t r e i n t a y u n o

947 103 5
                                    

T R E I N T A  Y  U N O

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

T R E I N T A  Y  U N O

Mi pecho se contrae en cuanto sus dedos se entrelazan con los de mi mano; la sonrisa que sus labios me muestran en ese instante me hace sentir como si estuviese en un sueño, como si un hechizado hubiese caído sobre mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi pecho se contrae en cuanto sus dedos se entrelazan con los de mi mano; la sonrisa que sus labios me muestran en ese instante me hace sentir como si estuviese en un sueño, como si un hechizado hubiese caído sobre mí... porque este latido frenético de mi corazón me hace acordar de todo aquello que él despierta sobre mí; todos aquellos hermosos y —a la vez— dolorosos sentimentos por los que he llorado muchas veces sobre mi cama, en las noches, en la soledad de mi habitación.

— Estoy listo —me dice, mientras sus dedos temblorsos aún siguen enlazados a los míos. Su sonrisa por unos momentos tiembla, como si los extraños nervios que de pronto le atacan le hiciesen pensar en diferentes posiblidades a sea lo que sea que planea hacer en estos instantes. Parece que quiere salir corriendo porque sus piernas se mueven inquietas.

— ¿Para qué? —pregunto, sintiendo unas ansias que recorren por cada parte de mi cuerpo sin piedad. Le devuelvo el apretón de manos, en aquel gesto que a mí se me hace íntimo por lo que para ambos significa: calma, buenos deseos, consuelo y anhelos.

— ¿Recuerdas que desde hace un tiempo viene gustándome una persona muy de la que te he hablado sumas maravillas? me pregunta, aún con los nervios venciendo en su voz.

Mis párpados se abren de más, pero pronto los cierro, mientras me limito a asentir en silencio, en movimientos sutiles de cabeza. Soy consciente de que justo al momento en que abra la boca tan sólo van a brotar vergonzosos tartamudeos de mi parte.

— Pues hoy mismo he decidido ir y pedirle que seamos pareja formalmente —me explica, con sus manos que sueltan las mías para llevarlas a su pecho con fervor. Su cara es de total ilusión, y aunque no quiero romperle aquellos deseos, mi parte egoísta quiere decepcionarle.

Quiero negarme, maldita sea.

Entonces muerdo mi lengua con fuerza al escuchar semejante confesión de su parte, para acallarme y no arruinar lo que a él tanto le tiene tan emociomado. Aunque por dentro, por culpa de lo que me ha dicho, debo admitir que me hace sentir como si me hundiese en un torbellino de sentimientos, cada uno martilla mi pecho de una forma que demuestra que mi corazón experimenta esa conocida sensación de “rompimiento”

— ¿Sonic? —Los ojos rojizos me miran expectantes, y alcanzo a ver un ligero tono de preocupación nadando en sus pupilas—. Hey... ¿te sientes bien? —insiste, cuando no soy capaz de responderle nada.

De nuevo, asiento en silencio. Maldición, quiero llorar. Y me siento estúpido por eso, o sea, mis ilusiones siempre fueron en vano.

— ¿Cómo...? —Mis labios siguen temblando, pero me limito a sonreír em falso para que no se entere de lo que ocurre en mi mente y corazón—. Disculpa que te lo pregunte así cómo así, pero, ¿cómo sabes que ella va a corresponderte? —Mi lengua de nuevo es apresada por mis dientes, la pregunta se me ha salido sin querer.

Él parpadea, confundido.

Wow. Entonces... es verdad —sonríe, bajando la voz, la cual le brota con suavidad, como si de repente se sintiese más que relajado.

Yo me asusto por su frase.

— ¿Q-Qué? —inquiero incrédulo, mientras retrocedo un par de pasos para alejarme de su persona.

— ¿Es que acaso, hasta la fecha, en serio no has captado ninguna de mis indirectas?, o sea, ¿aún sigues pensando que hablo de alguna chica de la universidad? Por Chaos, realmente amo que a veces seas de todo más que inocente —se ríe, con ganas. Parece que todos sus nervios se esfuman en cuanto suelta aquellas palabras que, a pesar, siguen dejándome con las palabras en mi propia boca, sin saber qué decirle al respecto. ¡Yo no estoy bromeando, por el amor a...!

Entonces, pienso en lo que me dice, y ahí caigo en cuenta de algo: esa persona de la que tanto me ha estado hablando maravillas, soy yo.

No puede ser.

Drabbles ; shadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora