Capítulo 1.

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Cuando me desperté todavía tenía un auricular en la oreja mientras sonaba una canción cualquiera de mi lista aleatoria. Me había vuelto a quedar dormida escuchando música, y cómo no, pensando en ella.

Aunque el cumpleaños de Ana ya hubiese pasado, hoy todos los amigos nos reuniremos para celebrarlo como es debido. La echaba mucho de menos, hacía algunos días que no la veía y me moría de ganas de pasar un rato con ella. Mi relación con Ana siempre ha sido buena, muy buena, pero con los años ha ido mejorando. Desde el principio nos llevábamos bien, siempre tuve una conexión especial con ella que con nadie más tenía, estaba ahí para mí y yo estaba ahí para ella. Se podría decir que cuando nos juntábamos, sólo éramos ella y yo, pero últimamente nuestra relación había dado un paso más allá, o al menos a mí me lo parecía.

Decidí salir a correr un rato, y volví a casa después de mis dos horas de carrera continua, que se convirtieron más bien en un pretexto para pensar en ella. Preparé la comida para mí y para Ricky. Ricky era mi mejor amigo, vivíamos juntos desde hacía 5 años, aunque lo conocía de toda la vida, y no lo podía querer más.

- Maricona, ¿qué te vas a poner esta noche? — Dijo Ricky mientras pinchaba dos o tres macarrones para llevárselos a la boca.

- No lo sé, ahora después veré, tampoco lo he pensado todavía. — Añadí mirando el móvil mientras sonreía como una imbécil. Me había hablado.

- Pero bueno, ¿y esa cara de subnormal? — No me dejó hablar, porque siguió con su monólogo. - Pueden pasar dos cosas, que hayas encontrado por Internet otro abrigo que parezca una bolsa de basura o que Ana haya hecho un acto de presidencia por tus chats, y si me preguntas cuál prefiero, rezo para que sea la segunda.

- Lo primero, eres una hija de perra. Lo segundo, sí, me ha hablado. Me ha pasado las fotos que nos hicimos el otro día. — Mientras yo hablaba, él solamente se dedicaba a hacer corazones con las manos mientras me señalaba.

- Me encantaría seguir con el rumbo que ha tomado esta conversación, pero la ducha me espera. No te quedes mucho rato babeando, anda. — Salió por la puerta del salón, no sin antes dejarme un beso en la cabeza e intentar cotillear lo que le estaba escribiendo a Ana.

Sin duda, el día había tomado otro color.

Inefable -Warmi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora