XV

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Después de ese día, los monstruos empezaron a preparar todo lo necesario para trasladarse a la superficie. Frisk ayudaba a los esqueletos a empacar, aunque el mayor no hacía nada en realidad más que mirar al techo estando recostado en el sillón, por lo que su hermano lo regañaba a cada minuto, algo que le sacaba pequeñas risas a la invitada.

- ¡Sans! Huesos flojos, ¡Ya párate y ayúdanos!- el mencionado levantó su mano derecha y chasqueó dos de sus dedos. Volvió a acomodarse y respondió tranquilo.

- Listo- El esqueleto alto y la humana intercambiaron miradas, confundidos, Papyrus volvió a verlo.

- Sans... ¿Exactamente en qué nos sirvió eso?

- Heh, miren a la ventana- los dos voltearon y quedaron con la boca abierta al ver que ya estaban en la superficie.

- ¿Pero cómo lo...?- la chica no pudo terminar la pregunta por la sorpresa de ese momento, a lo que Sans respondió.

- Digamos que aún no me conoces del todo, niña.

Esa misma noche, todos sus amigos celebraron en la casa de los que ya habían terminado su mudanza hacia la superficie. La pasaron bien riendo, comiendo, hablando, jugando y haciendo el vago durante horas. Sin embargo, algo no andaba bien.

Tanto Sans como Frisk tenían un mal presentimiento.

El primero aún seguía lleno de dudas respecto a... Todo en realidad. Mientras que la segunda estaba preocupada al no oír la voz de la fantasma en su cabeza, jamás pensó que llegaría a extrañarla.

Tras lo que sucedió con el tal Gaster, ambos dieron por hecho que quizás sólo fue un sueño, aunque les inquietaba, preferían ya no darle tanta importancia, al menos durante los próximos días que eran ahora para celebrar a los monstruos.

- ¿En serio puedo quedarme?- preguntó entusiasmada la morena a Papyrus que también le contestó alegre.

- ¡Claro! Eres nuestra amiga y jamás te hemos invitado. Aunque técnicamente llevamos menos de dos semanas siento amigos, pero tú entiendes.

- Jeje, claro- rió algo nerviosa. ¿Dos semanas? Para ella fue mucho más tiempo, pero claro, haber pasado por puzzles, batallas, mal de amores y muchas otras cosas, hicieron parecer que su viaje duró años cuando en realidad fueron menos de catorce días- Le iré a preguntar a Toriel, ya vuelvo.

Buscó a la cabra maternal por la sala hasta que vió a Sans que terminaba de hablar con Undyne y Alphys. No sabía si le molestaría o incomodaría que ella se quedara, así que se acercó y lo saludó amable.

- Hola- al escuchar la voz de la niña se volteó para verla.

- ah, ¿Que pasha, kiddo?

- Jejeje, este... Papyrus me invitó a quedarme aquí y... No sé, no quiero causar molestias o algo...

- Para nada, niña. Al contrario, me gustaría pasar tiempo contigo- el comentario hizo sonrojar a la aludida. Pero también sonrió de felicidad.

- Gracias, Sans- se acercó a él y depositó un suave beso en su mejilla. Se separó para dedicarle otra sonrisa e ir con Toriel.

- Niña... No sabes cuanto te amo- dijo para sí mismo con una sonrisa boba y sonroazulado, jalando su capucha para taparse la cara.

Pasó sólo una hora y los únicos que seguían en la cabaña eran los esqueletos, la humana, Undyne y Alphys, que jugaban un juego de mesa en el suelo de la sala.

- ¡Ja! ¡Te gané Papyrus!- gritó la pelirroja alzando los brazos con los puños cerrados.

- P-pero Undyne, apenas empezamos- la miró la de lentes.

No Lo Esperaba -SansxFrisk- [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora