le indicó al taxista que tomara otra ruta mientras le daba indicaciones.
- Perdone, ¿puede girar por esta calle? — El conductor asintió. Intenté que Ricky se callara pero me fue imposible. - Pare aquí, por favor. — El taxista paró y miré por la ventanilla. Estaba enfrente de casa Ana y mis piernas estaban temblando.
- Ricky, no puedo hacerlo. — El taxista miraba la escena por el retrovisor.
- Claro que puedes, y mañana cuando me cuentes el sexo salvaje que habéis tenido me darás las gracias. — Prácticamente ya me había sacado del coche a empujones. - Suerte rubia. — Me dio un beso en la mejilla mientras me daba mi chaqueta y se subía de nuevo al coche.
No me podía creer que estuviese enfrente del edificio de Ana. No me podía creer que estuviese aquí por culpa de Ricky. No me podía creer que la mujer de mis sueños se acabara de besar conmigo, y todavía menos que me acabara de pedir que fuese a su casa. Paré de pensar y actué. Llamé al telefonillo ansiosa.
- ¿Quién es? — Yo sabía que en ese momento tenía que responder, pero no me salía la voz.
- Mimi. — Dije como pude. La puerta emitió un sonido extraño y entré.
Mientras subía por el ascensor me vino a visitar el miedo. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? No me dio tiempo a pensar porque mis pies estaban yendo solos hacia su puerta. Cuando entré en su apartamento y cerré la puerta no había rastro de Ana, así que intenté llamarla, pero unos brazos me agarraron por detrás y sonreí.
- ¿Haces mucho esto de mandar mensajes a tus amigas para que vengan a las cinco de la madrugada a hacerte visitas? — Me giré y me quedé cara a cara con ella.
- No, pero podría acostumbrarme a hacerlo.
Después de decirlo me besó con ganas, y yo la empujé contra la pared. Rodeó con sus piernas mi cintura y yo la llevé hasta el sofá, donde me dejé caer encima de ella con cuidado.
- Si todas las visitas son así yo también me podría acostumbrar — Ella sonrió y volvió a atacar mis labios.
Los besos cada vez eran más feroces y veraces, así que bajé hasta su cuello. Cuando mi lengua chocó contra su piel Ana soltó un gemido al que yo respondí bufando. Esto se nos estaba yendo de las manos y ambas lo sabíamos.
- Vamos a la habitación. — Me dijo entre besos.
Llegamos a la cama entre mordiscos y empujones, pero llegamos. Ana se tumbó y yo me puse encima de ella, poniendo una de mis piernas entre las suyas. Metí mi mano por debajo de su camiseta y noté como su piel se erizó ante mi leve contacto. Sonreí sobre su boca y ella mordió mis labios con fuerza.
- Llevas demasiada ropa puesta. — Me estaba cogiendo del culo y yo me estaba volviendo loca.
Me levanté lo mínimo para poder quitar mi camiseta bajo su mirada. Cuando el trozo de tela tocó el suelo, Ana me miró y resopló.
- Qué ganas te tengo. — Cogió mi cara y me besó desesperadamente.
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Inefable -Warmi.
FanfictionLo que tenía con ella era mágico, era instintivo, era fuego, era hielo, era piel, era miedo, era fuerza... Lo que tenía con ella, a fin de cuentas, no se podía explicar con palabras.