C U A R E N T A
Y D O SUn suspiro se atora en su garganta, muriendo asfixiado pese a la sensación de seguir insistiendo ahí, por ser liberado; pese a que sus pies temblorosos hacen lucha en cada paso; pese a que el lienzo inmaculado de sus mejillas se encuentra trazadas por pesadas lágrimas actuando como un pincel húmedo y horroroso, inevitable.
Son las tres de la mañana, él gime, bajo, incapaz de decirle algo al erizo de vetas azabaches que se encuentra sumergido en su propio mundo, en su propia voz y en cómo sus dedos dibujan ágiles mapas sobre las teclas del desgastado piano que clama por tregua ante su estado viejo.
Niega, finalmente, con sus dedos temblorosos posados sobre su vientre. Los cachorros están quietos, contrariados a su estado hace un par de minutos.
Clama en voz baja.
Sus glúteos terminan siendo aprisionados con delicadeza, nada cercano al deseo, solo siendo acunados bajo un tacto suave y gentil para mantenerlo ahí, quieto.
—Sunny, sabes que si te sientas en mi regazo no podré concentrarme. Tengo que entregar este proyecto, cariño. —El ronroneo del alfa cruza en su nuca con un dulce y agradable escalofrío. Remueve la nariz sobre el cuello contrario y los vellos de su piel se erizan cuando siente la mano de su pareja ascendiendo a su cintura.
Su suéter cede a la presión y Sonic tiembla, deseoso. Su omega libera feromonas de necesidad, bastando solo eso para que Shadow reaccione. Su agarre se vuelve firme al instante, respondiendo hasta entonces a esos ruegos.
—No me importa. Necesito que me abraces —él responde, bajito, mientras el bulto en su vientre impide el total acercamiento entre ambos. Sonic emite un lloriqueo impotente, intentando empujarse con los dedos de los pies para alejar a su pareja de ese bendito piano, para que el lobo del mayor busque al suyo y lo arrulle como él tanto anhela—. Te necesito a ti, alfa. A ti... detente un poco. No trabajes más, ¿sí?
—Esto del embarazo te vuelve un poco más apasionado, ¿no? —Shadow bromea. Se detiene cuando un sollozo choca en sus oídos, por lo que respira profundo y asiente, entendiendo que su omega no se siente con ánimos de burlas al tema; al menos no en ese instante.
—No me siento bien —el menor murmura, con cierta debilidad denotándose en el tono emergente de su garganta. El hilo impide que la última palabra suene con la suficiente fuerza deseada, aunque el alfa alcanza a escucharla—. Los bebés han estado muy inquietos, alfa, y me duele un poco la cabeza. ¿Me abrazas, alfa?
Shadow besa su sien, cariñoso.
—Te abrazo, omega. ¿Besos?
Él niega, despacio, su rostro escondido en el cuello contrario. No desea separarse de ese lugar por mucho que la idea lo tiente. Pero a su novio no le basta y sus labios posados sobre el hombro semi descubierto, se vuelven su perdición al gemir con suavidad.
—Déjame mimarte bien, omega. ¿Quieres abrazos? Te los doy. ¿Quieres besitos?, ¿no? No importa; seguiré dándotelos aunque no quieras salir de mi cuello. ¿Quieres caricias de tu alfa? Acurrúcate más en mí, mi amor, que mi mechón te sirva como almohada. Anda, lindura. Perdón si te he descuidado esta semana.
Obedece al instante, siendo arrullado por las vibraciones de su alfa cuando le ronronea al instante.
—No importa, alfa. Perdona si molesto.
—No molestas, amor. Igual ya es tarde. Ven, vamos a la cama. Ahí te calmas, bonito.
—Tu aroma me calma —sonríe, tímido.
El alfa asiente, besando ahora su frente en tanto el omega se aleja, despacio. Y aunque Shadow quiere besarlo, su gesto se extingue cuando la cabeza contraria vuelve a meterse entre su pelusa, afable.
Sonríe, murmurando un "bello" en el oído, viendo complacido cómo esta se tinta de un bello sonrojo mientras él sonríe, agradecido de la vida por tan bella pareja.