T R E I N T A
Y O C H O
Nunca supe qué tan jodido estaba hasta que llegaste tú.
Miles de recuerdos entre nosotros dos, y en mis sueños aún existía ese amor.
Nunca supe qué tan jodido estaba hasta que sonreíste para mí y supe que mis sonrisas no eran verdaderamente sinceras.
El dolor en mi rostro cuando la inspiración a mover esos músculos no llegaban, sí lo eran. Cuando me veía obligado a hacerlo, a fingir ser feliz, a fingir sonrisas que atraían más esa punzada en mi pecho, a ese dolor en los puños cada vez que la pared sufría mis bajones fuertes de ánimo.
Nunca supe que tan jodido se encontraba mi corazón hasta que las dagas en ellas presionaron con fuerza, obligándome a mirarte desde el suelo cuando mis rodillas fallaron; mis ojos siempre brillantes y anhelantes de aquello que una vez me entregaste y mi sonrisa ansiosa de recibir la tuya que dedicabas a mí cuando estábamos juntos.
Nunca supe... qué era ser feliz hasta que viniste tú, con esos ojos brillantes, y me obsequiaste lo que nunca pensé necesitar: amor.
Porque aunque eso tuvo su fin, ese tiempo entre nosotros se volvió el placebo de aquello que envenenaba mi mente, volviendo con fuerza en una fuerte vorágine que finalmente acabó conmigo.
Porque aunque eso tuvo su fin luché por converme a mí mismo.
Juré ser feliz.
Juré guardar esos recuerdos en lugares felices y recordar que sí podía ser una buena persona, algo más allá de un loco que luchaba contra esos demonios que murmuraban cuán inservible era.Juré sonreír con toda esa sinceridad que me pasaste en esos años que estuvimos juntos.
Y lo siento tanto.
No pude cumplir mi promesa.El demonio principal volvió; menos fuerte que antes, pero igual de peligroso de lo que en mi niñez y adolescencia recordaba.
Y, en cuanto mi cabeza sucumbió a su presión, cubrió mis ojos con un solo dedo.Te amo.
Nunca lo olvides.—Shadow The Hedgehog.
1992 - 2019