D I E C I N U E V E
— ¡No puede ser! ¡Hiciste trampa, Schen! —chilló Sonic como primera reacción, mirando su mano en un puño siendo envuelta por la de Shadow.
— Que no. Que el papel siempre le gana a la piedra, Sonic —Shadow se acercó a su esposo con una pequeña sonrisa triunfadora—. Y ahora, ya sabes lo que tienes que hacer.
— Yo no quiero limpiar caca de bebé —refunfuñó el cobalto haciendo un puchero—. ¿Y si hacemos de cuatro?
— Sonic, a como si ganas tú, quedamos empate. Y llegaremos a una ronda de cinco, y luego de siete, y otra de nueve, y...
— Pero... ¡Yo no quiero limpiar al bebé! —lloriqueó bajo, cubriendo su rostro para evitar mirar a Shadow; su hijo era tan parecido a él que con tal sólo mirarle le llegaba a la mente la última vez que cambió al niño: lleno de orines por todas partes y alguna que otra popó encima de su cuerpo y manos, pues este se ponía inquieto y se les dificultaba cambiarle con normalidad.
Y es que esa no fue la única vez que terminó así. Los primeros seis meses desde que el nene nació le bastaron saber que nunca podría limpiarle sin terminar siendo un sanitario con piernas, por lo que siempre le pasaba la tarea a Shadow... hasta que un año después éste se cansó de ello y, a regañadientes, habían decidido al “piedra, papel o tijera”
Al parecer un error.
— Igualmente te toca; todo este tiempo lo he hecho yo.
— Pero contigo es más calmado —Sonic pasó saliva, bajando las manos de su rostro—, a ti te acepta más y nunca has terminado lleno de... ugh. Schen, por favor...
Shadow infló sus mejillas casi inconscientemente. Sus orejitas se bajaron y bajó su rostro hacia su mechón; al fondo su hijo seguía llorando por tener el pañal sucio. Necesitaba un cambio cuanto antes y él no estaba dispuesto a ceder.
Finalmente, sonrió con malicia.
— Está bien. ¿Dónde tienes la rasuradora? —preguntó, tranquilo.
Sonic le miró con susto.
— ¿Para qué?
— Para mi mechón —Tocó este con sus manos. Estaba demasiado esponjado—. Ya lo tengo casi como Silver y me hace muchas cosquillas. Quiero bajarlo.
3... 2... 1...
— ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Lo cambio yo, pero no te lo bajes! —Y con eso, Sonic salió corriendo hacia donde estaba el bebé, mientras Shadow sonreía triunfante y se tumbaba en la cama.
Definitivamente su mechón resultaba ser una “buena arma”